Este blog fue publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo en ¿Y Si Hablamos de Igualdad?
Una mujer emprende un peligroso viaje a pie de más de 1.500 kilómetros por las rutas naturales del Pacífico. En Francia, una trabajadora intenta convencer a sus colegas de que renuncien a la paga extra para que ella pueda mantener su trabajo. Una madre texana escapa de un hogar violento y logra graduarse de la universidad para dar una mejor vida a sus hijos. En un mundo futurista, una joven humilde se convierte en la esperanza de todo un pueblo para liberarse del yugo de un gobierno opresor.
Con los Oscars a la vuelta de la esquina, es alentador descubrir que muchas de las actrices nominadas este año dieron vida a verdaderas heroínas en el cine: mujeres fuertes ante la adversidad, en muchos casos madres trabajadoras, que no se definieron por su relación como la novia, esposa o empleada del actor protagonista. Como ya comenté en una entrada anterior, la presencia de este tipo de roles femeninos es crítica para aquellas niñas y adolescentes que buscan modelos a seguir en la gran pantalla, dada la influencia que ejercen en la percepción que tienen de sí mismas y de sus propias posibilidades.
¿Es posible que finalmente Hollywood se haya dejado conquistar por el espíritu indómito de Reese Witherspoon en Wild o el afán de superación de Patricia Arquette en Boyhood? Tal vez no tan deprisa. Un nuevo estudio de la Universidad Estatal de San Diego indica que las mujeres representan tan sólo el 12 % de los papeles protagonistas de las películas más taquilleras de 2014. Y durante la última década, la situación ha ido a peor. Las últimas cifras representan una caída de tres puntos porcentuales con respecto a 2013 y una caída de cuatro puntos con respecto a 2002.
Secundarias, jóvenes, esposas y madres
Además de esta baja representación femenina, el 61% de los personajes masculinos en el cine fueron identificados por sus funciones profesionales, mientras que sólo el 34 % de las mujeres recibieron ese tipo de designación. En contraste, el 58 % de las mujeres fueron identificadas por los roles que asumen en su vida personal como esposas o madres. Ese es el caso de tan sólo el 31 % de los personajes masculinos.
Para más inri, las mujeres siguen siendo mucho más jóvenes que los hombres en las películas de Hollywood. Mientras que los hombres mayores de 40 años representaron el 53% de los personajes, las mujeres que rebasan la cuarentena apenas llegaron al 30%. Esta cifra tiene implicaciones para el número de figuras femeninas con autoridad que nuestras hijas reconocen en la gran pantalla.
¿Cambiarán estas tendencias en 2015? Si juzgamos por lo visto en lo que llevamos de año, el panorama es más bien desolador. El mayor estreno de este primer trimestre, 50 Sombras de Grey, ha levantado ampollas entre aquellos detractores que argumentan que, en vez de celebrar el sadomasoquismo como una fantasía sexual entre dos adultos, degrada a la mujer como objeto de deseo en una relación sumisa. Lo que no es objeto de debate es que la mujer aparece aquí, una vez más, como la figura virginal que se deja seducir por un hombre profesional con mucho más dinero y experiencia.
Pero no quiero terminar este artículo en una nota pesimista. Cuando me siente a ver los Oscars este año, me consolará recordar el impacto que ha tenido en muchas niñas la valentía de Shailene Woodley en Divergente, o la búsqueda de identidad de Agata Kulesza en Ida. Fueron pocas, y esperamos que pronto sean más, pero 2014 nos deja como legado algunos de los personajes femeninos más memorables de la historia del cine reciente.
¿Cuál es tu favorito?
Jose Luis Lobera es especialista Principal de comunicación del BID. Desde 2012 es asesor estratégico de comunicación en las áreas operativas de género, diversidad y mercados laborales. Su trabajo en la Oficina de Relaciones Externas también incluye la producción ejecutiva del área de comunicación corporativa audiovisual (BIDtv). Durante sus más de 15 años de trayectoria en el BID, ha implementado numerosas campañas multimediáticas de marketing social en América Latina y el Caribe. Tiene una licenciatura en Ciencias Políticas y un Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad de Boston