Eso sí, sugiere que la primera vez siempre se intente hablar en tono amigable y conciliador para no «disparar» los mecanismos de defensa del vecino ruidoso o molesto, que de pronto no es conciente del problema.
Pero el coronel José Manuel Barreto, que desde la Policía Comunitaria tiene que lidiar con vecinos poco amigables, es consciente de la dificultad que enfrentan muchos habitantes de Bogotá con esos vecinos que no dan tregua.
"Es importante que el ciudadano tenga en cuenta que si no informa oportunamente ante una autoridad competente esa persona va a seguir haciendo de las suyas", advierte el coronel Barreto que considera necesario quejarse una, dos o tres veces para que la Policía haga comparecer a la estación al ciudadano que no es capaz de respetar la tranquilidad de sus vecinos, y sobre todo para que quede constancia escrita de la queja.
A los vecinos mañosos, tratarlos con maña
Y para esos casos difíciles en los que el vecino que perturba a los demás actúa como si el resto del mundo no existiera haciendo caso omiso de los llamados de atención de la autoridad, el coronel Barreto sugiere "darse mañas para grabarle" y buscar cualquier otro testimonio que sirva de prueba para que con esas denuncias se facilite el trabajo de la Policía.
Sin embargo, usted no tiene que esperar a que un vecino molesto se convierta en un tormento. Antes de que el problema de se vuelva inmanejable puede pedir a la Policía Comunitaria que organice una charla o una reunión con los residentes del sector–obviamente con la participación del vecino molesto- para que ayude a desactivar el problema.
Según el coronel Barreto, en Bogotá, muchas de esas reuniones realizadas por solicitud de los ciudadanos generan efectos positivos y ayudan a mejorar la convivencia y a cambiar el comportamiento de los vecinos perturbadores. "Lo importante es hacerles caer en cuenta que están cometiendo errores", comenta el oficial.
Esas reuniones, además, ayudan a conocer junto a quién vivimos. La Policía considera que muchos de los problemas de convivencia se generan porque en Bogotá las personas viven aisladas y no saben quién es el vecino de al lado. "Eso hace que en un momento determinado no nos toleremos".
Las charlas siempre se hacen con el apoyo de un policía comunitario que tiene la misión de ser conciliador y concertador, y en esa condición orientar a los vecinos en temas tan elementales como saber hacer un reclamo.
Para el oficial una cosa es clara: muchas personas reaccionan de forma muy fuerte y beligerante, y si nos ponemos a pelear de boca, a insultarnos o gritarnos con otra persona, llevamos las de perder. Por eso hay que hacerle caer en cuenta, y si no funciona hacerlo conducir a la estación de Policía.
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