Entramos al último año de la administración de Claudia López y con este los últimos grandes esfuerzos para lograr que, por fin, la ciudadanía se conecte con ella y su gobierno.

La tarea es muy difícil, entre otras porque, por más buenas intenciones que existan, su gobierno -que para sus electores era el gobierno del cambio- resultó ser solo uno más de tantos en los que la ciudad parece no tener rumbo y luce abandonada, con calles a medio hacer, miedo por una gigantesca ola de delincuencia e improvisación.

Para este 2023, a la alcaldesa solo le quedan dos caminos: uno, darse la pela cambiando su discurso y el rumbo de la ciudad, y recuperar al electorado, bastante maltrecho tras sus decisiones en relación con el futuro de la Séptima, el paso de TransMilenio por la avenida 68, el pico y placa, el aumento del hurto a personas y la falta de toma de decisiones en casos de abuso, maltrato y acoso que han enlodado a varios de sus funcionarios durante los últimos años, así como por los nulos avances en protección ambiental y animal; dos, continuar como viene y olvidarse definitivamente de su aspiración a la Presidencia.

Si bien cualquiera que sea su rumbo tendrá consecuencias políticas, lo más acertado será reorganizar a su administración, darle un vuelco a cada una de las entidades y en muchas de ellas cambiar a sus cabezas por personas con mayor liderazgo, conocimiento y calidad humana. También reestructurar varias áreas y apostarle al talento y no al amiguismo.

Asimismo, llegar a donde está la gente, esa misma que la apoyó tres años atrás confiada de que sería su representante, que se pintaba como una abanderada de las necesidades de los más vulnerables, y que, sin embargo, hoy son ellos sus grandes críticos. Finalmente organizar prioridades y estar dispuesta a dejar pendientes a cambio de dar soluciones a problemas álgidos de la ciudad. Poner el pecho si hay fallas y exaltar lo que se haga bien sin que con ello haya arrogancia y falta de empatía.

En seis meses -porque durante el segundo semestre del año las entidades y los funcionarios entran en modo elecciones- es muy complejo que los bogotanos vuelvan a confiar, pero más vale intentarlo que salir de la Alcaldía con el sinsabor de perder todo el camino político que algún día alcanzó.