Mario de Jesús Zambrano Miranda
Coordinador Cúcuta Cómo Vamos
@CucutaComoVamos
La calidad de vida de las sociedades no se mide sólo con base en el crecimiento material o en el aumento cuantitativo del cemento en sus distintas expresiones. La calidad de vida comprende, también, una realidad multidimensional, interdependiente y compleja.
En ese sentido, una de las dimensiones importante de este proceso es la cultura ciudadana que, según el Centro de Estrategias y Desarrollo de Valencia (2006), se puede definir como “el conjunto de valores, actitudes, comportamientos y normas compartidas que generan sentido de pertenencia, impulsan el progreso, facilitan la convivencia y conducen al respeto del patrimonio común.” Y, además, fortalece el capital social que permite vigorizar las acciones colectivas, institucionales y públicas para el bienestar social.
Uno de los grandes retos que tiene Cúcuta y la frontera es precisamente tejer una cultura ciudadana y desarrollar también una cultura democrática, que permita reconocer la diversidad y formas distintas de pensar y sentir. Este binomio debe mejorar la convivencia, propender por la realización humana, el respeto de los derechos y la promoción de valores que construyan ciudad, y mecanismos dialogantes para resolver los conflictos.
¿Qué dicen los datos? Según la Encuesta de Percepción Ciudadana realizada por el Cúcuta Cómo Vamos en 2015, cuando se pregunta a los ciudadanos si hay un buen comportamiento frente a legalidad en la conexión de servicios públicos, normas ambientales, normas de construcción, cuidado de los bienes y espacio públicos, y normas de tránsito, ninguno de los anteriores supera el 33%.
Por otra parte, cuando se indaga sobre la alta probabilidad de ser sancionado por saltarse los tramites, dañar un bien público, invadir espacio público, arrojar basura a la calle y violar las normas de construcción, ninguna de las anteriores supera el 32% (no pagar impuesto portar armas, incumplir normas ambientales y de transito también son bajas).
Frente a los temas de una cultura democrática que respete la diferencia, los resultados no son halagadores, cuando se les pregunta si hay respeto por los demás, a los grupos que peor les va son minorías étnicas, desplazados, mujeres, reinsertados, LGBTI, ya que no superan el 42%.
Estos estados de cosas deben ser enfrentadas con una política que articule e integre varios actores sociales, que tienen capacidades y recursos (humanos, económicos y sociales) para generar una propuesta de ciudad que permita responder a este desafío.
La sinergia entre el saber, la voluntad política, la responsabilidad social empresarial y las dinámicas de la molécula social (formas de organización social), son claves para desarrollar una pedagogía que transforme cualitativamente la ciudad, pues aunque existe una propuesta de la administración municipal interesante denominada el “Pacto Social”, aún esperamos que el resultado tenga buenos frutos, ya que al encontrarse en su etapa inicial no es posible evaluar su acogida ni el proceso.
Es por esto que no podemos hablar de calidad de vida sino se asume el reto de construir colectivamente una Cúcuta más democrática, con mayor sentido de pertenencia y sostenible. Esta propuesta debe tener una prospectiva a 20 o 30 años, donde las futuras generaciones tengan más oportunidades y vivan mejor.
Por lo tanto, una cultura democrática y ciudadana son propósitos loables y posibles de construir. Esto quiere decir que supere el romanticismo de lo aspiración para materializarlo en la cotidianidad de los hombres y las mujeres de este terruño.
@redcomovamoscol