¡Bárbaros! Así son algunos energúmenos que usan el sistema TransMilenio y que son tan salvajes que descargan sus iras contenidas contra las personas que usan el sistema por necesidad y no tienen la culpa de que en las horas pico, que son todo el día, los buses vayan tan llenos que no hay manera de correrse para darles espacio a otros pasajeros que quieren subirse, así para hacerlo tengan que pasar por encima de los demás.
Sí señores. Conocí el viernes el caso de una mujer de cuarenta y pico de años. Todos los días vive una pesadilla en el portal Américas, en el suroccidente de la ciudad, a las 5:30 de la mañana. No tiene más remedio que usar el sistema porque ella no tiene para comprarse una motocicleta y menos para adquirir un carro. Tampoco se puede ir en bicicleta porque vive en Kennedy y trabaja en la carrera 3ª. con calle 116. Y para llegar a las 8:30 a su trabajo debe salir a las 5:30, porque la espera es larga antes de lograr subir a un bus.
Así que no hay nada que hacer, tiene que disputarse un puesto en un bus de TransMilenio, con miles de personas, muchas salvajes y bárbaras, y con otras que, como ella, deben lidiar con codazos, insultos, empujones, ladrones y ladronas que aprovechan el tumulto para robar. Y para descargar sus iras y sus frustraciones.
Entre las peores cosas que le han pasado a esta mujer, la del viernes no tiene explicación. Iba parada, totalmente apretujada entre decenas de personas después de subir al bus, cuando un energúmeno violento le gritó: ‘si no se mueve, la muevo’. Y le aventó un rodillazo en el estómago con tal fuerza que la dejó sin aliento. Le tomó varios minutos recobrar la respiración y todo un día de dolor en el estómago.
El muy cobarde se bajó enseguida y no le dio tiempo a reaccionar. La falta de aire tampoco la dejó. Y la sorpresa tampoco, porque el matón no le había pedido permiso, no le había dicho que se moviera. Así que ella se enteró por el rodillazo que el patán quería bajarse.
¿Cuántos de esos tipos violentos, que no dudan en darle un rodillazo en el estómago a una pasajera que ni conocen, viajan en el sistema? Muchos, muchísimos. Y no solo hay hombres, también mujeres. A mí me pasó en la estación de la calle 45.
Eran las 3 de la tarde de un jueves. Hacía fila como muchas personas y poco a poco me fui acercando a la puerta, esperando que llegara mi turno para subir a un bus que me llevara por la calle 26, cuando sentí un empujón que me lanzó dentro del bus. Faltó poco para caer en el andén por el espacio que queda entre el bus y la estación. Y el tipo que me empujó de un codazo que me dejó la espalda adolorida iba de saco y corbata. Igual que el de la señora del portal Américas.
Repito la pregunta: ¿cuántos violentos de estos, que representan un gran peligro para la sociedad, van en los buses de TransMilenio?
Necesitamos una intervención de urgencia para desactivar la bomba de tiempo de la inconvivencia, de la intolerancia y de la agresión física y sin sentido. Tanta agresión en los niveles de hacinamiento que tenemos en los buses es un peligro.
‘Mire, yo le juro que un día de estos hay un muerto, y ahí si van a poner cuidado’, me dijo la señora del Portal Américas, que por las tardes, cuando repite las pesadillas de la mañana, tiene que vivir los mismos insultos, gritos y empujones en la Estación del Museo o en la de San Diego.
‘Solo los pasajeros que sufrimos a diario las horas pico de TransMilenio somos conscientes de la tragedia que se ve venir, pero no tenemos quien nos defienda, nadie piensa en nosotros. Pagamos para que nos insulten, nos peguen y un día de estos nos maten”, afirma desconsolada, mientras se prepara para vivir la doble pesadilla diaria.
Qué más hace, si gana el salario mínimo y solo tiene para pagar dos pasajes de TransMilenio al día.
@YolandaGomezT