Este blog fue publicado en Primeros Pasos del Banco Interamericano de Desarrollo
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Por Florencia Lopez Boo y Jane Leer(*)
Mi hijo de 3 años va a comenzar el pre-kinder y ahora el sistema escolar público de la ciudad de Washington, DC (DCPS), en los Estados Unidos, exige que visitadores domiciliarios vayan a los hogares de todos los alumnos nuevos. Así visitaron por primera vez nuestro hogar ¡y fue todo un motivo de celebración! Vinieron dos maestras y nos hicieron algunas preguntas. Pero lo más importante es que establecieron una excelente conexión con mi pequeño, y de alguna manera los tres terminaron bailando en la sala de mi casa. El objetivo de las visitas domiciliarias de DCPS es “reunir a maestros y padres a fin de establecer una relación de confianza mutua para brindar un mejor apoyo al niño”. La visita mencionada me hizo pensar en los programas de visitas domiciliarias para padres y niños que hemos apoyado mediante el trabajo del BID en nuestra región. Justamente Nicholas Kristof escribió un artículo en el New York Times anteayer sobre el poder de este tipo de visitas para combatir la pobreza.
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Los programas para padres implementados por trabajadores capacitados en visitas domiciliarias enseñan a los padres a desarrollar habilidades en los niños y tienen el potencial de reducir considerablemente las desigualdades en el desarrollo cognitivo y social de los niños entre diversos grupos socioeconómicos. La mayor parte de la evidencia del impacto de las visitas domiciliarias proviene de programas a pequeña escala, como el deJamaica. A fin de ampliar los programas existentes y desarrollar programas nuevos, necesitamos saber cómo mantener la calidad y —en particular— cómo conservar la calidad de las interacciones entre los visitadores y las familias.
Este verano, Jane, quien es miembro de nuestro equipo, visitó cinco programas de apoyo en la crianza para padres en la región, a fin de recopilar datos sobre lo que sucede en las visitas domiciliarias implementadas por los programas existentes y ayudar a comprender lo que es importante cuando se analiza la calidad de dichos programas. Aquí se incluyen algunas de sus observaciones sobre los programas visitados:
– Child Development Group en la Universidad de West Indies, Jamaica: Los visitadores jamaiquinos enfatizan continuamente el desarrollo del lenguaje durante la visita, por lo que conversan con la persona a cargo de los niños sobre la importancia de hablar con ellos, incluso (especialmente!) durante las actividades cotidianas como bañarse, cocinar y limpiar.
– Programa de Primeira Infancia Melhor (PIM), Brasil: Es impresionante ver la flexibilidad y receptividad de los visitadores del PIM. Ellos identifican las necesidades de cada familia y responden a ellas, adaptando frecuentemente las actividades de la visita según el interés de los niños o la solicitud de la persona a cargo de ellos en el hogar.
– Cuna Más, Perú: Cuna Más es uno de los pocos programas para padres que trabaja con varias comunidades indígenas. Los “Espacios de Juego” son otro aspecto innovador de este programa. Con la ayuda del visitador, las familias crean un área segura para que los niños jueguen en el hogar. Los Espacios de Juego incentivan a los papás a participar en el desarrollo de sus hijos. Estos construyen orgullosos juguetes para ellos.
– Amor para los más chiquitos (APLMC), Nicaragua: La fortaleza del programa APLMC consiste en el uso de recursos disponibles (juguetes y juegos hechos con objetos que se encuentran en la vivienda o la naturaleza). Por ejemplo, en una visita observé la manera en que un visitador le mostraba a la madre cómo usar una botella de agua vacía y granos de maíz para que el niño practique sus destrezas motrices finas (es decir, introducir los granos de maíz por la pequeña boca de la botella). Es importante demostrar el uso de los mencionados recursos, ya que eso revela a los padres que no se necesitan juguetes costosos para estimular el aprendizaje temprano.
– Creciendo con Nuestros Hijos (CNH), Ecuador: Los visitadores del programa CNH se destacan por su capacidad para involucrar activamente a las personas a cargo de los niños. Durante la visita, los trabajadores hacen una pausa para pedir a la persona a cargo de los niños que examine y evalúe las actividades de la visita (por ejemplo, “¿Resolvió María este rompecabezas con facilidad? ¿Cómo podemos hacerlo más fácil? ¿Cómo podemos desafiarla?”). Los visitadores del programa CNH explican claramente el objetivo de cada actividad y se aseguran que la persona a cargo de los niños comprenda la razón por la que se selecciona cada actividad.
En cada programa quedé totalmente sorprendida por la dedicación y la pericia de los visitadores que observé. Aparte de las exigencias físicas del trabajo (caminar kilómetros de una a otra casa), los visitadores tienen que ganarse la confianza de cada familia y comunicar eficazmente conceptos nuevos que a veces contradicen las normas sociales y las actitudes sobre el desarrollo de los niños. En cada programa es evidente que las familias y las comunidades realmente valoran el trabajo de los visitadores. Conocí a abuelos, madres, padres y maestros que me hablaron de las mejoras positivas que han visto en sus hijos desde el comienzo del programa.
Todavía estamos aprendiendo cómo brindar mejores condiciones en cuanto a la estabilidad laboral, el reconocimiento, la capacitación y el apoyo permanente que necesitan los visitadores para sobresalir en su trabajo. Al mismo tiempo, es necesario que los programas funcionen de manera eficiente, manteniendo bajos los costos operativos para alcanzar a tantos niños como sea posible.
Como Jane lo menciona, todavía hay mucho por aprender en la región para mejorar las visitas domiciliarias. Los resultados preliminares de estas visitas evidencian que las cualidades del visitador que más escasean son exactamente aquellos con mayor potencial de influir en el desarrollo de los niños (esa es la mala noticia). Sin embargo, se puede influir en dicho desarrollo con la capacitación de los visitadores (y esa es la buena noticia!).
Entre algunos ejemplos de los mencionados elementos se incluye el hecho de si el visitador pide a la persona a cargo de los niños que demuestre las actividades practicadas, si explica las actividades a la persona a cargo, si demuestra las actividades para los niños, si procura obtener su opinión, si brinda refuerzo positivo a la persona a cargo, si utiliza correctamente el manual del programa, si promueve activamente el desarrollo del lenguaje durante la visita, etc.
Los resultados completos del mencionado estudio se publicarán en la edición 2015 de la publicación anual Desarrollo en las Américas (DIA). Si usted se ha suscrito a nuestro blog, recibirá las noticias en su casilla de correo electrónico.
¿Has recibido una visita domiciliaria? ¿Cómo fue tu experiencia? Comparta este artículo con otras personas para que se informen sobre estas iniciativas.
(*) Estamos profundamente agradecidos a las familias que recibieron a Jane en su hogar, a los visitadores que le permitieron observarlos en su trabajo, y a los coordinadores y directores de los programas, quienes organizaron las visitas y compartieron con ella sus valiosos conocimientos y observaciones.
Florencia López Bóo es economista senior en protección social en la Unidad de Protección Social y Salud (@BIDSPH) del BID. Su trabajo se enfoca en temas de desarrollo infantil temprano y evaluación del impacto de los programas de protección social.
Jane Leer trabajaba como consultora de la División de Protección Social y Salud del BID donde apoyaba proyectos de la primera infancia en la región. Hoy se encuentra haciendo una maestría en Políticas de Educación Internacional en la Universidad Stanford.