Responsabilidad social de la ciencia: La conexión del mundo científico con la cotidianidad de la sociedad
Rosa Inés González-Torres, Ph.D.
Si la sociedad debe seguir el ritmo de las nuevas tecnologías, la comunidad científica debe estar mejor educada acerca de las implicaciones sociales y éticas de su investigación.
Como todos sabemos o suponemos, el papel del científico conlleva una serie de responsabilidades. Lo más obvio, por supuesto, es una investigación rigurosa y que se pueda replicar, en la que puedan otros miembros de la comunidad científica puedan confiar. Sin embargo, los científicos también tienen la responsabilidad de oponerse al uso indebido o al abuso en la aplicación de los resultados de la investigación, y de atender tanto las limitaciones como los impactos previsibles de su trabajo. Además, como miembros de la sociedad, los científicos tienen la responsabilidad de participar en discusiones y decisiones sobre el uso apropiado de la ciencia para abordar los problemas e inquietudes de la sociedad, y para llevar su conocimiento especializado y experiencia a actividades y discusiones que promuevan la educación de los estudiantes y conciudadanos [1]. Lo que conlleva a exponer una noción más amplia de la investigación y sus alcances, no es sólo hacer buena ciencia lo que la sociedad demanda del pensamiento científico, sino también, se requiere de sus capacidades, educación, habilidades, capacitación y experiencia para brindar conocimientos especializados y perspectivas para la comprensión y análisis de los problemas que afligen a la sociedad de la que forman parte. Principalmente, se necesita un acercamiento y un reconocimiento del científico como una parte de una gran interacción de áreas del conocimiento, para resolver problemas de la sociedad, en donde su participación refleje la asociación del conocimiento técnico-aplicado este contextualizado en la problemática. Como ejemplo de esto, puedo mencionar, la estrategia regional para controlar el pez león invasor en el gran caribe, coordinada por la FAO en la que gobiernos, universidades y organizaciones sociales, entre otras, se unieron a fin de ofrecer alternativas de solución, pero también uno de los puntos más importantes de esta participación de los investigadores fue presentar elementos para delinear políticas públicas y cambios legislativos [2] en pro de la conservación del medio ambiente.
Según Resnik (2011), la responsabilidad social de la investigación es «esforzarse por promover el bien de la sociedad a través de su investigación»,basada en la conducta ética, así como en las reglas o responsabilidades éticas; debido a que se argumenta, que el enfoque basado en principios morales, no proporciona una orientación adecuada durante la toma de decisiones éticas y no son muy útiles en la educación moral [3].
El modelo de responsabilidad social de la investigación se basa en el principio de inclusión, involucrando a todos los actores en una etapa temprana de la investigación (científicos, organizaciones de la sociedad, la industria y autoridades), permitiendo que la innovación se desarrolle en un modo de co-construcción que «asegure la corresponsabilidad» en el desarrollo y aplicación de tecnologías, por ejemplo, las biotecnologías.
Esto permitiría que la investigación se contextualice en un marco seguro y que esté orientada a la precaución, a manera de ilustración, puedo mencionar lo referente al empoderamiento en términos de responsabilidad social de la ciencia, de la investigadora Jeniffer Doudna, bioquímica y co-inventora de la tecnología para edición genómica llamada CRISPR-Cas9[b], quien a pesar de su alta capacidad técnica ha tenido un rol de liderazgo en el análisis de la aplicación de la tecnología en diferentes organismos bajo un contexto social, ético y regulatorio; principalmente, en relación con la edición genómica sobre células embrionarias. Durante la reunión de NAPA[c], Jeniffer Doudna mencionó [4]:
“La velocidad del cambio hace que la discusión sobre los problemas éticos y sociales de la edición de genes hereditarios sea urgente”.
Y sobre el propósito de la conferencia, que se realizó en la Academia Nacional de Ciencias en diciembre de 2015, mencionó:
«El verdadero propósito de esto no es solo comunicar los aspectos fundamentales sobre la ciencia al público y los no científicos, sino también a pensar profundamente juntos, como comunidad, sobre cómo avanzamos de manera responsable», dijo. «Por lo menos, espero que pongamos sobre la mesa cuáles son las preocupaciones de las personas y cuáles son sus puntos de vista».
El caso de la edición genética no sólo ha traído consigo nuevos desafíos en aspectos técnicos, sino también regulatorios y desde otros campos éticos y de responsabilidad de la ciencia, estos retos se han ido afrontando por la comunidad científica, gobiernos, reguladores, industria, sociologos, y desde muchas más áreas a fin de ir generando desde nuevos conceptos hasta la reflexión de las posibilidades que presenta la tecnología CRISPR (no sólo Cas9) en aplicaciones futuras.
