Imagínese que usted va caminando tranquilamente por la calle de noche y con su pareja. De repente y sin motivo alguno, los detiene un policía, los interroga e inicia un registro manual de todo su cuerpo y el de su pareja. Todo en contra de su voluntad claro. Suena invasivo, ¿no?
Esto es lo que se llama “stop and frisk” o “cateo policial agresivo”, probablemente una de las técnicas policiales más polémicas de la actualidad.
Y seguramente sonará peor, si se entera que es más probable que lo sometan a este desagradable proceso si usted es de raza negra o latino que si es de raza blanca, aún cuando los cateos a blancos reportan proporcionalmente, una mayor cantidad de armas y otros elementos decomisados.
El stop and frisk ha sido sujeto de varias acciones judiciales en los Estados Unidos que buscan su regulación, aunque no su prohibición absoluta. Es cuestionado particularmente por la forma en que los policías escogen a quién “catear”. Algunas razones que justifican el cateo están en la categoría de “movimientos furtivos”, que comprenden conductas como que la persona “cambia de dirección”, “mira por encima de su hombro” o “toma algo en su bolsillo”.
Inevitable no recordar aquí al “Pedro Navaja” de Rubén Blades con su diente de oro.
Sin embargo, esta técnica ha tenido impactos positivos, según las autoridades de la ciudad de Nueva York. Ha permitido sacar muchas armas ilegales de la calle y hacer decomisos significativos de drogas, como lo demuestran los reportes oficiales. Por lo que se piensa que a la larga, esto contribuiría a reducir el crimen y salvaría vidas. Para ellos, elstop and frisk ha sido una pieza clave en la reducción del crimen en la ciudad.
El problema es que la técnica puede ser fácilmente percibida más como una agresión de la policía a los ciudadanos que como una herramienta legítima de prevención del delito. Por tanto, va radicalmente en contra de los principios modernos de policía comunitaria o de proximidad. Como lo hemos dicho anteriormente, ahora las reformas policiales buscan que los ciudadanos sean concebidos y tratados como “socios” y no como “criminales potenciales”.
Como lo explica Richard Aborn en esta entrevista, sin una buena estrategia de comunicación, protocolos y supervisión adecuada, el uso de esta técnica puede resultar en serias violaciones de derechos humanos fundamentales y en una seria deslegitimación de la policía. Un eficiente sistema de control interno también es necesario para este fin, así como mucha capacitación y entrenamiento a los policías que utilizarán técnica.
El acercamiento al ciudadano es la prioridad, por lo que la recomendación general sería evitar prácticas policiales que distancian a la policía de los ciudadanos. O al menos controlarlas muy bien si son inevitables.
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El cuarto artículo basado en una serie de vídeos “Tres Minutos con un Experto” que fueron grabados durante nuestra Sexta Clínica de Seguridad Ciudadana, realizada el pasado mayo en la Ciudad de México