Referentes en el desarrollo de la música hecha en nuestro país, al rock colombiano también le llegaron sucesos tristes: Kraken, titán nacido en 1986, perdió a su creador Elkin Ramirez en enero pasado, Neurosis, cesó actividades ofreciendo un último concierto hace un mes en un bar de la capital, y anclados en el corazón de los rockeros bogotanos, Darkness, anunció lo propio tan solo unas semanas atrás. Había entonces un motivo más fuerte, agradecer a estos obstinados guerreros que en medio de las adversidades nos dieron 30 años de felicidad musical. Bienvenidos.
Caía la tarde y algunas gotas de lluvia en la primera jornada del festival, Rodrigo Vargas visiblemente emocionado, agradecía a varias personas que hicieron posible la carrera de Darkness, de paso acudía también a la conciencia de los más jóvenes para resaltar que varias bandas de la movida actual se deben a quienes como ellos abrieron el camino décadas atrás.
A espalda de allí, en el escenario principal la banda bogotana Dead Silence (2002) desarrollaba su show, mientras Reencarnación legendarios del rock nacional hacían lo mismo en la tarima Eco. Justamente en este escenario, minutos antes, Alcholich Force desde la ciudad de Pasto ofrecía uno de los actos más destacados del festival (poca afluencia de medios, si de asistentes). Igualmente despuntaban entre las agrupaciones distritales Vein, Herejia y Poker, cargadas de metal bien elaborado y categórico.
Difícil determinar qué tanta gente vuelve al festival una vez ha pisado su suelo vibrante, caras jóvenes seguidoras del estilo sacudían las cabezas enérgicamente en el parque Simón Bolívar contagiados por las ondas de Heaven Shall Burn o Lamb of God, integrantes del cartel foráneo que en su gran mayoría ya habían tocado en Colombia en más de una ocasión y no con la asistencia esperada; rock evolucionado de Europa y América que ojalá sea recordado por estas generaciones presentes cuando dichas bandas retornen a eventos privados, es necesario.
Nostálgica esperanza
‘Todo hombre es una historia’ (Kraken) y ‘Metalero’ (Darkness), canciones de la misma época conectadas indirectamente y escritas por estos dos emblemas del rock nacional identificaron a personas reveladas ante lo común prejuzgadas por ignorantes. Apoyo a la industria rockera. Eso pedía por ‘ultima vez’ Darkness dejando toda la piel sobre el escenario, ya habíamos escuchado este ruego a mediados de los noventa de su propia boca, indiferencia crónica que continua extinguiendo talentos. Muchos venían a despedir a este gigante, ni el paso de los años impidió vivir por última vez a plenitud un himno: ‘Metalero’, jóvenes y adultos mezclados en el núcleo del choque o en licuadoras incesantes, primero los hombres y luego las mujeres, todos incluidos en el baile a petición del anfitrión.
Presente el poder femenino también empoderaba: Sin Pudor, Poker y Nervosa (Brasil), los chinos de Zhaoze composición progresiva de alto nivel y 8 Bits Memory evocando video juegos de los años ochenta hechos música, cuota de rock lozano al alcance de otros gustos. 3 décadas atrás, en otro contexto, lo hicieron Death Angel y Obituary, 2 veteranos, hijos de norte América que ahora ante miles de ojos atónitos despejaban dudas acerca de quienes permanecen inamovibles y sonando más robustos. Realmente Inspirador.
Tan motivador como el final de la última jornada del lunes 3 de Julio en la atmósfera del rock en nuestro idioma. Sobre las 9 de la noche y bajo la oscuridad del disco ‘Vagabundo’, Robi Draco Rosa, dibuja musicalmente su estado emocional cuando se estrenó en Rock la parque en 1998, humilde, lleno de gratitud, al ‘Puertorro’ no se le olvidó que Colombia lo rescató en aquel entonces y él a nosotros. Menguado por aflicciones de salud, ostentando el record como el artista internacional con más cierres en el festival (3), le cantaba a la Madre Tierra a Penélope y a esa Blanca Mujer que casi termina con él, vagabundo por el mundo, guerrero incasable, dejaba en la retina otra lección de vida para no olvidar.
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