Les anuncié que para profundizar un poco en el tema de los vecinos ruidosos en Bogotá contactaría a profesionales y autoridades autorizados sobre el tema, y he decidido comenzar por las reflexiones que hizo al respecto el doctor Jorge Alba, psicólogo que trabaja en temas de convivencia en Bogotá.
Él nos recuerda que en el fenómeno de la convivencia es imprescindible tomar en cuenta las dos caras de la moneda. Si ignoramos una de ellas, es decir, “si se toma en cuenta solamente una, es muy probable que estemos haciendo un análisis equivocado”.
Claro que el doctor Alba no descarta los casos de vecinos que no aceptan ningún tipo de reclamo, y por el contrario frente a una reclamación se mantienen o intensifican su actitud agresiva con los vecinos.
Vecinos que se sienten el centro del mundo
El doctor Alba está de acuerdo en que este es el caso más difícil de manejar: cuando me encuentro a un vecino que asume una actitud según la cual todo gira alrededor de él y para él. “Se trata de personas muy poco evolucionadas como sujetos” que se comportan como los niños que hasta cierta edad “mantienen una actitud egoísta”.
“Cuando las personas no evolucionan sicológicamente –explica el doctor Alba- se mantienen en una actitud similar, y es así como uno encuentra adultos que consideran que el mundo es para su servicio”.
Estos vecinos se toman las atribuciones que quieren sin importarles qué pase con las personas que conviven a su alrededor. Como hemos visto en las reflexiones de los lectores se trata de personas agresivas, que tienen muchas dificultades para la convivencia social.
Es inconveniente aguantar y aguantar hasta “reventar” o “explotar”
Pero, ¿qué pasa con la víctima?, es decir, con el vecino (a) que se siente molesto (a) por las actitudes, el ruido y otras situaciones. Con más frecuencia de la normal -como lo hemos comprobado en los comentarios que han llegado a esta sección y al correo- hay personas que aguantan hasta extremos impensables, pero, como en toda situación, llega un momento en el que explotan.”Se desbordan completamente”, dice el doctor Alba, que ve que en esa reacción una de las claves de los problemas de convivencia porque “el reclamo que hacen es inadecuado y puede ser igualmente violento que el del vecino supuestamente agresor”. ¿Y ustedes recuerdan la reflexión que nos hizo Rafael desde Miami?: “Si alguien me hubiera venido a pedir que le bajara “un poco” al volumen de una manera decente, yo probablemente lo hubiera hecho”.
Es a lo que se refiere el doctor Alba. La reacción de la víctima puede inducir al choque, por ejemplo cuando la víctima reacciona haciendo una cosa similar a la que le molesta, ponen el radio más fuerte o golpean el techo con la escoba, y en esa medida también inducen al choque. No es extraño que un vecino molesto por el ruido o comportamiento de otro patee su puerta o lo insulte por la molestia que le está causando.
Algunos ruidosos no saben que lo son
Cabe la posibilidad de que haya una persona ruidosa sin tener conciencia de que lo está siendo. Por ejemplo, una persona a la que le gusta la música y la pone sin darse cuenta que está molestando a otros. “En este caso, si no recibe el reclamo de manera adecuada, es el segundo vecino –el afectado con el ruido- el que con su forma de quejarse puede generar el conflicto, a partir de que no sabe hacer una solicitud o un reclamo adecuados a una situación que le molesta”.
Por eso, el doctor Alba considera que la clave para frenar a tiempo los conflictos de convivencia entre vecinos está en “un comienzo adecuado” de reclamación. Es decir, que el tono siempre sea lo más adecuado posible -una conversación cortés, por ejemplo- y, de ser posible, fuera del momento en que la situación está ocurriendo, especialmente si hay tragos de por medio, porque en esas circunstancias resulta difícil que sea el momento más propicio para una reclamación.
Significa esto que la persona que se siente afectada por el comportamiento de su vecino le haga saber la incomodidad que le está causando, pero invitando siempre a la concordia.
Las diferencias de tipo cultural
Otro aspecto que conviene no olvidar es que en Bogotá es usual que las personas sean más bien silenciosas, de no mucha algarabía, sin muchas amistades y con reuniones no muy numerosas. Pero, por ejemplo, las personas que vienen de la Costa son todo lo contrario: grandes fiestas, con la música fuera de la casa y a todo volumen. El ambiente cultural del que vienen permite ese tipo de cosas y las propicia. “Una familia costeña trasladada a Bogotá que mantiene esas costumbres puede generar mucha incomodidad, y esa es una diferencia de orden cultural”.
Esas son costumbres que la gente tiene incorporadas y de pronto, mientras no reciban una reclamación adecuada es posible que no se den cuenta de que están incurriendo en un error. Si el reclamo es ofensivo, puede ser que respondan: yo soy así, y si este sujeto es tan agresivo pues que se aguante porque yo no voy a cambiar por él.
Así como existen los vecinos que con su comportamiento molestan a los demás -dice el doctor Alba- también existen los que con sus reclamos por los daños que están recibiendo generan situaciones mucho más graves. “Es como si por la molestia que están recibiendo quedaran habilitados para cometer todo tipo de desmanes en la reclamación que van a hacer”, explica el doctor Alba.
Eso no excluye la posibilidad de alguien que no acepte ningún tipo de reclamación y siga en esa actitud. Para el doctor Alba se trata, habitualmente, “de adultos que no tienen conciencia de que el resto del mundo existe, y que los demás también tienen derechos y oportunidades para hacer las cosas que les parecen”.
Aunque pareciera que estamos “inermes” frente a esta categoría de vecinos, la Policía dice que sí hay opciones. En la próxima entrega les cuento cuáles opciones plantea.
Por favor, escriba sus comentarios sobre este y otros temas a yolgom@eltiempo.com.co