Los bogotanos, que tienen en la ciclovía de los domingos la principal alternativa de ejercicio sano no tienen nada contra las mascotas. Es más, la mayoría se alegra de que los perros, sometidos al encierro de apartamentos y conjuntos cerrados poco aptos para animales, tengan la posibilidad, junto con sus dueños, de estirar las piernas y disfrutar del aire libre, así sea solo los domingos.
Pero las recientes noticias que dan cuenta de la agresión de un promedio de 14 personas por perros callejeros o mascotas en Bogotá le han sumado un ingrediente a las conversaciones que se tejen entre ciclas, patines y caminatas.
Muchos dueños de mascotas se toman a la ligera la obligación de poner el bozal y la cadena para controlar a sus perros, y los dejan circular libremente entre niños y adultos de todas las edades sin medir el potencial peligro que se genera en esas circunstancias.
Los niños, por ejemplo, no alcanzan a medir el peligro que representa hacerles «cariñitos» a perros peligrosos, y se acercan a ellos sin ninguna prevención cuando comparten la ciclovía los domingos. Y muchos adultos, que no conocen de razas, no saben si cambiar de andén cuando encuentran en su camino a un perro sin bozal.
Y no es que no haya normas de protección. Están consagradas en el Código de Policía, en un acuerdo del Concejo de Bogotá y en una ley de la República. El problema es que los encargados de hacerlas cumplir –en Bogotá los alcaldes locales- no se pasan por la ciclovía, así sea de vez en cuando, para comprobar que muchas personas pasan de agache con la aplicación de las normas.
Si lo hicieran, los dueños de los perros tendrían claro que no sacar a su perro con cadena les genera una multa de cinco salarios mínimos legales diarios, y hacerlo sin bozal le sube la sanción a diez salarios en el caso de las razas peligrosas.
La Ley incluyó en la lista de «peligrosos» a los perros de razas o cruces o híbridos: Staffordshire Terrier, Bullmasstiff Doberman, Dogo Argentino, Dogo de Buerdeos, Fila Brasileiro, Mastín Napolitano, Pit Bull Terrier, De presa Canario, Rottweiler y Tosa Japonés.
El próximo domingo, cuando salga a la ciclovía, haga el ejercicio de observar a su alrededor para verificar por sus propios ojos el fenómeno de los perros que acompañan a sus dueños en el paseo de domingo.
Pero, ¿será la ciclovía el único escenario en el que la falta de bozal es un problema para los vecinos de los amantes de los perros? ¿Cuál es su experiencia con los perros de los vecinos? Anímese a escribir sobre este y otros temas a yolgom@eltiempo.com.co