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Es muy probable que tenga una familiar, amiga o conocida que ha sido víctima de violencia de pareja. En América Latina y el Caribe, una de cada tres mujeres en una relación de pareja ha sido víctima de violencia sexual o física por parte de su esposo o compañero (OMS, 2013). En algunos casos, esta violencia va acompañada también de violencia emocional, y romper el ciclo se hace más difícil cuando existe dependencia económica.

La violencia doméstica es la principal expresión de la violencia contra las mujeres. Su carácter silencioso y permanente la transforma en una amenaza, que aunque invisible para la sociedad, socava de manera irreversible el bienestar, la libertad, y la integridad de las víctimas. En algunos casos, esta violencia acaba incluso con sus vidas. De diez asesinatos de mujeres en las Américas, cuatro son cometidos por sus parejas (UNODC, 2013).

Las consecuencias de la violencia doméstica son múltiples y el costo para la sociedad, enorme. Van desde efectos directos inmediatos y de largo plazo en la salud física y mental de las víctimas, hasta la reducción de su productividad. Esta reducción la sufren no solo las mujeres víctimas sino también los agresores, quienes presentan mayor abstencionismo laboral y mayores accidentes laborales luego de un episodio de violencia (Banco Mundial, 2014). La violencia doméstica incrementa la posibilidad de convertirse en agresores y víctimas al crecer de los niños y niñas que viven violencia en sus casas.

Los costos de prestar los servicios de atención en salud física y mental, policía y justicia son elevados (Morrison and Orlando 1999). Se estima que el costo económico de la violencia contra la mujer en la región oscila entre 1,6% y 3,7% del PIB. El costo económico y social de perder una vida, resulta incalculable.

La violencia contra la mujer trasciende las fronteras del hogar y se presenta en espacios públicos como el transporte, plazas, parques, callejones, lugares de trabajo y estudio, entre otros, bajo múltiples formas como la violencia sexual y física. Frecuentes son los casos de acoso en el transporte público en muchas ciudades de América Latina y el Caribe. El riesgo y temor constante de ser víctimas impide el acceso a derechos y oportunidades, y es una barrera para el desarrollo de las mujeres y niñas.

El próximo 18 de noviembre en la sede del BID en Washington se llevará a cabo un conversatorio en el que tres reconocidos expertos de la región compartirán, a través de sus experiencias, su visión de la situación de la violencia contra la mujer, los logros alcanzados y recomendaciones a los retos que enfrentan los países. Nos acompañarán:

Claudia Paz y Paz, Ex fiscal de Guatemala. Primera mujer fiscal de su país (2010–2014). Es reconocida por su lucha contra el crimen organizado y los abusos a los derechos humanos. Creó el modelo de atención integral MAI a víctimas de violencia doméstica y violencia contra la mujer, que actualmente se implementa en Guatemala. En el 2012 la revista Forbes la nombró como una de las cinco mujeres más poderosas cambiando el mundo, y en 2013 recibió el premio Judith Stronach de derechos Humanos. Estuvo nominada en 2013 al premio Nobel de Paz.

Jineth Bedoya, Subeditora Diario El Tiempo. Periodista, fue víctima y es sobreviviente de violencia sexual y violencia contra la mujer. Cuando hizo público su caso en el 2009, creó la campaña “No es hora de callar”. Promovió la creación de un protocolo sobre violencia sexual para las Fuerzas Armadas de su país. Hace tres meses logró que el Presidente de Colombia decretara el 25 de mayo (fecha de su secuestro), como el Día Nacional de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual; hace dos meses fue reconocida como una de los 30 mejores líderes de Colombia 2014, por la revista Semana y la Fundación Liderazgo y Democracia.

Carlos Echarri, El Colegio de México. Profesor Investigador del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA), El Colegio de México. Coordinador del Programa Salud Reproductiva y Sociedad y del Cuerpo Académico Reproducción de la Población y Salud, PROMEP. Carlos es miembro del grupo de investigación de solicitudes de declaratoria de alerta de violencia de género en México. Entre sus publicaciones está “la Violencia Feminicida en México 1985-2010”.

La violencia contra la mujer es asunto de tod@s. Todos podemos ser parte del cambio. Podemos ayudar a romper el ciclo de la violencia empezando por hacerla visible. Podemos ayudar y escuchar a una víctima, podemos eliminar el lenguaje que justifica la agresión, podemos evitar premiar a los que se consideran valientes a través de la imposición de la fuerza, podemos dejar de justificar la violencia, y definitivamente, debemos dejar de aceptarla como algo normal en nuestras vidas y las de quienes nos rodean.

La situación de violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe constituye una prioridad para el BID. Su prevención requiere la participación de múltiples actores que consideren que la seguridad y el bienestar de las mujeres y niñas son factores fundamentales para el desarrollo de la región, que es el desarrollo de tod@s. A mí me interesa conocer la situación de la Violencia contra las Mujeres y ser parte del cambio, y ¿a Usted?

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