Antes que billetes, necesitamos que la gente use los pagos virtuales. ¿Por qué? Ya verán.
Antes que billetes de mayor denominación, en Colombia debería existir una cruzada contra el uso del efectivo. Está plenamente demostrado que el papel moneda, en grandes volúmenes, no se usa propiamente en transacciones legales.
Algunos dirán que en ciertos movimientos digitales de dinero tampoco. Es posible, aunque por efecto de trazabilidad, que únicamente se logra gracias a la tecnología, tarde que temprano se conocen esas jugadas ilegales. Los ‘papeles de Panamá’ nos lo recuerdan hoy.
El 80 por ciento de las transacciones de los colombianos son en efectivo. En los países de primer mundo dicha tasa es de la mitad, del 40 por ciento. En nuestro caso se trata de una montaña de plata de la que no se tienen datos claros: quién paga, quién recibe, los impuestos que se deberían cobrar; los destinos de esos capitales, en fin.
La razón del uso masivo del efectivo es el mito arraigado de que es más caro que pagar con medios electrónicos. Y no es tal. En primer lugar, la mayoría de bancos no cobran los pagos en línea. Y existe una tendencia marcada a la eliminación de los cobros de intermediación y comisiones por las transacciones digitales.
Ahorrarse unos pesos, literal, al usar una tarjeta que cobre, por ejemplo, $1.000 pesos por decir algo, no se compara con la incomodidad e inseguridad de hacerlo en efectivo.
Al pagar algo de $15.000, por ejemplo, en efectivo, hace que se ‘pierdan’ los $5.000 restantes en el día a día del bolsillo. Ese dinero que queda de diferencia al usar efectivo, estoy seguro, suma muchísimo más que los cobros por el pago digital. Hagan cuentas con juicio, de sus gastos y de su casa, y se darán cuenta que hay una importante porción de plata de la que no se tiene mayor noción, proveniente de lo que ‘sobra’ de las transacciones en efectivo.
La digitalización de la banca es, además, una virtud necesaria para la masificación de dicho servicio. Micropagos móviles, remesas, pagos en tiendas, en fin, a través del celular, por ejemplo, se han probado en países en desarrollo con total éxito y muestra de una inclusión financiera poderosa y democrática.
Una reforma tributaria nos eliminó un beneficio económico que teníamos quienes preferimos los pagos virtuales. Ojalá regresen esos incentivos, se reduzcan los impuestos y cobros que espantan al usuario y el sistema económico y bancario entiendan que es mejor tener a mucha gente pagando con sus medios virtuales a diario, que unos pocos comprando carros y casas con tulas de dinero en efectivo cuyo origen no es, en un altísimo porcentaje, muy legal que digamos.
¿Qué opinan ustedes? ¿Cómo podemos incentivar la bancarización digital y el uso de medios de pagos electrónicos?
José Carlos García R.
@JoseCarlosTecno en Twitter (www.twitter.com/josecarlostecno)