La responsabilidad social de los investigadores incluye, por ejemplo, defender los estándares éticos de la sociedad mientras se lleva a cabo la investigación (por ejemplo, el tratamiento humanitario de los sujetos de investigación, ya sean humanos o animales de laboratorio), pero ¿se puede extender la responsabilidad a la aplicación del conocimiento generado? O ¿sobre el uso o mal uso de su investigación?, por ejemplo, pensemos en Julius Robert Oppenheimer, físico teórico estadounidense y profesor de física en la Universidad de California, Berkeley, a quien se les atribuye ser el «padre de la bomba atómica» por su papel en el Proyecto Manhattan, durante la Segunda Guerra Mundial, en este caso: ¿Quién debería ser responsable de la muerte y destrucción causada por la bomba atómica?
En general, los científicos tienen poco control, si es que tienen alguno, sobre el uso o mal uso de su investigación. Como resultado, una opinión generalizada dentro y más allá de la comunidad de investigación es que el usuario, más que el científico, es responsable de cómo se utilizan los hallazgos de la investigación, lo que llevó a concluir que, en el caso de la segunda guerra mundial, los responsables fueron los militares y los políticos.
Otros autores sugieren que la responsabilidad de una investigación está relacionada a asuntos de falsificación, plagio, fraude, autoría en las publicaciones, resultados de la investigación y obligaciones de mentoría y/o servir de revisor a otros investigadores [5]. Los temas científicos no son la excepción, por ejemplo la página https://retractionwatch.com/recopila anualmente entre 500 y 600 retracciones en artículos publicados en prestigiosas revistas científicas, que por diferentes causas fueron dados de baja, entre ellas figuran: datos no confirmados o inventados, copias de otros trabajos, mal uso de estadística [6], etc.
Un buen ejemplo, puede ser el caso Séralini, un profesor de la Universidad de Caen, que publicó afirmaciones sensacionalistas sobre estudios de alimentación a largo plazo de maíz transgénico en ratas, en la Revista Food and Chemical Toxicology en septiembre de 2012. En el año 2014, la revista se retractó de la publicación considerando que Seralini efectuó un inadecuado diseño experimental [7]; sin embargo, su estudio sigue siendo bandera de los grupos anti-OGM que han seguido circulando las conclusiones de Séralini en un intento por avivar los temores sobre la seguridad de los alimentos GM. Al dia de hoy, tres estudios europeos han refutado las afirmaciones de Gilles-Éric Séralini de que el maíz (maíz) modificado genéticamente induce tumores en ratas [8].
Sin embargo, la responsabilidad también puede observarse desde el marco ético en donde tiene deberes positivos y negativos, uno de ellos es evitar el riesgo injustificado o generar algún tipo de crisis en la sociedad, por ejemplo podemos encontrar varios de ellos reflejados en los marcos regulatorios de bioseguridad de organismos genéticamente modificados (OGMs) de diferentes países (principio precautorio, prudente vigilancia [9], análisis de riesgo, acciones de monitoreo, mecanismos de intercambio de información, entre otras medidas).
Como ilustración de ello, podemos mencionar dos ejemplos, el primero según Araujo y colaboradores (2019) para el caso de evaluaciones de riesgo en biodiversidad, la demanda de modelos en las evaluaciones de biodiversidad está aumentando, pero ¿qué modelos son adecuados para la tarea?, en casos como este, es prioritario el trabajo coordinado de científicos de diferentes áreas, que en conjunto logren proponer estándares de mejores prácticas y directrices detalladas que permitan calificar los estudios basados en modelos de distribución de especies para su uso en evaluaciones de biodiversidad. Considerando, que las evaluaciones de la biodiversidad a nivel mundial y regional basadas en el consenso científico son fundamentales para proporcionar la base científica para los debates y la formulación de políticas públicas en la sociedad, de lo local a lo internacional [10].
El otro ejemplo importante relacionado al fraude científico, es el caso Wakefield, investigador gastroenterológo, que en 1998 publicó en la revista The Lancet un estudio que relacionaba la vacuna triple viral MMR (sarampión, paperas y rubeola) y el autismo, el resultado temor generalizado hacia la aplicación de la vacuna con la subsecuente negativa de muchos padres de vacunar a sus hijos. Al día de hoy se sabe que se manipularon los datos para forzar la conclusión que buscaba, y que también confundió a los padres participantes del estudio y falseó información, en resumen el estudio tiene fallas científicas y éticas.
