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Tras superar el ecuador de este 2019, llegamos a un mes con muchas novedades en materia de series de televisión y streaming. Este es mi punto de vista frente a cuatro producciones lanzadas en agosto que ya pueden ver en sus respectivos canales.

The Righteous Gemstones (HBO)

Cada vez me sorprenden más las habilidades de los comediantes contemporáneos de finales de los noventa e inicios del nuevo milenio para cambiar de rango actoral o escribir y producir series propias. De la camada que nos trajo a Seth Rogen (quien saborea las mieles del éxito con The Boys), Jonah Hill o Steve Carell tenemos a Danny Mc Bride, el habitual secundario mal encarado de comedias icónicas de la primera década de este milenio como Superbad, Pineapple Express  y Tropic Thunder, que a la primera oportunidad empezó a escribir y producir historias como Eastbound & Down y la más desenfrenada competencia de subdirectores de secundaria, Vice Principals, con la misma casa productora, HBO, que le permite desatarse nuevamente en esta oportunidad.

Series de Agosto - HBO

Series de Agosto-The Righteous Gemstones- Foto: HBO Press

The Righteous Gemstones es una comedia negra pura, que afila muy bien sus navajas frente a las soluciones fáciles, la doble moral y la corrupción al interior de una familia que aparenta ser una de tantas elegidas por mandato divino para acercar el paraíso a cambio de unos dólares. Eli Gemstone (interpretado soberbiamente por John Goodman) es el patriarca de tan singular clan, que sufre la pérdida de su esposa y compañera de evangelización, mientras lidia con las extravagancias de sus hijos Jesse (McBride), Judy (Edi Patterson) y Kelvin (Adam Devine). El desmadre comienza con un fulminante chantaje a Jesse, que de llegar a conocerse echaría por tierra el emporio construido, así que pueden imaginarse el nivel de demencia al que llegarán por evitar el desastre. El multitudinario bautizo en una piscina de olas es el mejor abrebocas de esta hilarante comedia que refresca las noches de series del domingo en HBO.

El Juego de las Llaves (Amazon)

Ya no es motivo de escándalo plantear un argumento donde el intercambio de parejas sea el eje de la trama. Pasa tan frecuentemente en la actualidad que si nos basamos únicamente en esa premisa la serie pasaría de largo ¿Qué hace atractiva esta producción de la hornada de series que trae Amazon Prime? Su frescura. A falta de contenidos más estimulantes en la televisión abierta, que caen en el rápido estancamiento, El Juego de las Llaves se sube al tren de las relaciones abiertas, el swinger, el poliamor y demás alternativas a la monogamia con una vivacidad que no resulta insultante sino más cercana a la cotidianidad y con menos mojigatería.

Tres parejas de amigos, que se conocen desde jóvenes, viven las crisis comunes de una relación estable: monotonía, la ausencia de comunicación, la insatisfacción sexual o la falta de un espacio propio alejado de los hijos. Pues bien, el reencuentro con un viejo conocido (Sebastián Zurita) y su novia libre de prejuicios (Ela Velden), cuestionará a fondo los cimientos de cada uno de sus compromisos y abrirá las puertas no solo a experimentar desconocidos placeres sino a reconducir sus prioridades. ¿Funcionará para todos ellos esa nueva forma de pensar? Al estilo de películas corales como Perfectos Desconocidos o la antológica Sexo, Pudor y Lágrimas, El Juego de las Llaves es un ensamble de caras conocidas que quieren salir de su zona de confort, como la popular Maite Perroni, junto a actores de bastantes tablas como Humberto Busto, por lo que los posibles desajustes actorales se solventan con diálogos punzantes y una idea que, si bien no es novedosa, sí que tiene de dónde sacarle partido, complementada además con cachondeo. Diez capítulos conforman esta entrega, así que esperamos su resultado para ver si convence al exigente público, pero como propuesta latinoamericana llena con solvencia la pantalla.

