“¿Puedo no usar medias veladas?”, le pregunté este fin de semana a «San Google» con la ilusión de encontrar un artículo titulado: ¡Las medias veladas están out!
La verdad es que las medias veladas son para las mujeres lo que la corbata para los hombres: las dos prendas se ven lindas, sí, pero ¡qué incomodidad! Las dos aprietan, las dos son delicadas, las dos asfixian cuando la temperatura sube y las dos son una rentica considerable. Pero, así como he visto que la corbata es cada vez más opcional, tengo la esperanza de que las medias veladas también lo sean.
En mi closet tengo varios vestidos o «baticas», como dirían las abuelitas. Me encantan. Resaltan nuestra feminidad, bien llevados son capaces de robar muchas miradas y sí, son muchísimo más lindos que el pantalón del mejor diseñador del mundo. Pero ya perdí la cuenta de cuánto hace que no los luzco, principalmente por una razón: no me gusta usar medias veladas. Y como no sé si está muy mal que me los ponga sin medias veladas, prefiero no ser tan absolutamente transgresora de los códigos de la moda y me abstengo de vestirlos.
¿Por qué no me gustan las medias veladas? Número uno, es una prenda de vestir bastante incómoda (como la corbata). El caucho en la cintura es verdaderamente insoportable, sobre todo en los días calurosos de esta dizque ciudad fría.
… Que sí, que «ocultan la falta de bronceado de las piernas» (ahora resulta que TODAS las mujeres debemos tener piel bronceada); que sí, que ayudan a «ejercer control en las zonas más gorditas de las piernas o a lucir menos pancita» (estrategias de mercadeo); que sí, que «puedes crear atuendos muy creativos y personalizados con solo usar medias con textura, color o terminados atractivos» (¡peor! Prefiero la pierna al natural); que sí, que «jamás soportarás el frío».
Le pregunté a una amiga, de la costa Caribe ella, que si le había resultado muy difícil aprender a usar medias veladas cuando llegó a Bogotá a trabajar. Con la simpatía de los caribeños, me respondió: “Pues duro no, pero sí muy incómodo. Aprietan mucho y uno siente como una malla todo el tiempo; algo así como una butifarra empacada al vacío”. Otra amiga, bogotana bacana, me dijo: «A mí nunca me han gustado porque me dan alergia; me pican las piernas».
Razón número dos por la cual no me gusta esta prenda: como las corbatas, también son una renta insoportable. Las estrena uno en la mañana y en la tarde ya están rotas por algún lado. Ignoro si el negocio está allí o si de verdad es imposible fabricarlas de un material resistente.
Hace muchos años, en 1994, el colega periodista Carlos Fernando Gaitán, entonces redactor de EL TIEMPO, hizo una investigación sobre este tema, que recopiló en un artículo genialmente titulado “Las medias, una vena rota para las mujeres”.
¡Claro! Contaba Gaitán que anualmente las mujeres colombianas gastaban en medias veladas, en 1994, ¡16.790 millones de pesos! Hizo un sondeo entre un grupo de mujeres y encontró que casi la mitad de las consultadas gastaban entre 2 y 4 pares de medias a la semana y que para la tercera parte de ellas el gasto era mucho mayor porque gastaban entre 6 y 8 pares por semana. ¿Se imaginan? ¡Entre seis y ocho pares por semana! ¿Qué bolsillo aguantaba?
Por eso, tuve la esperanza de encontrar un artículo en Google que me eximiera, sin atentar flagrantemente contra la moda, de semejante prenda de vestir tan incómoda.
Pero no. La mayoría de ellos me decían cuándo sí usarlas y cuándo no.
“Es simple: a mayor formalidad, más ropa se debe usar y eso incluye las medias veladas ya sean claras u opacas” (Fucsia.com). “Como experta, te cuento que la regla en vestuario, protocolo y etiqueta dice que entre más formal sea la ocasión (trabajo, citas o reuniones de negocios, presentaciones y exposiciones) siempre debes llevar medias puestas sean claras u oscuras”, escribe Alice Gaviria, asesora de Imagen y estilo.
En fin… A veces me dan ganas de ponerme mis «baticas», pero me las aguanto porque no soporto la idea de usar medias veladas.
¿Qué opina usted? ¿Hacemos una cruzada para que su uso sea opcional?