En julio de este año, tuve la oportunidad de conocer en un
curso sobre economía social organizado por la Facultad de Economía de la
Universidad de Bologna en Bertinoro (Italia), al padre de la economía civil
italiana (Ver foto), Stefano Zamagni. Realmente fue un placer escuchar del profesor
Zamagni, una magistral explicación sobre la economía y la innovación social y como
la misma economía dominante (mainstream
economics
) se ha empezado a interesar en analizar las formas cooperativas y
otras organizaciones sin ánimo de lucro en los últimos años.

El profesor Zamagni, es catedrático de Economía Política
en la Universidad de Bolonia, y de la sede de la Universidad John Hopkins (sede
Bologna), miembro de Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional de
Economía y como miembro del Consejo Pontificio de Justicia y Paz  (2007 – 2009) fue uno de los principales
asesores del Papa Benedicto XVI mientras se redactaba la encíclica Caritas in Veritate.
Aunque
conocía de su trabajo, no me había dado el tiempo para leer los aportes que
hiciera Zamagni al Vaticano en la redacción de esta encíclica (La caridad en la
verdad) hasta que un amigo y colega español me recomendó hacerlo, cosa que he
logrado hacer recientemente.

Citaré por ahora sólo tres de los párrafos de la encíclica que
parecen tener la impronta de Zamagni, relevantes para la discusión en este
blog:

Si el amor es inteligente, sabe encontrar también los modos
de actuar según una conveniencia previsible y justa, como muestran de manera
significativa muchas experiencias en el campo del crédito cooperativo.
(…)
Puesto que también en los países ricos se dan nuevas formas de pobreza, la
microfinanciación puede ofrecer ayudas concretas para crear iniciativas y
sectores nuevos que favorezcan a las capas más débiles de la sociedad, también
ante una posible fase de empobrecimiento de la sociedad. (65)

¿Si el amor es inteligente? Frase para analizar en más de un
blog…. Me parece fascinante que se reconozca que muchas experiencias
del crédito cooperativo buscan el bienestar de las personas y no su ruina, como
es el mensaje que nos queda después de leer las consignas de Occupy Wall
Street, o después de hacer cuentas frente a lo que nos ofrecen los bancos a cambio de entregarles nuestros activos.

Llama la atención además que se plantee en las microfinanzas
como una estrategia contra la pobreza, algo que la economía solidaria lo sabe
desde el cooperativismo del S. XIX y que lo confirma C.K. Prahalad
(las oportunidades de negocio en la base de la pirámide)
o el mismo Mohamed
Yunus con
el banco de los pobres y un mundo sin pobreza.

(…) es necesario
abrir otras vías como, por ejemplo, formas de cooperación para las
adquisiciones, como ocurre con las cooperativas de consumo, que existen desde
el s. XIX (…). Además, es conveniente favorecer formas nuevas de
comercialización de productos provenientes de áreas deprimidas del planeta para
garantizar una retribución decente a los productores (…) que los productores
reciban no sólo mayores márgenes de ganancia sino también mayor formación,
profesionalidad y tecnología y, finalmente, que dichas experiencias de economía
para el desarrollo no estén condicionadas por visiones ideológicas partidistas.
  (66).

Aquí no solo se reconoce el papel de las cooperativas, sino
que el Vaticano menciona directamente el escenario del comercio justo (fair trade), y además, es explícito al
plantear que estas alternativas no pueden estar vinculadas con ideologías
políticas, lo cual no es difícil de lograr, puesto que el cooperativismo ha
logrado existir en todos los tipos de regímenes políticos y económicos, es
decir, no es ni la primera ni la segunda vía (la derecha y la izquierda, ¿O es al
revés?), es simple pero a la vez, complejamente, la tercera vía.

El binomio exclusivo mercado-Estado corroe la sociabilidad,
mientras que las formas de economía solidaria, que encuentran su mejor terreno
en la sociedad civil aunque no se reducen a ella, crean sociabilidad. El
mercado de la gratuidad no existe y las actitudes gratuitas no se pueden
prescribir por ley. Sin embargo, tanto el mercado como la política tienen
necesidad de personas abiertas al don recíproco
. (39).

La
encíclica retoma aquí al Evangelio (en más de un pasaje bíblico, Jesucristo hace
referencia a la reciprocidad) para reconocer a la economía solidaria y además,
hace referencia a las teorías del homo reciprocans
que para el año  en que salió este
documento vaticano (2009), fueron muy comentadas por el Premio Nobel entregado a
Elinor Ostrom, quien hace uso de estos modelos para explicar buena parte de sus
aportes en el libro «El
Gobierno de los bienes comunes
«.  

Para los interesados en la lectura completa de la encíclica,
hacer clic aquí.

Fuente: Caritas
en Veritate (español).