Hace unos días al salir en la noche
de una muy interesante clase con mis estudiantes de la especialización en
gerencia y gestión de empresas del sector solidario, tuve que compartir el taxi
de regreso a casa con una mujer debido a la ausencia de más «móviles» en la
zona amarilla de la Universidad. En la conversación me enteré que era asesora
de imagen corporativa de varias empresas en Colombia, con lo cual me interesé
por saber si había asesorado a alguna cooperativa o una mutual o un fondo de
empleados, a lo que ella me respondió: «No, solo trabajo con empresas, nunca he
trabajado con el sector comunitario».
Ante tales palabras tuve que explicarle,
de manera breve, que las cooperativas y demás organizaciones incluidas en la
ley 454 de 1998 son EMPRESAS, y tuve además que mencionarle algunos nombres de
cooperativas grandes para que entendiera qué es el sector empresarial solidario
y su diferencia con lo que se conoce como el sector comunitario.
Cuando ella entendió el asunto, me
dijo: «Ah, disculpe Usted. La verdad a mi me sonó eso de -cooperativas y
mutuales y fondos de empleados- a beneficencia y a comunidades vulnerables. Por
eso yo le dije que sólo trabajo con el sector corporativo y empresarial, ahora que
me dice sé que también hay empresas solidarias y, no sabía que esas empresas
que menciona, eran cooperativas.»
Al bajarse ella del carro, continué
con mi recorrido y el conductor, que había estado atento a nuestra conversación,
me dijo: «Señor, perdóneme que me meta, pero es que yo si no entiendo cómo funciona
eso de una cooperativa. No ve que la semana pasada escuché a la Dra. Cecilia
López diciendo que, ante todo el problema de la emergencia social, que las
cooperativas de la salud son las más beneficiadas, pero que como no son de
nadie, nadie las controla».
Ante tales palabras del señor
taxista, que como pude notar le gustan las noticias y los programas de opinión,
pero no por eso estaba bien informado, tuve que hacerle una nueva y un poco más
larga explicación de lo que es una cooperativa y aclarar la confusión que tenía
a partir de las palabras de la ex directora del DNP. En una cooperativa, al
igual que en los fondos de empleados o en las mutuales, los dueños de las mismas
son sus asociados, y sí tienen quien las controle, primero las controlan sus
propios miembros, a partir del auto control – principio cooperativo -, y de las
juntas de vigilancia en el caso de las cooperativas, o de los comités de
control social en el caso de los fondos de empleados. En segundo lugar hay una
supervisión a cargo de la Superintendencia de Economía Solidaria y en el caso
de otras cooperativas con actividades específicas, hay una supervisión
concurrente por parte de las Superintendencias respectivas. Ver
aquí para comprender más sobre supervisión en entidades solidarias. (Ahora
bien, eso de que específicas entidades del sector solidario se beneficien o no
con los decretos de emergencia social, es un tema que no abordaré en este «post»
pero que vale la pena su análisis posterior).
Al llegar a casa, me conecté a
Internet y ¡Oh sorpresa! Acababa de recibir un correo electrónico donde un
colega no cooperativista me enviaba el vínculo de internet con la columna
de Daniel Coronel sobre el caso de Saludcoop. Ante tales hechos
coincidentes en el imaginario que puede haber sobre el sector solidario, no me
quedó otra opción que volver a escribir en este blog del cual, tuve que ausentarme
un par de meses por motivos no laborales.
Los próximas entradas que haré,
pueden parecer hechas en «ráfaga» pero la verdad obedecen a escritos nuevos y
otros previos que he elaborado y que me sirven para abordar lo que está
aconteciendo en el sector de la economía social y solidaria en Colombia. Y,
aunque este espacio es para debatir temas afines, ahora se reviste de un
interés pedagógico si me permiten la expresión, pues espero aportar un poco en
la comprensión del modelo solidario, y de atacar el imaginario desdibujado que
se le ha hecho al sector, en parte por interés de sus detractores, en parte por
un interés que aún no comprendo por parte de sus dirigentes que parecen actuar
con la estrategia del «agáchese y pasemos sin hacer ruido». ¡Ay de aquellos y por eso, hay de aquellos! Que
no saben qué son y para qué sirven las empresas solidarias.