Montar en taxi –como pasajero o como conductor- puede convertirse en un desafío a la cordura, a la compostura y a los buenos modales. Y no son pocas las ocasiones en que se lleva al límite la capacidad de tolerancia, de paciencia o de resistencia de las personas.

La lista de irregularidades expresada por los usuarios es una evidencia del origen que tiene la prevención y mala imagen del gremio entre las personas que han sido víctimas directas o han conocido un caso cercano de abuso.

Los usuarios que han recibido un billete falso y lo detectaron tardíamente porque iban de afán y no se fijaron. Los que tuvieron que dejar las vueltas de 200, 300 o 500 pesos porque no tenían tiempo para esperar a que el taxista consiguiera el cambio.

Los que han sido víctimas del paseo millonario porque no hay mecanismos para detectar en la calle a los taxis usados por delincuentes que se camuflan en estos vehículos para atracar.

En fin, son muchas experiencias negativas que marcan la percepción de algunos usuarios frente al servicio. Pero a pesar de esas circunstancias, en ocasiones traumáticas y que ponen en peligro la vida de las personas, son muchos los usuarios que invitan a no generalizar.

Entre otras razones, porque son solo algunos los taxistas los que con su comportamiento grosero e intimidatorio perjudican a una mayoría honesta que vive de su trabajo. No obstante, el abuso de la solidaridad de gremio que algunos taxistas aplican para "imponer la ley del más fuerte" e intimidar a otros conductores o a los mismos pasajeros contribuye a generar el mal ambiente que rodea el tema de los taxis.

Estos, algunos de los casos que llegaron al correo como respuesta al planteamiento del tema:

"Se necesita un revolcón en el servicio"

"La verdad, yo prefiero no tomar taxi, pues el 80 por ciento de las veces termino "con la piedra afuera" con el conductor. Considero que el sistema debe tener un revolcón, en el cual el servicio sea prestado por empresas y no por individuos. Un conductor que tenga salario y no dependa de "tumbar a los pasajeros", para su diario sustento.

En mi opinión es la única manera de resolverlo, ya que pedir más control a la autoridad es perder el tiempo, pues carecen de recursos y estos son problemas menores frente a otros más graves en nuestra ciudad.

Por supuesto, una reforma debe tener en cuenta la situación laboral de las personas que actualmente prestan este servicio, pero sobre todo el bienestar de los pasajeros. Nuestros líderes están en mora de tomar decisiones al respecto, que aunque incomodas y problemáticas, son necesarias.

"Me da miedo usar el servicio"

Me parece que es un servicio bastante desorganizado en lo operativo, pero muy organizado en lo lucrativo. Normalmente cuando se coge un taxi, el conductor tiene tendencia de bravura, mal genio. Hay que tener en cuenta que los taxímetros en un buen porcentaje son adulterados, la verdad a mi me da hasta miedo pensar en hacer uso de este servicio.

Un taxímetro adulterado

Hoy un taxista me iba a dar cruceta porque le discrepe el valor que me estaba cobrando. Todos los días cojo la misma ruta y lo máximo que he pagado es 7.000 pesos y hoy el taxista me cobro 11.500, y no hubo ningún trancón, ni cambio de ruta para decir que marcara ese valor. O sea, el taxímetro estaba "muñequeado". Además, me toco botarle los 8.000 de la carrera y entrar a mi empresa para que el celador prácticamente me defendiera por que ya venia con la varilla a pegarme.

"A veces, quejarse funciona"

Yo me he atrevido a quejarme ante ellos y en algunos casos me han insultado e incitado a pelear. Finalmente se quedan con mi plata. Si se les pide que dejen visible la tabla, es otro problema y el cuento de siempre si uno exige el cobro exacto es que uno está chillando por "chichiguas". Si me quejo ante la empresa o la Policía, no pasa nada.

Aunque debo reconocer que debido a mi molestia por este abuso, si esto me pasa suelo quejarme a la empresa, o si el taxista es agresivo a la Policía y hace poco, después de un mes más o menos alguien me respondió y me dijo que en un operativo habían detectado al agresor (un taxista) que reporté y que efectivamente tenía el taxímetro adulterado.

Gracias a los lectores que enviaron sus comentarios. Los invito a seguir participando con sus inquietudes sobre esta y otras situaciones cotidianas al correo  yolgom@eltiempo.com.co