Pensé mucho en si escribir o no este texto. La verdad, no quiero arrojar más leña al fuego en el odio y la polarización que nos divide como colombianos. Sin embargo, luego de consultarlo nueve noches con la luna, opté por entintar la pluma y compartir con los eventuales lectores, mis reflexiones sobre lo que nos jugamos como sociedad en los próximos comicios presidenciales.
Ustedes convendrán conmigo que hablar de política es un ejercicio en el que la ecuanimidad suele gambetearnos: confundimos el buen juicio con la afinidad que tenemos por tal o cual candidato. Por ello, nuestros padres prohibían que en el comedor hablásemos de religión y política y más recientemente de equipos de fútbol. Esto por ser temas que encienden la visceralidad que, por más refinados que seamos, nunca nos abandona.
Por ello advierto que esta columna contiene, pese a mi máximo empeño, algunos rastros de esa pasión. No procuro con estas letras la neutralidad absoluta ni tampoco la complacencia gratuita; sí busco la honestidad intelectual en la exposición de principios. Así, cada vez que tecleé estas palabras invoqué la iluminación para honrar los tres roles que más me importan en mí vida: ser padre, profesor y sociólogo.
¿Qué le diría a mi hija? ¿Qué a mis estudiantes? ¿Qué a mis familiares, amigos y vecinos? Les invitaría a leer las siguientes 10 razones.
1. Petro en sí mismo es un ejemplo de la Colombia que deberíamos procurar ser: se tomó en serio la educación y fue uno de los mejores bachilleres del país en su promoción, ingresó joven a la política y como concejal fue artífice de la construcción de barrios para los más desposeídos en Zipaquirá, ingresó a la lucha armada con el M-19 (tras el sospechado fraude a las elecciones de Rojas Pinilla) y luego firmó la paz honrando su palabra: desde entonces ha sido congresista, alcalde de Bogotá y candidato presidencial. Es un ejemplo de reconciliación efectiva y de compromiso político.
2. Sus actuaciones públicas siempre han estado orientadas hacia pensar en los otros, pero no en las minorías industriales, de burguesía comercial o terrateniente; sino en las mayorías ubicadas debajo de la línea de pobreza y clase media emergente. Por eso, no extraña que en los barrios populares y entre los estratos 1 al 3 sea uno de los preferidos; como tampoco es raro que se gane la ojeriza de los potentados económicos del país que seguirán apoyando sólo a quienes les garantice preservar su supremacía basada en la desigualdad.
3. Además de ser ejemplo, es un promotor férreo de la paz: hizo parte del grupo de ciudadanos que defendimos los acuerdos de La Habana y denunció como nadie la parapolítica en el Congreso, generando apertura de investigaciones, detenciones y el freno de una situación aberrante para la democracia colombiana.
4. Es uno de los tres candidatos que reconoce la potencia de la multiculturalidad colombiana y la entiende como un capital social, en el que la participación de los indígenas, los gitanos y las poblaciones afrodescendientes es fundamental para el equilibrio de lo que somos como sociedad; porque es consciente de la diversidad humana, que sabe entender la complejidad del género, saliéndose del facilismo cómodo y egoísta de pensar que sólo hay heterosexuales y de concebir la familia como una entidad monolítica e inmutable; en consecuencia, propone políticas y acciones gubernamentales para ese reconocimiento; acciones expresadas en enfoques diferenciales, inclusión e igualdad de derechos. Lo demostró en su mandato en la Capital y lo plasma en sus propuestas a la presidencia.
5. Junto a Fajardo, tiene el mejor programa de gobierno en materia de educación; pero va más lejos: la propone universal, gratuita y de calidad. Confieso que este punto es el que más me emociona: somos un país mal educado, enfermo por la guerra y por la cultura traqueta del narcotráfico y el paramilitarismo; enceguecido por los “espejitos” neocoloniales del capitalismo salvaje. La (buena) educación es el único antídoto contra ese flagelo.
6. Votaré por él, porque desmontará el negocio de las EPS (nefasto legado propuesto ¿adivinen por quién?) y virando el modelo hacia un servicio social del Estado.
7. Porque piensa en los jóvenes como una realidad que no es futuro sino presente: por eso eliminaría el servicio militar obligatorio (que solamente recluta pobres) y lo convertiría en una entidad profesional, con menos vocación guerrera y mayor vocación social, integrada por sólo los que tienen vocación. Porque ve a los campesinos como seres dignos, que han sido sistemáticamente olvidados, pensando para ellos un lugar en la cadena productiva que combine rentabilidad con sostenibilidad y sustentabilidad ambiental.
8. Porque humaniza la maternidad, proponiendo la ampliación de la licencia de los padres en el nacimiento; porque mejorará las condiciones de los reclusos, modificando el pésimo sistema carcelario del país (que no rehabilita sino potencia la criminalidad): porque aborda el consumo de drogas de nuestros jóvenes no como un asunto de orden delincuencial sino como un tema de salud pública; porque reinventará el Icetex que pasará de ser un banco a un sistema estatal de becas.
9. Porque hará un gobierno que le diga NO a la indiscriminada explotación de minerales a cielo abierto e hidrocarburos (que prohibirá el lesivo fracking), que propenderá por el paso gradual a energías limpias, que tendrá en cuenta las consultas previas de las poblaciones; que verá los cultivos de uso ilícito con una perspectiva de problema social que requiere atención de inversión estatal, con soberanía jurídica, y no con la manida visión estadounidense, operada por la DEA, de verlo todo como una guerra en Colombia, con muertos colombianos; mientras ellos no se hacen cargo de evitar el consumo de sus nacionales.
10. Porque sus lemas de “Política del amor” y de “Colombia Humana” son convicciones y no retóricas populistas como las han querido mostrar la maquinaría mediática del Establecimiento. Porque los jóvenes, su mayor fuerza, le creen. Porque es el único que logra encantar en plaza pública por la calidez y fuerza de su oratoria. Porque es la campaña más modesta y más original. Porque nos re-enamora de la política y nos inspira a pensar que el cambio si es posible.
Por estas razones que son a la vez esperanza, votaré por él. Los invito a reflexionar en los motivos que los anima a votar por sus candidatos, intentando sopesar más allá del rumor de redes sociales y el cotilleo de los medios masivos de comunicación.
¡Nos vemos el 27 de mayo!