Muchos usuarios se preguntan ¿quién defiende a los pasajeros de TransMilenio? Y la respuesta es que nadie. Solo hay que vivir diariamente en las 149 estaciones y en los 9 portales la guerra que enfrentan para poder usar el servicio para entender que si alguna entidad oficial hiciera algo el cerco que se ha tendido en torno a ellos no sería tan agobiante.

El más apabullante y asfixiante de todos es el que han tendido los vendedores ambulantes que se han convertido en un ejército incontenible que se ha tomado los buses, los pasillos de las estaciones y hasta las puertas de acceso a los buses articulados. Solo hay que ingresar a una estación para encontrarse con la indígena que exhibe a sus hijos y a su pobreza para implorar compasión; al vendedor de medias de contrabando; a la señora que ofrece comida y a los que venden accesorios para celulares, para solo citar algunos ejemplos.

No es una exageración, ya son tantos los vendedores que se cruzan en los mismos buses, muchos esperan el turno para que el colega ofrezca sus productos, y otros optan por bajar en la siguiente estación. Nadie les impide acosar a los pasajeros, subir uno detrás de otro a vender productos o exigir que si no les compran les den monedas para la comida, el arriendo, la cita médica y mil usos más que se han inventado para pedir limosna en el sistema.

En un recorrido entre la calle 55 y la estación Maloka, por la troncal calle 26, se alcanzan a subir hasta seis vendedores, y eso que esa es la ruta en la que la gente menos compra, pero ya no les importa. Si es por la troncal Caracas o el número se duplica.

No importa cuántas veces les repitan en su discurso a los pasajeros que no están obligados a recibir y a comprar los productos. Eso es parte de la retahíla que repiten, porque cuando alguno de los pasajeros se atreve a decir ‘no gracias’, de inmediato llega el insulto soterrado y a veces insolente.

Algunos vendedores son tan descarados, como los del portal El Tunal, que si ven a alguien tomándoles foto lo denuncian ante los policías porque ‘dizque está prohibido hacer grabaciones dentro de las estaciones y los buses’. ¡Qué descaro!, como si ellos mismos no estuvieran haciendo una ocupación ilegal del sistema, que en su manual del usuario tiene prohibidas ese tipo de actividades.

Pero ellos actúan con tal osadía, porque están autorizados por el silencio de la administración; que no hace operativos para impedir que vendan en el sistema, porque las entidades del distrito se han puesto, literalmente, una venda en los ojos. Y así ignora un problema que se salió de las manos.

Y en consecuencia con esa actitud de las entidades del distrito, la Policía ha optado por ‘dejar hacer’, y simplemente hacen como que no ven. Los vendedores ofrecen sus productos delante de ellos sin ningún temor, porque saben que no pasa nada.

A ninguna entidad del Distrito le interesa que el asedio a los pasajeros llegue al punto de no poder hablar por teléfono o leer por el escándalo permanente de los que se suben a regañar porque no los saludan, o echar indirectas porque no les reciben los productos. Total, todo lo remedian iniciando su discurso con la misma frase: ‘de antemano pido disculpas si los incomodo’.

Señores de TransMilenio, a diario ustedes tienen en el sistema 1’300.000 personas que usa el servicio al menos dos veces por día. Son clientes, que pagan en efectivo el pasaje.

Entonces, por qué a ninguna entidad le importa que vivan bajo al acoso permanente, además de la congestión pemanente, que viajar en el sistema sea un drama que toca afrontar a costa de la tranquilidad y la salud mental porque no hay otra manera de movilizarse en Bogotá.

Twitter: YolandaGomezT