Antes de que termine el paro nacional del 21 de noviembre, es relativamente fácil anticiparnos a su resultado. No importa que digamos que el derecho a protestar existe así como el deber de hacerlo pacíficamente y que todo derecho está supeditado al cumplimiento de los deberes.
Lamentablemente, y dados los resultados de otras marchas recientes en algunas partes del país, hay una alta probabilidad de que mañana habrá vándalos, y que sin importar para quién trabajen o qué motivaciones tengan, tratarán de robarse la atención de los medios de comunicación y creo, muy a mi pesar, que lo lograrán, con lo cual la jornada podría quedar deslegitimada para ser presentada desde diferentes rincones de la arena política como un triunfo del gobierno o, como suele pasar en terrenos polarizados, como un batacazo de la oposición. La caricatura de Marilungo que comparto aquí, resume lo que anticipo se dará el día de hoy en muchos medios de comunicación, afortunadamente no en todos.
Tengo amigos y conocidos que marcharán y tengo amigos que no marcharán. Muchos marcharán por las más de 21 razones que se han escuchado en diferentes medios. El argumento común de los amigos que van a parar y que van a marchar es que al hacerlo están enviando un mensaje al Presidente Iván Duque a quién se le está descuadernando el país, mucho más de lo que lo ya estaba, para que cambie y cumpla con varias de sus promesas de campaña, para que se desmarque del partido con el que llegó al cargo, y empiece a gobernar para todos, con una nueva y mejor agenda más acorde a las necesidades de las nuevas generaciones que no han de pagar el precio de la corrupción y la mala administración de gobiernos anteriores.
El argumento de los amigos que no marcharán hoy es que aunque no creen que el país esté andando por buena senda, sienten que una marcha de estas no cambiará nada. Tampoco quieren servir de idiotas útiles, como dice José Obdulio Gaviria, a la oposición del gobierno, que tras intereses políticos pretenden desestabilizar las instituciones y de paso, atizar el fuego de las protestas sociales que arde en diferentes rincones del laberinto en que transita América Latina.
Desde el punto de vista político, el actual laberinto de Colombia en el cual se enmarca el paro de hoy se puede entender en tres puntos que describo de la siguiente manera:
1) Nuestro joven presidente está quedándose solo. A la dificultad para frenar el plan de exterminio contra líderes sociales, indígenas, re insertados, la permanente presión criminal de la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico, se suma una soledad que no habíamos visto en otro presidente en el pasado. Recordemos que el grupo político que lo llevó a la Casa de Nariño, le ha disparado “fuego amigo” en diferentes oportunidades, incluso siendo apenas candidato. (Ver https://www.semana.com/nacion/articulo/fuego-amigo-en-el-uribismo-fernando-londono-ataca-a-ivan-duque/537699). Hay que anotar aquí que todos los que han dirigido a Colombia desde el solio de Bolívar han tenido algún respaldo propio basado en algún tipo de poder, ya sea este político, económico, militar o mediático, algo que Duque no tiene por sí mismo con lo cual le resulta más complejo alejarse de su mentor. Los tuits de Álvaro Uribe y la estrategia en los medios de comunicación puesta en marcha recientemente por cuenta de la Casa de Nariño no son suficientes para borrar la sensación de que Iván Duque tiene serias dificultades para contar con el apoyo pleno de quienes se supone, lo deberían respaldar. La reciente entrevista a la senadora María Fernanda Cabal, entre otros momentos de los últimos meses dan una triste sensación de que muchos se quieren bajar de un barco que se hunde, lavándose las manos para enrostrarle de manera algo injusta al presidente que el resultado en las elecciones de octubre son culpa de su falta de gestión al frente del país.
2) Tenemos un presidente joven, carismático pero sin experiencia en la gestión pública ni en el juego político de grandes ligas, elementos que han sido usados por sus opositores para acorralar a varios de sus ministros y para tumbar su ley de financiamiento. Además, como el presidente Duque ganó la presidencia del país con un capital político ajeno, sus propuestas por más técnicas que puedan ser o recomendadas por organismos multilaterales resultan impopulares, no cuentan con el apoyo en la base de un electorado propio, por lo tanto en las encuestas resulta terriblemente castigado. Así las cosas, sus niveles de aprobación estarán bajando mucho y subiendo poco en los años que le quedan de gobierno salvo que pase algo que cambie la ecuación del poder actual en Colombia.
3) El gobierno está desalineado consigo mismo. Lo que se quiso hacer con el Departamento Nacional de Planeación en el actual Plan de Desarrollo, e incluso los comentarios del embajador Francisco Santos sobre el actual ministro de defensa que se revelaron ayer, dan cuenta de que el presidente Duque tiene dificultades para alinear a su tripulación, pues empiezan a sacarse trapos al sol en temas que deberían haberse manejado al interior hace mucho tiempo y con toda la prudencia que exige la diplomacia. Un presidente en ejercicio que diga en cualquier país del mundo que no está de acuerdo con lo que propone uno de sus ministerios, es el campanazo inicial para la renuncia del ministro en cuestión, algo que aquí no se ha dado ni se dará, por lo menos no en el ministerio de Hacienda.
Esta es una de esas veces en que entiendo a los “tibios”, a los “ni chicha ni limoná”, a los que sienten que es así pero en sentido contrario y todo al mismo tiempo, “pues como dicen una cosa dicen otra”. Efectivamente hay razones para sentirse temeroso de salir a sumarse a la protesta, pues si no los detiene la ignorancia sobre porqué marchar o no marchar, los detiene el miedo a desenlaces de ojos tuertos como estamos viendo en Bolivia y Chile recientemente.
En síntesis, el paro de hoy debería ser usado por el mismo Iván Duque para conectar con esa base del pueblo que necesita un liderazgo real, nuevo e independiente, por eso creo que quien debería salir también a marchar es el mismo presidente Duque, lo digo seriamente en pro de su gobernabilidad y su gobernanza.
Lamentablemente no podré marchar en Colombia y donde me encuentro hoy no hay ninguna marcha organizada, no obstante me queda escribir y mi marcha por “La Tierra del Olvido” parafraseando a Carlos Vives la haré con este texto, dejando en claro además que respeto profundamente las razones de quienes consideren que lo mejor sea no parar y no marchar pues hacen más por el país desde sus puestos de trabajo, ya sea como empleados o como empleadores.
No obstante dado el momento que vive el país, hay que enviar un mensaje pacífico pero contundente sobre lo que el país requiere, un gobierno que lidere los cambios que el país reclama más allá de la absurda, innecesaria, destructora y distractora polarización. Necesitamos un gobierno que abogue por el país de todos, por todos y para todos. Hay que marchar para salir del paro en el que estamos y ojalá el presidente Duque sea el primero en comprenderlo.