1. Habían en lugar de había. Resulta que el verbo “haber” puede referirse a la existencia o presencia de algo, simplemente, con lo cual no necesitamos sujeto. Es decir, tiene un uso que los académicos de la lengua llaman “impersonal” = sin persona, sin sujeto. Entonces, en este caso, yo no puedo repetir lo que un congresista declaró cierto día en radio: “En el momento de la votación, habían diez legisladores”. Error. En este caso, como no me refiero a un sujeto en particular, sino a la simple existencia de algo, tengo que decir: “En el momento de la votación, había diez congresistas”.
Cuando usted quiera hablar de la existencia de algo use “había”, en singular; nunca en plural. Pruebe esta clave: cuando el verbo haber vaya antes de un número cualquiera, use “había” siempre; nunca “habían”. “Había cinco estudiantes respondiendo la prueba”, “Había como seis carros haciendo la fila para entrar al centro comercial”. “Cuando menos lo pensé, había ocho perros a mi alrededor”.
Es muy diferente ese uso a cuando decimos: “Tres congresistas se habían retirado del congreso”. Aquí el verbo no es impersonal porque la frase tiene sujeto=tres congresistas (sujeto). Lo mismo en “Doce congresistas se habían declarado impedidos”. ¿Quiénes se habían declarado impedidos? “Doce congresistas”.
2. En mi opinión personal. Esta expresión, como muchas otras que usamos a veces sin darnos cuenta, va en contravía de lo que lingüistas como Noam Chomsky llaman “economía del lenguaje”. Si puedo decir algo con solo dos palabras, para qué usar tres. ¿Para qué decir, entonces, “mi opinión personal”? Si es “mía” esa opinión, desde luego que es personal. Simplemente digamos: “en mi opinión”. “En mi opinión, no se debe limitar la entrada de personas al recinto”. “Mi opinión es que sí debemos bajarles el sueldo a los congresistas” (ojalá).
3. “Yo soy de los que piensa…”. En el idioma español –y supongo que en todas las lenguas- hay algo que se llama “concordancia gramatical”. Fíjese en esta oración y luego la diseccionamos para tratar de entender mejor este concepto (no me gusta recurrir a las normas… a veces me parecen aburridas): “Yo soy de los que piensa que los congresistas defienden intereses particulares”. Sujeto=yo. Verbo=soy. Complemento=de los que piensa que los congresistas defienden intereses particulares”. ¿Eres de qué? “uno de entre esos que piensan”. Es decir, “uno de los que piensan”. Luego, en este caso, si soy “uno de entre tantos”, el verbo que acompaña a ese plural “les” debe ir, también, en plural. Por lo tanto, tengo que decir “yo soy uno de los que piensan que los congresistas defienden intereses particulares”.
Veamos otro ejemplo: “Este proyecto tiene una gran ventaja y es que le cambia la vida a las comunidades”. ¿A quién le cambia la vida, según el candidato presidencial en su discurso? A las comunidades. Las comunidades, entidad plural, como dirían los lingüistas. Entonces no es “le cambia la vida a las comunidades”, sino “les cambia la vida (a ellas, plural) a las comunidades”. O como cuando ese mismo candidato proclama, desde la plaza pública: “Yo le digo a los colombianos…”. Ajá, ¿a quién le dice, señor candidato? “A los colombianos”. Aaaaah… a ellos, los colombianos, usted les dice, no le dice, porque es una entidad plural, no singular. Luego, lo correcto es: “Yo les digo a los colombianos”.
4. “Aquí a mis espaldas”. Y hablando de plural, algunos colegas periodistas de televisión, con el perdón de la audiencia, no tienen una, sino dos espaldas (o tres, o cuatro… qué sé yo), en plural. Entonces, con frecuencia los oye uno decir: “Aquí a mis espaldas vemos la cantidad de personas intentando entrar”.
Todos los mortales, en el planeta Tierra, tenemos una sola espalda. Luego, siempre debemos decir: “Aquí, a mi espalda, vemos la cantidad de personas intentando entrar”.
5. Demen, tráigamen, córrasen. ¿Qué tal que Arquímedes de Siracusa, el gran científico del mundo antiguo, hubiera dicho: “Demen un punto de apoyo y moveré al mundo”? No. Cuando él descubrió la ley de la palanca, algo que manejan con destreza nuestros políticos, dijo: “Denme un punto de apoyo y moveré al mundo”. O sea, “Hey, ustedes, tráiganme un punto de apoyo y les muevo esta vaina”. El verbo no se “pluraliza”, no se convierte en plural, agregándole una “ene” al final. Nunca.
Entonces, cuando vayamos colgados de la altísima barra en un articulado de TransMilenio y nuestro vecino reclame, a los cuatro gritos: “¡Córrasen para adelante!”, digámosle, con cariño, que es “córranse para adelante”.
En la próxima entrega repasaremos otras cinco expresiones incorrectas a la hora de hablar. Nos vemos. “Denme” ese gusto.
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