Estamos equivocados empoderando a las mujeres para que rechacen cualquier tipo de violencia y denuncien los casos de maltrato psicológico, físico o verbal de parte de sus parejas o exparejas.

Y la equivocación no radica en empoderar a las mujeres. Ni más faltaba. El error está en que estamos asumiendo la mitad del problema y el efecto que estamos logrando es una violencia más visceral e irracional que está terminando en feminicidio. No estamos haciendo un trabajo integral.

Y la otra mitad del problema son los hombres. Pregunto: ¿quién se está ocupando de ellos?, ¿quién está trabajando para cambiarles los patrones culturales, esos que les han enseñado históricamente sobre derecho a ejercer poder sobre las mujeres? ¿Quién se está ocupando de promover la formación de las nuevas generaciones de hombres en el respeto de los derechos de las mujeres?

Estamos enfrentando solo la fiebre del problema: los golpes, los morados, las heridas, el trauma, pero no estamos enfrentando la raíz del problema y por eso no estamos logrando resultados contundentes en favor de las mujeres. Sí, hemos conseguido avanzar en la consciencia de ellas, aunque no todas lo han logrado, de que no es aceptable ningún tipo de maltrato. Y por contagio, algunos hombres se han unido a su defensa.

Pero los hombres que todavía tienen en su cabeza y en su formación familiar y cultural el convencimiento de que tienen poder y derecho sobre sus parejas siguen en los hogares, convencidos de que tienen una ‘sociedad en su contra que le está dañando la cabeza’ a su esposa, novia o amante. Esos son los que siguen golpeando, insultando, hiriendo y matando.

Repito el comentario que me hizo al respecto una mujer que desde el 2011 intentó que el sistema la defendiera del maltrato. Estuvo a punto de morir apuñalada por su pareja, tres meses internada (escondida) en una casa refugio, y no ha logrado más que profundizar su drama, pero durante todo este tiempo en medio de la incertidumbre, también ha reflexionado:

“Nosotras mal que bien estamos recibiendo atención, así al final no pase nada. Pero por qué no los tratan a ellos, que están enfermos, por qué tenemos que ser nosotras las que terminemos presas durante tres meses en un hogar para escapar de su maltrato, cuando son los hombres los que nos golpean e intentan matarnos. Algo está pasando con ellos y nadie hace nada”.

Esa es su reflexión. Esa es la pregunta. ¿Dónde está el Estado con sus políticas públicas trabajando con la otra mitad del problema, escuchando a los hombres? ¿Quién está trabajando para que ellos, por fin entiendan, pero de verdad, por convencimiento, que no tienen derecho a golpear, maltratar, asesinar?

Hoy, muchos de los que dicen entender que a las mujeres no se les insulta, golpea y mata lo hacen de puertas para afuera (de labios para afuera), pero de puertas para adentro, en sus hogares, siguen actuando como la cultura y las costumbres les han enseñado: tratando a las mujeres como objetos de los que pueden disponer a su antojo.

Mientras escribo esta nota están a punto de sepultar a otra mujer asesinada por su pareja. ¿Seguimos esperando?

@YolandaGomezT