Por: Omar Oróstegui Restrepo
Director del Programa Bogotá Cómo Vamos
@bogotacomovamos

A la luz de los más recientes resultados de las Encuestas de Percepción Ciudadana de Bogotá, Medellín, Cali y Pereira, 4 de cada 10 bogotanos se sienten orgullosos de la capital, 7 de cada 10 manifiestan orgullo por Medellín, 5 de cada 10 dice lo propio sobre Cali y 7 de cada 10 afirman estar orgullosos de la capital risaraldense.

Así mismo, casi la mitad de los habitantes de Bogotá se siente satisfecha con ésta como un lugar para vivir. En Medellín, 8 de cada 10; en Cali, el 57% y en Pereira, el 79%.

Al analizar, con más detalle, algunos indicadores, se encuentra que la seguridad, la situación económica, qué tan amigable es la ciudad con los menores de 5 años, la satisfacción con el barrio y la manera como se invierten los recursos públicos impactan, en mayor medida, el nivel de satisfacción de los bogotanos con su ciudad.

En el caso de Medellín, el orgullo es la variable que mejor explica el nivel de satisfacción con la capital paisa, un orgullo asociado a la calidez, solidaridad y empuje de su gente. Pero, más allá de este, también inciden la satisfacción con el barrio, la sensación de seguridad, la posibilidad de emprender con éxito una actividad económica independiente, la facilidad para encontrar trabajo y la satisfacción con las actividades culturales.

En general, se observa que los habitantes de las cuatro capitales tienen en común una buena valoración del barrio donde viven, de su vivienda y se sienten complacidos con la oferta educativa, la oferta cultural (aunque en Cali bajó esta satisfacción del 55% al 49% en el último año) y la oferta recreativa que encuentran en sus ciudades. Igualmente, se sienten relativamente satisfechos con la prestación de los servicios públicos.

¿Cuáles son, entonces, los mayores desafíos para hacer de las ciudades mejores lugares para vivir? Sin duda alguna, como lo muestran estas cuatro encuestas de percepción, los retos están en mejorar la seguridad, la calidad del servicio de transporte público (particularmente en Bogotá), el acceso a un buen servicio de salud y la claridad sobre la manera como se invierten los recursos públicos. La situación económica, el espacio público (la satisfacción con este, en Cali, apenas llega al 29%) y la contaminación ambiental también son variables que afectan la calificación que se le otorga a la ciudad como un ‘buen vividero’, y que en ningún momento no se pueden descuidar.

En Cali, adicionalmente, sus habitantes están preocupados por estado de las vías del barrio y por el nivel de ruido y contaminación visual de la ciudad.

Además de las variables expuestas, es vital que las personas confíen en su Alcalde y en la gestión que este realiza durante el tiempo que tiene a cargo la administración de la ciudad. Mientras en Bogotá el 16% de los habitantes tiene una imagen favorable del Alcalde Enrique Peñalosa, uno de cada 10 confía en él y el 12% considera que su gestión ha sido buena, en Medellín, el 86% tiene una imagen favorable de su Alcalde Federico Gutiérrez, el 62% confía en él y el 66% considera que ha hecho una buena gestión.

En Cali, el 33% de los ciudadanos tiene una imagen favorable de su mandatario local, Maurice Armitage, el 16% confía en él y el 18% considera que ha hecho una buena gestión al frente de la Alcaldía. En el caso de Pereira, el 77% de los habitantes manifiesta tener una buena imagen de su alcalde Juan Pablo Gallo, la mitad confía en él y el 58% califica bien su gestión.

Estas cifras revelan la imperiosa necesidad de fortalecer la confianza y la buena valoración de la gestión de los alcaldes, lo cual se logra con una comunicación institucional eficiente y la conexión de las autoridades con las necesidades vitales de los ciudadanos, pues el anuncio de obras y megaproyectos no basta para mantenerlos satisfechos.

La realidad demanda soluciones rápidas a situaciones cotidianas que afectan la calidad de vida de la gente. Hay que hacer presencia, con acciones concretas y políticas bien definidas, en los espacios y actividades de la ciudad donde las personas perciben mayor insatisfacción. Y lo más importante: transparencia en la inversión de los dineros públicos en temas que realmente favorezcan el bienestar de los ciudadanos.