Sobrevivientes de una época prospera en la música, 2 semanas atrás en Bogotá se vivió una fiesta emotiva que dejó claro quiénes son los más importantes dentro de un espectáculo de primer nivel. Bienvenidos a esta reseña.
‘Welcome To Paradise’ tarareaban algunas personas, mientras parecían esperar más ‘parche’ a eso de las 7:20 p.m., sobre la carrera 50 con calle 63 cerca de una de las entradas del Parque Metropolitano Simón Bolívar. Restaban pocos minutos para el inicio de la segunda presentación de Green Day en Colombia e igual que 4 años antes del concierto de Black Sabbath, en la capital no paraba de llover.
Al aire ‘Boulevard of Broken Dreams’: sin souvenires, fuego o explosiones, tampoco comentario alguno, sólo letra, guitarra y voz, orgánico; referente de la música punk-rock de los noventas y de apellido como el de su paisano trompetista: Billie Joe Armstrong a petición de olvidarse de las redes sociales y disfrutar, mantenía cautivos a miles de seguidores, rostros que en tribuna brillaban a la luz de ‘luciérnagas’ móviles sostenidas.
Emocionada -no era para menos- la primera seguidora invitada a subir, vestía camiseta de ‘American Idiot’ quien posiblemente no había nacido cuando se grabó ‘Longview’ 23 años atrás e igual la cantaba con propiedad ‘tragándose’ al escenario, ni el bajista Mike Dirt se salvaría de semejante energía al recibir un ‘pico’ en la mejilla. Cantar, bailar, tocar e incluso recibir como regalo una guitarra. Muchos hubieran querido ser los elegidos pero sólo 3 personas y un ‘colado’ recibieron el privilegio de escribir su propia historia, cada cual tiene la suya y la música enseña a respetarlas todas. Entre la gente de la localidad Revolution resaltaba la de un hombre luego del anuncio de ‘2000 Light Years Away’ (1991), no parar de vivirla decía mucho de él.
Reclamo a un mundo idiotizado, activar la memoria cuantas veces sea necesario en contra del discurso de nuestros dirigentes, no es trillado, menos cuando se comenten los mismos errores. Casi 11 minutos de una montaña rusa de emociones, ‘Jesús of Suburbia’ hilada en diferentes tempos, con todos los fieros sonoros y de producción arriba, además, conecta la evolución musical de Green Day luego de 3 décadas, nexo bajo el cual han viajado varias generaciones, guiño activo sobre las 8:30 de la noche, una vez las voces de Queen seguidas al unísono irrumpen en los parlantes para introducir el show. Sin embargo, el momento de sellar el vínculo entre padres -algunos nacidos en los años dorados del rock- e hijos crecidos en las melodías de Revolution Radio, se presenta cerca al cierre, mientras el líder de la orquesta que suma otra guitarra, acordeón, piano y armónica, permanece acostado sobre el piso invitando a cantar a media voz: ‘Hey Jude’ de los Beatles y la poca satisfacción de los Stones. Nadie escapaba.
Atrapados, libres de fronteras, una vez pisan el escenario atraviesan
Más de 300 conciertos y 2 discos llevaba Green Day al momento de encarar el salto vertiginoso que significó firmar con el sello mayor Relapse Records en 1994, ya antes la semilla verde había germinado en subterráneo. Controvertir acerca de si se debió o no dar el salto o de sus recientes trabajos, es respetable, pero decir que olvidaron entregarse literalmente a quienes ayudaron a llevarlos a la gloria, no sería justo.
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