No soy escritora, ni pretendo serlo, tan solo en ocasiones, pero mi oficio me lo requiere, debo escribir y con esa frase usada miles de veces por artistas, escritores, periodistas, en fin por creadores, ¨lo más difícil de todo es enfrentarse a la página en blanco¨. Sí, completamente de acuerdo, pero no es sólo eso, son miles de cosas más que se interponen entre el escritor (yo) y el papel, diré yo de ahora en adelante porque cada cual tendrá sus propios obstáculos o como le llamen, entonces esto como siempre quedará como un escrito de reflexión y confesión. Si bien soy investigadora, en esto soy más que experiencia, no conozco muchas personas que se dediquen a escribir y que abiertamente me hayan dicho cómo es su proceso.
Alguna vez leí que a buen escritor(a) le cuesta escribir, no pretendo escudarme en aquella frase para justificar la pereza que día a día me invade, porque sí, el cerebro es así, perezoso. Siempre encuentra con que entretenerse antes de comenzar a hacer lo que tiene que hacer, uno de mis profesores me decía que siempre encontramos con que perder el tiempo, que las redes sociales y el internet son un primer enemigo para alguien que se dedica a escribir. Afortunadamente no tengo Facebook, Instagram, Tumblr ni messenger, pero si soy adicta al Twitter a leerlos todo el tiempo en silencio, a ver cosas que jamás podré tener en Pinterest, a mis páginas -que son tres o cuatro´ pero que consulto todo el tiempo y si sigo, es peor, el iMessage. Cómo me dispersa ese medio, no me quiero imaginar cómo harán esas personas que tienen Whatsapp.
Sin justificarme o sí, los autores que más me gustan no tienen muchas publicaciones, no son Pablos Cohelos que cada 6 meses saca un libro nuevo, es más mi autor preferido tan sólo tiene dos libros y los publicaron ya después de él estar muerto, pero eso es otra historia, prometo hacer una entrada hablando de él, recuérdenmelo que se me olvida. Y por qué publican tan poco los buenos autores, me preguntaba yo -sin considerarme autora y mucho menos buena, que esto quede bien claro-. Es algo que se entiende cuando se comienza a escribir, porque cuando una línea queda finalmente escrita ya antes se ha borrado dos o tres veces, porque se teme mostrar lo que se escribe, se generan millones de dudas, ¿será bueno? ¿si lo leerán? ¿van a entender? ¿qué irán a pensar de mi? aunque muchos digan que la última jamás se la hacen, yo que soy de esas que me importa tan poco todo, y me lo pregunto.
Me entristece que la gente no lo considere importante o serio, como si fuera fácil.
-¿Qué haces?
-Escribía, ya no porque me acaba de interrumpir
-A bueno es para que… Ya que estás libre ve a… Y así todo el tiempo, si es así. Las interrupciones son de lo peor las que nos hacen las personas o las que nos hacemos nosotros mismos, intentar escribir mientras cocinamos, viendo televisión, en una sala de espera, en fin son trabas para una escritura, es casi tan malo como alguien que se sienta junto a quien escribe a interrumpir. El cerebro es perezoso y a la más mínima se desconecta de su labor y más si se es como yo, dispersa.
Es difícil encontrar el espacio y el momento adecuado para escribir, pero casi tan difícil como eso es encontrar el tema del cual se quiere escribir, porque toca imponerse un poco de presión -tengo que escribir algo para el Blog, lo que sea- es como los deportistas tienen que entrenar, tienen que ejercitarse, lo mismo me pasa, tengo que escribir aunque sea una bobada como esta, mis dedos deben moverse rápido sobre el teclado, mi cerebro debe conectar neuronas que ni se conocen y mis sentimientos deben andar sin miedos por un momento sobre una silla, frente a una pantalla y un teclado.
Si son de los que escriben y hacen una pausa para revisar el Twitter, síganme: @des_empleada