Este blog fue publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo en Sin Miedos
En lo que se refiere a la delincuencia, la última encuesta Latinobarómetro 2016 podría resumirse con un titular positivo: el porcentaje de ciudadanos que reporta haber sido víctima de algún delito (o que tiene un familiar que lo haya sido) en el último año bajó del 44% al 36%.
Cada país es una realidad diferente (el rango va desde un 48% de los venezolanos hasta un 29% de los ecuatorianos) y la cifra de victimización sigue estando dentro de los rangos históricos de la encuesta. No obstante, el hecho de que hay menos personas diciendo que han sido víctimas de la delincuencia es una muy buena noticia.
En primer lugar, si bien menos ciudadanos dicen haber sido víctimas de la delincuencia, apenas uno de cada ocho declara sentirse seguro de que no va a ser víctima de un crimen — un número abismalmente bajo. La enorme mayoría de nuestros ciudadanos vive con el miedo diario de que van a ser asaltados, amenazados o, incluso, asesinados. Los encuestados citaron la delincuencia como el segundo tema que más le preocupa, con un 25% de menciones, detrás de un 37% que citaron temas económicos.
Segundo, los países con más violencia no son aquellos donde la población se siente más insegura. En un mundo ideal, cuando suben los índices de delincuencia debería aumentar el miedo de la gente. En los países donde hay menos delincuencia, la gente debería sentirse más segura y con menos miedo. La realidad es más compleja.
Y si vamos más hacia atrás, en la última década, el porcentaje de latinoamericanos que dice que la delincuencia es el problema principal está muy por encima de lo que fue en los 90. Esto contrasta con la tasa de victimización, que se ha mantenido estable dentro del rango del 35% al 45%. La preocupación por la inseguridad es algo relativamente reciente.
La brecha entre realidad y percepción tiene que ver con muchos factores, desde el rol de la prensa hasta las dinámicas delictivas en los países. Como dice el informe, la percepción “no está relacionada con la cantidad de víctimas, sino con la evolución, el aumento y la velocidad de incremento de estos fenómenos en cada país”.
El reto es cambiar las percepciones para que la gente apoye políticas más efectivas, como una policía comunitaria que se gane la confianza de la ciudadanía, con gobiernos que usen estadísticas e información de manera efectiva y en programas multidimensionales que han sido rigurosamente evaluados.
En el BID, reconocemos que debemos hacer un mejor trabajo en comunicar con más contexto el fenómeno del crimen y la delincuencia y sus soluciones sostenibles (y que pocas veces son represivas). Por ello hemos elaborado una guía para comunicar sobre la delincuencia. Estamos finalizando un análisis de costo del crimen en nuestras economías, para entender mejor el impacto que tiene en el desarrollo. También destacamos las prácticas que funcionan mejor, especialmente en nuestros centros urbanos. Es un camino largo pero que nos permitirá alinear mejor la realidad delictiva con la sensación de inseguridad.
Suscríbase a nuestras alertas de email del blog Sin Miedos