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Este blog fue publicado en Educación del Banco Interamericano de Desarrollo http://blogs.iadb.org/educacion

*Escrito por Joanna Loeber, ganadora del premio ALAS-BID a Mejor Publicación

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El concurso ALAS-BID es un incentivo para el cultivo de sonrisas en la primera infancia

En un planeta que parece buscar constantemente la catástrofe, no hay nada como la sonrisa honesta y desinteresada de un niño para contagiar a todos de esperanza e irradiar felicidad. Los niños tienen el potencial de cambiar un mundo negro por una explosión de color y de sueños con la fuerza arrolladora del mar. Sin embargo, para lograrlo, es indispensable que tengan un balance entre buena educación, salud y, aún más importante, su área EMOCIONAL.

Todos hemos tenido algo que no nos gusta en nosotros y que, por ende, nos hace sentir mal, ¿no? Timo, “El Grandulón Tristón” es mi aliado estratégico para colaborarle a padres, docentes y cuidadores infantiles para trabajar el autoestima y la depresión en los más pequeños, ayudándoles a entender que todos nos podemos equivocar y que nuestras diferencias también son cualidades que nos hacen únicos y especiales. Timo es el personaje principal del primer volumen de la colección PASMI, la cual  reúne cuentos infantiles que parten de la psicopedagogía lúdica como un esfuerzo para identificar y prevenir el abuso en menores.

Tristemente, se estima que 1 de cada 4 niños y niñas sufre o ha sufrido algún tipo de maltrato al llegar a la adolescencia y que el mayor índice de abuso ocurre entre los 5 y 14 años de edad. Además se cree que el 70% de los casos de abuso no son denunciados. Sin duda, esta es una realidad que necesita ser transformada con urgencia. ¿Qué esperanza pueden tener los adultos del mañana si pierden su esencia y su amor a causa del dolor? No creo que sea un horizonte muy agradable de admirar; sin embargo, la luz al final del túnel es saber que tenemos en nuestras manos el potencial para prevenir situaciones de abuso. Dedicar tiempo de calidad a nuestros niños, hablar con ellos sobre la vida y estimular positivamente su concepción personal desde la primera infancia, son tareas sencillas que pueden hacer una diferencia significativa.

Con la ambición de poder lograr un cambio, tomé el riesgo de poner el primer ladrillo para hacer de PASMI una realidad. En mi cabeza y corazón no puede haber mayor inspiración que la sonrisa de un niño. Y, por suerte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Fundación ALAS están de acuerdo conmigo. Cuando vi el potencial del concurso ALAS-BID de lograr que voces a favor de la niñez de toda América Latina y el Caribe fuesen escuchadas, no tuve más remedio que participar; no tanto por el resultado del concurso, sino por la motivación de saber que era el momento de donar mi “humilde cosecha”, porque al unirla con otras íbamos a poder crear el mejor banquete en honor a la primera infancia. Como diría mi papá: “lo importante no es tanto el destino, sino el viaje y su paisaje”. Así, lo que más vale es la experiencia ganada, el saber que no estás solo en la lucha y que por muy humilde que sea tu idea, es una contribución que merece ser escuchada.

El camino hacia la cima de la montaña fue intenso, pero maravilloso. Crecí en el proceso y aprendí lo que no pude haber aprendido de otra forma. Haber ganado el concurso fue una sorpresa y es una inmensa felicidad para mí porque representa un reconocimiento al esfuerzo de todas las personas que trabajamos por un mundo mejor. Nuestras voces se están escuchando y hay una luz de esperanza cada vez más fuerte abriéndose camino. Timo y yo queremos cambiar el mundo ¿y tú?

* El Grandulón Tristón de Joanna Loeber cuenta la historia de un niño entristecido al sentirse diferente. Tristón es un personaje  dulce e inteligente que es adoptado, demasiado mayor para su edad, y despistado.  Estas características afectan a su estado emocional y le transportan en un viaje de descubrimiento personal.

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