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El sonido melancólico de Interpol es el resultado de un experimento siniestro que salió terriblemente cool. Los chicos de esta banda de New York han conseguido resumir tres décadas de música underground en un sonido saturado de infiernos comunes e imágenes de desastres personales que bien podrían pertenecer a cualquier icono trágico del movimiento post punk británico – ¿recuerdan a Ian Curtis? – Algunas de sus canciones describen un sentimiento de estancamiento emocional tan profundo que incluso las palomas de Central Park andan cuestionando su existencia por estos días.

Miembros originales de la escena indie, los Interpol han conseguido establecerse como uno de los actos mas interesantes de la nueva corriente shoe gazer neoyorquina. Aunque sus orígenes se remontan a las noches universitarias de locales como el Brownies o el Mercury Lounge, su propuesta es la antítesis del neo rock cervecero y superfluo que domina las ondas de la radio comercial estadounidense.

Demasiado sofisticados para ser punks. Demasiado freaks para ser mods. Demasiado mods para ser goths. Sus rostros pétreos y sus impecables trajes Armani hacen inevitable pensar en el pragmatismo mecánico de Kraftwerk o en la arrogancia estilística de Jarvis Cocker.

Su primer LP, "Turn On the Bright Lights" (aquí algunas críticas) es un tributo “indirecto” al movimiento downer rock que se establecería con bandas como Joy Division, The Cure o Echo and the Bunnymen. Este vínculo innegable no resulta para nada molesto. Por el contrario, las canciones que hacen parte de esta ópera prima son una suerte de entidad “frankensteiniana” que adquiere una identidad propia a medida que los sentidos se agudizan para reconocer la mecánica interna de su naturaleza ecléctica.

La estructura rítmica de Turn on the Bright Lights es aséptica y helada como el acero quirúrgico. Los riffs aletargados de la guitarra se funden con una línea de bajo sórdida e implacable. La percusión tiene una precisión demoledora e inexorablemente suicida. El barítono de Pauk Banks a veces suena como una suplica erótica que atraviesa la oscuridad de la existencia en un bateau ivre que naufraga en su propia noche, en su propio samsara de sueños rotos.

"Antics" -su segundo LP- (escuche fragmentos aquí) conserva básicamente la misma atmósfera de decadencia emocional que envuelve Turn on the Bright Lights. No obstante, las canciones que integran este nuevo “interrogatorio existencial” resultan mas sencillas para escuchar y definitivamente más edulcoradas que sus predecesoras.

Algunos cortes tienen una línea definidamente pop e incluso podrían llegar a ser la banda sonora perfecta para la noche de graduación de un gimnasio bogotano. Otros cortes, por el contrario, reivindican el talento de Banks para exorcizar sus demonios y enviar sus frustraciones al pelotón de fusilamiento. "Antics" es en términos generales un álbum ambivalente en el cual la omnipresente dicotomía entre comercio y honestidad artística es bastante evidente -ojalá un tercer álbum deje las cosas claras-.

La música de Interpol definitivamente no salvará la vida de ningún adolescente confundido. Tampoco se convertirá en la marca registrada de una generación o en el Santo Grial de una cruzada contra el mercantilismo de las casas disqueras. Sin embargo, y aunque sus excesos estéticos resulten una píldora difícil de tragar para los escépticos y los puristas -debo reconocer que la banda no me convenció realmente hasta que les escuché en vivo en el Tabernacle– es indudable que Interpol ha conseguido conmover la estéril escena norteamericana con un sonido compacto e increíblemente convincente que seguramente devolverá algo de la fe perdida a los music junkies del mundo entero.

Discografia

EP’s
Interpol (2000)
Interpol – The Specialist – (2002)

LP’s
Turn on the Bright Lights (2002)
Antics (2004)

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Gracias, Andrés. Suerte y pulso.

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