Sonríe como un niño. No ve los partidos. Atravesó de occidente a oriente todo el continente y llegó a Brasil, pero –a diferencia de los 700 mil hinchas que vinieron a la Copa- él recorrió la distancia que separa Lima de Sao Paulo y desde ahí cada una de las otras ciudades en dónde está jugando Brasil (Fortaleza y ahora Brasilia) para cumplir su sueño: que Neymar le dé un autógrafo. El capricho es acolitado por tres amigos: dos peruanos (Lenin Altamirano y Ermo Castillo) y un brasilero (Ivanilson Junior da Costa).

Las noticias que origina el Mundial. Como ésta aquí se oyen miles de historias. Sin embargo, pocas alcanzan este nivel de apasionamiento: Antonio Figueroa Pineda ya pasa los 50 años. Él dejó atrás su trabajo, su familia y con ingresos de su propio bolsillo y el apoyo de la cerveza Brahma se embarcó en la aventura de recorrer desde la costa pacífica del Perú, hasta la Atlántica de Rio de Janeiro donde espera que su ídolo gané el hexacampeonato y rubrique el costado derecho del auto que coloreó de verdeamarelo con una foto del garoto paulista.

Serán alrededor de 20.000 kilómetros sumando la vuelta. Todo por una firma, no cualquiera: la del 10 del Scrach que es la promesa de reemplazo del gran Pelé. “Me encanta el fútbol –asegura don Antonio- pero me enamoré de lo que representa este futbolista: humildad, creencia en Dios y talento”.

Los conocí hoy en la mañana en el desayuno. Lenín se sentó en mi mesa (en la sala de prensa de Brasilia) y me soltó la historia que me dejó perplejo. Desde la inauguración en el Arena Corinthians han ido tras la sombra del ‘mohicano’. Lo han buscado en la Granja Comary, en las afueras de los hoteles en que se ha hospedado el Penta. Lo han perseguido de hotel en hotel y nada. Periodistas de Perú, Brasil y el mundo se han interesado en la historia y la han publicado sin que hasta ahora el “menino de oro” haya respondido. Los que sí se emocionan son los turistas e hinchas que se toman fotos con el carro mundialista

El grupo de peruano-brasileros no desiste. Con pocas horas de sueño, muchas horas de carretera a sus espaldas y la ilusión que no se apaga, arriban a cada nueva ciudad tras el rastro del astro. Con el lapicero atómico listo (cuya tinta no se borra en la intemperie) esperan que el milagro se produzca: que Neymar da Silva Santos se acerque al auto y estampe su nombre. Todo lo están registrando en fotos y videos. Fruto de esta intensa experiencia será un documental que ya tiene nombre “La aventura mundialista”.

¿Lo conseguirán? No se sabe, de lo que sí estamos seguros es que el fútbol desencadena las pasiones más extremas y que la patria del fútbol posibilita estas alucinaciones tropicales. No sólo son partidos y goles; también nos encontramos en Brasil 2014 con estas lindas historias.