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Este mapa fue publicado inicialmente en el Blog Urbe y Orbe del Banco Interamericano de Desarrollo. Para ver mas entradas http://blogs.iadb.org/urbeyorbe/

Quien se haya aventurado en una ciudad latinoamericana más allá del circuito turístico sabe que existen barrios invisibles: zonas que no aparecen en los mapas, calles sin pavimento y sin nombre, casas fabricadas improvisadamente por sus propios moradores con materiales de desecho. Los urbanistas los llaman “asentamientos informales”. Para las autoridades son un motivo de preocupación porque sus habitantes carecen de los servicios urbanos más básicos y tampoco ostentan títulos de propiedad que legitimen sus viviendas.

Uno  los problemas para atender las necesidades de estos asentamientos es la falta de información que permita diseñar respuestas apropiadas. Por ejemplo, cifras de población o el trazado de calles existentes. Tradicionalmente, este obstáculo se superan enviando equipos multidisciplinarios a recorrer el terreno. Es un trabajo pesado, difícil y largo. Así se hizo, por ejemplo, con el programa del BID Mejoramiento de Barrios (PROMEBA) en Argentina.

Pero recientemente ha surgido una nueva forma de solución, más efectiva y menos costosa, que explota las infinitas posibilidades de las tecnologías digitales. Grupos de la sociedad civil en Kenia y la India han impulsado un modelo participativo que levanta información sobre asentamientos informales con estas tecnologías. Así se producen mapas con datos georreferenciados accesibles online y offline que sirven para contabilizar y monitorear aspectos demográficos y territoriales.

Un buen ejemplo es en el barrio de Kibera en Nairobi, donde viven unas 200,000 personas. Hasta 2009, sus casas y calles no aparecían en los mapas de la ciudad. Ese año una docena de jóvenes fueron capacitados para transformarse en cartógrafos de su propia comunidad. Usando receptores de GPS, estos jóvenes trazaron a pie todos los caminos y callejones de las trece aldeas de Kibera, capturando las huellas digitales del territorio que conformarían el primer mapa de base del barrio. En tres semanas ya se había elaborado un mapa usando OpenStreetMap, un mapa digital de código abierto construido con crowdsourcing.  Con el tiempo, se agregó una contabilización de los recursos de la comunidad,  incluyendo la geolocalización de baños, puntos de acceso al agua, centros médicos y escuelas.

Kibera at sunset“ – Foto de Kent Werne

En la India la ONG Transparent Chennai implementó una iniciativa similar para relevar datos en los asentamientos informales de Chennai. Sin tener acceso a dispositivos móviles de GPS, voluntarios relevaron información sobre la ubicación y estado de baños, basurales y puntos de agua con lápiz y papel sobre planos impresos desde Google Maps. El grupo digitalizó la información geográfica creando distintas capas para un mapa interactivo accesible a ciudadanos, autoridades y otros actores de la sociedad civil. El catálogo de las carencias de servicios en áreas informales gatilló respuestas concretas de las autoridades. En las áreas donde el grupo relevó información ha mejorado la recolección de residuos y se han reparado baños y puntos de acceso al agua.

Esta tendencia también llega a América Latina. En el hackathon de Buenos Aires de 2013 surgió una propuesta para potenciar el trabajo de campo del organismo municipal a cargo de las villas de Buenos Aires. Digitalizaron y georreferenciaron el registro de organizaciones sociales en la Villa 21-24. Antes, en el mapa del gobierno aparecía un espacio en blanco; ahora, una georreferenciación detallada de los recursos sociales existe en GoogleMaps y en Google Earth. Luego se creó un mapa digital de la villa con OpenStreetMap y allí se dibujaron los actores sociales de la comunidad, indicando comedores comunitarios, centros de salud, bibliotecas, entre otros.

Estas metodologías de relevamiento de información tienen barreras de entrada relativamente bajas porque las herramientas digitales están disponibles, comercialmente (GPS) o de libre uso (OpenStreetMap). El punto crítico es poder contar con la capacitación de actores locales, que en Kibera, Chennai y Buenos Aires fueron brindados por ONGs. Otro aspecto clave es la articulación con autoridades municipales.

Estas tecnologías muestran que las soluciones están al alcance de la mano, y que las comunidades organizadas pueden hacer grandes aportes con pequeñas acciones. Gracias a estas iniciativas, los habitantes más vulnerables de los “barrios invisibles” dejarán de ser invisibles para las autoridades locales.