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Dos épocas: 1995 / 2007

Hace unos doce años pisé por primera vez el Macizo Colombiano en el sur del Cauca. Ya se notaba la depredación a la que era sometido por las mismas personas que ahora lo tienen al borde de la muerte: ganaderos, comerciantes de madera, terratenientes, cultivadores de papa y cultivadores de coca y amapola.

En Bolívar, Almaguer y otros pueblos me contaron cómo los indígenas y campesinos se convirtieron en productores de coca para los narcotraficantes. Llovía el dinero. No había luz eléctrica, pero los campesinos compraban neveras, las amarraban al lomo de las mulas y se internaban en las montañas. Las usaban para guarda la ropa.

Los viejos, y sobre todo los jóvenes, compraron motos, camperos y pistolas. Se olvidaron de las huertas y las plataneras y del azaroso oficio de cultivar. Había plata para comprarlo todo.

Y así se quedaron. Ahora, la mayoría de campesinos compra hasta los huevos y las frutas, pero ya no llueven los billetes, sino glifosato.

En todo el macizo hay una pobreza agobiante. Los campesinos mantienen pequeños cultivos de coca y amapola para comprar el mercado y otras urgencias. No tienen opción: les pagan precios ridículos por una carga de plátano o yuca.

Los más viejos habitantes del Macizo aun guardan en su memoria el comienzo de esa bonanza coquera…  hace doce años me contaron la historia…  así comenzaba el relato que escribí en esa época:

                                                          *                      *                      *

“Los místeres aparecieron por la trocha que comunica con Almaguer. Eran cuatro hombres rubios, de ojos claros, con bluyines y mochilas sucias. Llegaron extenuados, sudorosos, y hablaban un idioma extraño para los campesinos que salieron a curiosear esa noche a la escuela de Sauji, una vereda del sur del Cauca.

Uno de los extranjeros, en un español mal hablado, les explicó a los campesinos que pertenecían al Cuerpo de Paz y les enseñó unos carnés, con fotos a color, que los campesinos examinaron sin comprender.

El míster ofreció comprar la producción de hoja de coca, que allí se daba casi silvestre, y pagarles por sacarle el sumo en unos molinos corona que llevaron en el siguiente viaje.

De eso hace unos 30 años. En algunas veredas y corregimientos de los municipios de Almaguer y Bolívar, a unas seis horas en carro desde Popayán, todavía recuerdan a los místeres, con cuya llegada comenzó una historia de esplendor y luego de muerte, tristeza y miseria.

Antes de que ellos llegaran -dice un funcionario de la alcaldía de Almaguer- los campesinos tostaban la hoja de coca y la sacaban por la cordillera hasta el Huila, donde los indígenas la compraban para mambearla.

En otras veredas de la región también recuerdan a unos hombres rubios que les enseñaron a los campesinos a elaborar un polvo blanco que secaban en el patio de sus casas como si fuera almidón de yuca.

Los místeres le decían oro blanco a ese polvo y les pagaban muy bien a los que trabajaban con ellos, dice el funcionario de este municipio incrustado en medio de las montañas del suroccidente colombiano…” (EL TIEMPO – 26/03/1995)

 *    *   * 

Hace dos meses regresé a esos municipios del sur del Cauca con el fotógrafo David Osorio. Las historias, fotos y testimonios que recogimos en nuestro recorrido los convertimos –con ayuda del departamento de Infografía de EL TIEMPO– en un especial multimedia que ustedes pueden ver haciendo clic en la siguiente dirección.

http://www.eltiempo.com/media/produccion/macizoColombiano/

 

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Nota: Les cuento que me gané el premio Rey de España en periodismo digital, en la próxima entrega les daré más detalles.

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PERFIL
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La gente es la principal motivación en mi oficio de contador de historias. Sobre todo la gente que ríe y llora con cada latido de este país. Los he hallado en caseríos fantasmales, arrinconados por la violencia; enrumbados en jolgorios indescriptibles; los he visto perseguir cada peso, de día o de noche, o celebrar con cerveza por la nueva hilera de ladrillos que pegaron en la casa que levantan durante años con sus manos... he intentado escribir para la memoria durante 24 años de periodismo, 18 de ellos en EL TIEMPO. Nací en una vereda de Popayán, soy de ancestros nasa o paeces. Tengo algunos reconocimientos por mi labor periodística, entre ellos cuatro premios nacionales de periodismo, el Premio Excelencia Periodística de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, 2007 y el Premio Rey de España en Periodismo Digital-2007. He publicado tres libros de historias urbanas. Pueden escribir a: josenavia@hotmail.es

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5 Comentarios
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  1. Tatayeya, parece que no solo fue en el Cauca, pues una investigación publicada en la web con el nombre: De la coca a la cocaína: Una historia por contar, del investigador Juan Carlos García Hoyos, señala que algunos miembros de los Cuerpos de Paz fueron quienes propagaron en pueblos aborígenes y en sociedades campesina de la Amazonía “el secreto para extraer cocaína de la coca”.

  2. Qué extraño. En el río Caguán, por la zona de Remolino del Caguán, también se cuenta la historia de que fue un gringo el que les llevó la semilla de coca por primera vez, a finales de los 70, para que la sembraran y que él mismo les compraría toda la cosecha. Iba acompañado de un médico de Cali. Posteriormente, era sólo el médico el que entraba a la zona a adquirir la coca. La diferencia: ellos NO les enseñaron a los “fincarios”, como se llaman allá los colonos de esa época, a elaborar la pasta base. Por el contrario eran muy celosos con ese know-how.

    Felicitaciones por el premio

    C.V.

  3. Felicitaciones Jose Navia por tu premio!!!! Tenaz lo que escribes. Es una informacion que genera muchas dudas e inquietudes…Me pregunto porque que no hemos llegado al fondo del asunto y seguimos distraidos buscando culpables, mientras que el negocio de la droga sigue acabando con nuestras raices mas puras: EL campo, nuestros campesinos y el respeto a la vida…Abrazos.

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