Gran Carpa de las Américas

Bogotá – Mayo/ 3 /2017

9 p.m.

La gente seguía llegando sobre la hora oficial a un barrio aledaño a la reconocida Av. de las Americas, cercano a Corferias. A lo largo de la calle algunos ‘parches’, unos dentro de los establecimientos y otros recostados en las paredes. Unos metros más adelante, por la misma diagonal, en un espacio de grandes dimensiones, aparecía una enorme carpa blanca ocupada al 90 por ciento de su capacidad. Respuesta contundente de la ‘mancha negra’ a un gigante que bajo el difuso humo del escenario balanceado por la música de AC/DC, aguardaba.

‘Repentles’, cantada por los asistentes más jóvenes, abría el set rindiendo cuenta en cuerpo y música del presente de Slayer, a sí mismo una vez más brotaba el contraste emocional entre los más allegados a canciones como Black Magic, décadas de rock produciendo emoción a incansables seguidores del metal, vestidos de negro, de sastre, o con la camiseta del tour que los trajo por primera vez a Colombia.

Pese a los problemas de sonido y energía en pasajes del concierto, la carpa retumbaba. No llovía sangre, ni había demonios, si una inquebrantable garganta, la de Tom Araya, atrapada por la altura de la capital. Angel of Death o Dead Skin Mask, no importa a qué velocidad, el cuarteto persiste en intimidar junto a las tensionadas cuerdas de Kerry King y Gary Holt y a manos de la ‘dictadura’ expulsada doblemente por el enorme kit de batería de Paul Bostaph.

Refugiadas joyas vendrían durante la noche producto de discos ‘innombrables’ en otros ámbitos. Se acerca el final, ‘parches’ de gente a las afueras chocan a causa de Raining Blood, (‘no hubo para la entrada’) en las 3 localidades dentro del recinto sucede lo mismo, mientras fans de otras ciudades también atesoran el momento. No hace falta indagar por el común denominador entre los 3 capítulos acontecidos en Bogotá, es visible, varias cosas se pueden debatir acerca de Slayer pero jamás de su presencia al vivo, allí, el gigante metalero, es imbatible.

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