Pura chepa. Se nos apareció la Virgen. Chiripudos ¿De qué otra manera lo puedo decir? Sí, hay una: nos ganamos la rifa sacando el último papelito. Es que de todas las posibilidades de tener un grupo accesible, nos tocó la más amigable. Los tres rivales, en orden de peligro: Japón, Grecia y Costa de Marfil corresponden al nivel “C” de dificultad y no es mirando encima del hombro ¡es que nos pronosticaban Holanda y Francia o uno de ellos con Italia en nuestro grupo! Tampoco Inglaterra y ni siquiera Portugal.
De Brasil ni para qué hablar. Será finalista, seguro. Tiene un técnico que conoce como pocos la idiosincrasia de las Copas Mundo y aprovechará ese fervor popular que –aquí en su casa- le hizo casi invencible (sólo Uruguay lo inquietó) en la pasada Copa de las Confederaciones. Si ellos logran la mitad de lo que jugaron ese torneo, volverán al Maracaná a desquitarse del 50 ¿Será otra vez contra la ‘Celeste’? No se sabe. Arriesgaría mejor otro pronóstico que acaricio desde niño: ver una final en Sudamérica de la Copa Mundo entre ellos y los argentinos. Sería lindo.
No puedo negar que estoy dichoso. Ese fixture permite emocionarse con Colombia. Y es sensato hacerlo ahora: nunca duramos mucho en las Mundiales y por eso festejamos la clasificación, ser cabeza de serie y ahora el benigno sorteo, porque a mucho más no podemos aspirar. Lo bueno de esta jornada desde Costa de Sauípe es que ilusiona con un cuarto partido dentro del torneo. De ahí para allá todo es ganancia.
Ahora rezar para que la diosa fortuna nos siga sonriendo y el azar nos favorezca ¿Cuartos? ¿Semifinales? Cómo para frotarse las manos… ¿Suerte de campeón? No, tampoco. Pero sólo pensarlo da un frio recorriendo la espalda ¿no?