Frontera Verde (Netflix)

El paso de Ciro Guerra, el director colombiano que protagonizó el escalón más alto al que ha llegado el cine nacional con la nominación al Óscar de El Abrazo de la Serpiente, a la aún popular plataforma de streaming me dejó con varios sinsabores. Frontera Verde bebe de nuestra compleja realidad: el abandono de la Amazonía, más actual que nunca por la deforestación, la recuperación de culturas milenarias y las leyes impuestas por los más fuertes, todas ellas preocupaciones habituales de Guerra. Sumando a ello la promesa de una historia arraigada en el género policíaco con visos fantásticos y el respaldo de la mencionada plataforma no podía sino aumentar el interés.

No obstante, la miniserie de ocho capítulos que ya se encuentra disponible en Netflix, tercera producción colombiana en esta pantalla, despega con dificultad desde su primer capítulo. Helena, una investigadora de la Fiscalía, debe volver a su lugar de origen para resolver las inquietantes muertes de un grupo de misioneras, para encontrarse con un medio hostil que la confronta inmediatamente con el drama de su pasado y con la supervivencia de una comunidad ancestral. Todo el valor que encierra esta sinopsis se ve afectado por la falta de ritmo en algunas secuencias, las limitaciones del elenco -varios de ellos recuperados de El Abrazo-, algunos errores de continuidad y, principalmente, la construcción de una atmósfera de suspenso que comulgue con el ambiente enigmático que envuelve a la selva. En varios momentos pareciera que estamos frente a un documental y no una ficción donde queremos involucrarnos con el desafío de su protagonista. Cuando quiere ser ficción se apega a los convencionalismos del género, en los que por poco faltó el ultra zoom al estilo CSI. Este gran esfuerzo queda a deber en lo importante, pero donde aprueba con creces es en el esplendor con que retrata los paisajes del Amazonas que palpita en la frontera con Brasil, tan reverencial como el respeto que debemos tenerle si queremos conservarlo por más tiempo. En la dirección de la serie acompañan a Guerra Laura Mora (Matar a Jesús) y Jacques Toulemonde (Anna)

Pico de Neblina (HBO Latinoamérica)

Imagínense un país donde la marihuana sea legal. Bueno, ahora hagan el mismo ejercicio con un país latinoamericano con un presidente de extrema derecha en el poder. La apuesta de Pico de Neblina, dirigida por Quico Meirelles y su padre, el reconocido Fernando Meirelles – director de la recordada Ciudad de Dios- es arriesgada desde todo punto de vista. ¿Idealista? Bueno, si la cadena productiva de la comercialización de la marihuana se decanta por explorar comercialmente los beneficios de sus efectos terapeúticos y médicos, quizá sea un primer paso, pero no es la solución a la inequidad ni pretende serlo. El planteamiento dramático es el de una amistad que se debatirá entre el deseo de adaptarse a los nuevos tiempos o el de recurrir irremediablemente a las viejas mañas de la criminalidad.

Las voces de los personajes de Salim y Biriba representan un mundo oculto en São Paulo, que aún lleva el peso del estigma de la época como traficantes y, adicionalmente, de su color de piel en el caso de Biriba. Sus productores dan fe del esfuerzo por recrear bajo otro prisma la falta de oportunidades que ha golpeado por décadas a los más jóvenes de su país y cómo la librarían bajo estas circunstancias. Ahora bien, Pico de Neblina pudo explotar el aspecto más político del nuevo paradigma o la representación del ejercicio de las libertades individuales, pero con lo mostrado no puede reducirse simplemente a una narcoserie del montón: Pico de Neblina matiza ese parentesco para plantear un futuro improbable que abre espacio para el debate, donde el escenario de la legalización represente una verdadera oportunidad para la sociedad en general, advirtiendo varios de los problemas que persistirían. Ese es su aporte más sobresaliente.

@juanchoparada

juanchopara@gmail.com

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Periodista y filósofo. Máster en Dirección de Marketing Digital y Comunicación Web 2.0. Social Media Manager. Escritor cine, cultura, televisión, entretenimiento, sexualidad y tecnología.

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Me encantan, estos avances. Me encantan.

The interpreter (para nosotros, La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.

Estaba viendo hace unas horas cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver La intérprete. La duda es la siguiente:

Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?

Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.

En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.

Él y sólo él.

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Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.

Me encanta leer la columna Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.

Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.


dancastell89@gmail.com

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