El que sigue a continuación es el diálogo que, a diario, muchos bogotanos sostienen con los operadores de sus EPS (Empresas Prestadoras de Salud), que se dan el lujo de tratarlos con indiferencia y con cinismo, cuando de verdad enfrentan la necesidad urgente de que los atiendan o los remitan a un especialista.

-Señorita, el médico de urgencias me dijo que tenía que asistir con urgencia al neurólogo, esta es la orden. Por favor, ¿me puede programar una cita?

-Lo siento, pero las citas con especialistas solo las puede autorizar un médico general.

-Pero si es que el médico de urgencias ya me atendió y me ordenó la cita.

-Lo siento, pero ese es el procedimiento.

-Está bien señorita, por favor prográmeme una cita para el médico general.

-Lo siento, pero ese trámite no se hace por ventanilla, sino por teléfono. Por favor comuníquese con nuestro call center.

-Pero señorita, si ya estoy aquí, por qué no me ayuda a programar la cita, el médico de urgencias me advirtió que es urgente.

-Lo siento, solo se puede por call center.

Este diálogo ocurre entre una paciente que el fin de semana tuvo que asistir de urgencia a una clínica porque enfrentó un episodio de amnesia temporal, según dictaminó el médico de urgencias, que no le dio ningún tratamiento, ni medicamento. Solo le dijo que fuera al neurólogo.

Ante la negativa en la ventanilla de su EPS, como les ocurre a muchos pacientes, la paciente tuvo que aceptar el dictamen del funcionario de turno. “Hay que pedirle al médico general la orden para el especialista, en este caso para el neurólogo. Pero cuando le contestaron en el call center, la respuesta que le dieron la hizo sentir una oleada de indignación.

-Lo siento, no hay agenda abierta. Por favor, vuelva a insistir.

-Cuándo debo llamar, preguntó la paciente.

-Eso no puedo decírselo porque esa información no está disponible. Siga insistiendo.

-Pasaron tres días, y los médicos no han abierto agenda. ¿Qué hacer?

Nada, la paciente no puede hacer nada. Los afiliados al sistema de salud están impotentes ante la dictadura de las EPS.

“Lo sentimos pero el médico no ha abierto agenda”. La frase se ha convertido en una especie de latigazo que reciben las personas a quienes, sin embargo, si les descuentan puntual el aporte a salud. Y claro, si no han pagado, no las atienden.

Y la situación ocurre en la capital del país, donde se supone que las condiciones de servicios para las personas son mejores. Pero lo cierto es que estar afiliado al sistema de salud, en el régimen subsidiado o en el contributivo, no garantiza el derecho a la salud, como lo demuestra el caso de Bogotá: en la última encuesta del programa ‘Bogotá, cómo vamos’, el 91 por ciento de la gente entrevistada aseguró que estaba afiliada a alguna entidad de seguridad social. En una muestra de más de 1.700 encuestas, solo el 43 por ciento dijo que en la ciudad sí se le garantiza el derecho a la salud.

¿Y qué pasa con el otro 57 por ciento? Muchos de ellos viven el drama diario del irrespeto a su dignidad, de la falta de consideración de los funcionarios que atienden en las EPS. Su derecho a la salud es una mentira.

No es gratuito que del 2008 al 2015, en la misma encuesta de ‘Bogotá, cómo vamos’, haya bajado del 63 al 49 por ciento el porcentaje de personas que se sienten satisfechas con el sistema de salud y el servicio que les presta.

Uno de los dramas que llevan a calificar mal la atención en salud tiene que ver con las largas esperas, y en ocasiones indefinidas, para conseguir una cita de médico general y de especialista.

El 43 por ciento de las personas tiene que esperar entre 1 y 5 días para conseguir una cita, el 19 por ciento entre 6 y 10 días, el 19 por ciento tiene esperas entre 11 y 30 días. Y el 19 por ciento se demora más de 30 días.

“Lo sentimos, no hay agenda abierta, por favor siga llamando”.

Twitter: @YolandaGomezT