Este blog fue publicado inicialmente en ¿Y si hablamos de Igualdad? del Banco Interamericano de Desarrollo http://blogs.iadb.org/y-si-hablamos-de-igualdad/

Dentro de los diversos hallazgos de la Encuesta Internacional de Hombres e Igualdad de Género realizada en Brasil, Chile y México, hay uno que despierta especialmente la curiosidad: los hombres con actitudes más modernas y equitativas sobre género -como cambiar pañales (mi colega Clara Alemann explica por qué los hombres verdaderos lo hacen), ocuparse de las tareas del hogar u oponerse a la violencia contra mujeres y niños- reportan estar más satisfechos sexualmente. Similarmente, las mujeres con cónyuges con estas actitudes afirman estar también más satisfechas con su vida sexual.

Tomando este dato interesante como punto de partida, supongo que a muchos les gustaría una respuesta más precisa a la siguiente pregunta: ¿qué es un hombre moderno?

Un hombre moderno es aquel que no se limita a él mismo, a su cónyuge o a su familia basando su vida en nociones antiguas de la masculinidad y roles tradicionales sólo porque sí. Es el que no se siente menos macho por tener una pareja que trabaje (y hasta gane más dinero), por cuidar y disfrutar de los niños o por hablar sobre sus sentimientos. Es un hombre que no tolera la violencia en su casa o contra las mujeres que lo rodean. Tal vez la mejor descripción del hombre moderno es que busca y ve su contraparte en la mujer moderna.

¿Y por qué nos debería importar esto de que los hombres sean modernos o machistas a los que desarrollamos políticas públicas y programas de desarrollo en América Latina y el Caribe?

Así que sí, debe importarnos, porque lo hombres modernos están colaborando para que las generaciones futuras sean más saludables y están mejor preparadas, están haciendo posible que sus ciudades más seguras, están contribuyendo al desarrollo de su país. Y sí, también tienen mejor sexo.