Las rivalidades pueden disminuir en intensidad, pero no desaparecen. Ellas se recrean y reinventan de acuerdo a nuevos contextos. Son expresión de la admiración y el temor por «el otro».
En Sudamérica la más importante es la que enfrenta a verdeamarelos con albicelestes. El último round sucedió en el Mundial de Brasil 2014, donde se hizo célebre el cántico de «Brasil decime qué se siente, tener en casa a tu papá…» que remataba con la comparación entre Maradona y Pelé.
Por eso resultó interesante ver el duelo vicario entre las hinchadas brasilera y argentina en el partido de primera ronda entre Portugal y Argentina, escenificado en el barrio Engenho de Dentro, estadio Engenhão, de Río de Janeiro, en el que los portugueses vencieron 2 x 0.
Dentro del estadio, en las tribunas, la mayoría local apoyó con aplausos y cánticos a los portugueses: ese entusiasmo con los lusitanos se vivió en el reciente título de la Eurocopa de naciones que produjo alegría generalizada en suelo brasilero. Eso se puede explicar desde las relaciones históricas, culturales y lingüísticas entre el gigante sudamericano y el europeo de la península ibérica. Otro factor que incidió es la innegable relación de origen (y simbólica) del club carioca Vasco da Gama con Portugal: muchos hinchas de este equipo se hicieron presentes en la «arquibancada» (gradería) del estadio Engengo de Dentro «Engenhão» de Río de Janeiro.
En los cánticos, rechiflas y «olés» de adherencia a Portugal y hostigamiento a Argentina, surgió Zico (vindicado por los hinchas del Flamengo) como tercer ídolo a comparar entre Maradona y Pelé. Ese duelo de canciones se revivió fuera del estadio en las rampas de acceso al tren.
Rivalidad que terminó horas después del partido, en lugares como el metro carioca, en esa primera fase del fútbol olímpico de RÍO 2016.
Más información, siguiendo al bloguero David Quitián en RÍO 2016 en @quitiman