El Consejo Médico General se pronunció para demostrar que Wakefield actuó “deshonesta e irresponsablemente“, “mostró un cruel desprecio” por el sufrimiento de niños y jóvenes al someterles a pruebas innecesarias, “abusó de su posición de confianza” y “provocó el descrédito de la profesión médica“ [11]. En este caso podemos referirnos a como las prácticas científicas fraudulentas fuera del contexto de la responsabilidad social y de la ética han conducido a un problema de salud pública mundial [12]; porque la especulación sobre la conexión de la vacunación-autismo disminuyó la confianza de los padres en los programas de vacunación de salud pública y creó una crisis en Inglaterra y genero incertidumbre en el resto del mundo [12].
Para concluir, esta breve reseña de este tema tan amplio, en la práctica, la idea de investigación responsable requiere tanto la conciencia de los desafíos sociales como la capacidad de los investigadores para pensar acerca de la ciencia en el contexto más amplio de la sociedad, tomando parte en las discusiones y acciones relacionadas [13]. Por otro lado, también entran en el contexto de responsabilidad social, el apoyo en el desarrollo de políticas públicas, teniendo en cuenta que es un contrato entre la ciencia y la sociedad que debe ser “socialmente sólido y participativo” favoreciendo que las instituciones estén y sean construidas adecuadamente conforme a las responsabilidades de los científicos. Es importante reiterar la importancia de continuar con los esfuerzos de contar con un código de ética internacional aplicado a la investigación científica[d], armonizado, con amplia difusión, asi como, con observatorios que contribuyan en el desarrollo y aplicación de forma adecuada de las tecnologías en la sociedad contribuyendo al desarrollo sustentable.
Referencias
[1] Bird, S. J. (2014). Socially responsible science is more than “good science”. Journal of microbiology & biology education, 15(2), 169.
[2] FAO. (2013). Estrategia regional para el control del pez León invasor en el Gran Caribe.
[3] Resnik, D. B. (2011). What is ethics in research & why is it important. National Institute of Environmental Health Sciences, 1-10.
[4] Robert Sanders. (2018). CRISPR inventor calls for pause in editing heritable genes. Berkley News.
[5] Braun, M., y Dabrock, P. (2016). “I bet you won’t”: The science–society wager on gene editing techniques. EMBO reports, e201541935
[6] González Victoria. (2018). Los mayores fraudes científicos de la historia. Muy Interesante.
[7] Séralini, G. E., Clair, E., Mesnage, R., Gress, S., Defarge, N., Malatesta, M., … & de Vendômois, J. S. (2014). Retraction notice to ‘‘Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically modified maize’’[Food Chem. Toxicol. 50 (2012) 4221–4231]. Food Chem. Toxicol, 63, 244.
[8] Conrow Joan. (2018). Infamous Seralini GMO rat tumor study debunked by European scientist. Genetic Literacy.
[9] Almeida, M. S., y Quintanilha, A. (2017). Of responsible research—Exploring the science‐society dialogue in undergraduate training within the life sciences. Biochemistry and Molecular Biology Education, 45(1), 46-52.
[10] Araújo, M. B., Anderson, R. P., Barbosa, A. M., Beale, C. M., Dormann, C. F., Early, R., … & O’Hara, R. B. (2019). Standards for distribution models in biodiversity assessments. Science Advances, 5(1), eaat4858.
[11] Godlee, F., Smith, J., & Marcovitch, H. (2011). Wakefield’s article linking MMR vaccine and autism was fraudulent.
[12] Flaherty, D. K. (2011). The vaccine-autism connection: a public health crisis caused by unethical medical practices and fraudulent science. Annals of Pharmacotherapy, 45(10), 1302-1304.
[13] Sankar, P. L., y Cho, M. K. (2015). Engineering values into genetic engineering: A proposed analytic framework for scientific social responsibility. The American Journal of Bioethics, 15(12), 18-24.
[a]Beckwith, J., y Huang, F. (2005). Should we make a fuss? A case for social responsibility in science. Nature biotechnology, 23(12), 1479.
[b]CRISPR, una herramienta para editar el genoma que está revolucionando la ciencia. http://biogenic-colombia.blogspot.com/2015/10/crispr-una-herramienta-para-editar-el.html
[c] La reunión se realizó el 3 de abril de 2015 en Napa, California, en donde un grupo destacado de biólogos y éticos, en los que estaban presentes Paul Berg y David Baltilmore (organizadores de Asilomar), debatieron sobre los asuntos de bioseguridad y las implicaciones éticas y sociales de la ingeniería genética.
[d] La UNESCO desde su competencia lidera y coordina investigación en bioética. Además, considera que la reflexión global sobre estos temas es de crucial importancia para garantizar que las nuevas tecnologías, sirvan al bien de las sociedades, contribuyan al desarrollo sostenible y respeten los derechos humanos y la dignidad humana.