La música de Star Wars
Qué se puede decir para no caer en lo obvio. El principio de la música de Star Wars es sencillo: ¿Qué se puede oír durante una batalla espacial? No van a ser sólo rayitos y explosiones de un lado al otro. No señor. Estamos hablando de una guerra entre fuerzas que controlan el universo.
Por supuesto, no se trata sólo de eso: Hay un misticismo logrado además en la música que acompaña el desarrollo de los personajes (el camino que recorre un joven Jedi entre la ingenuidad y la sabiduría) e incluso un poco de sátira y humor en los juegos sonoros en torno a los Ewoks en "El imperio contraataca" y a la cantina de mala muerte en "El Retorno del Jedi".
Eso fue lo que logró el compositor neoyorquino John Williams, alumno de Henry Mancini (¿Se acuerdan de la música de la Pantera Rosa?). Williams ya cuenta en su lista de logros la música de "Tiburón" , "Indiana Jones", "Jurassic Park", "Perdidos en el espacio", "E.T.", "Nixon", "Rosewood"… ¿Tengo que seguir?
Esta es la lista de cortes en los episodios IV, V y VI. Acá se pueden hacer descargas pagando. Para explorar más acerca de la música de John Williams, estas son algunas buenas opciones: 1) Su discografía básica; 2) La impresionante tarjeta de presentación de este señor, y 3) Yo Yo Ma plays the music of John Williams: Versiones de sus composiciones a través del cello de este oriental que se ha caracterizado por interpretar la música de los creadores que han cautivado a esta generación de melómanos-cinéfilos.
EL PRÓXIMO HIJO BOBO DE WILLIAMS: Indiana Jones 4 puede ser, sin duda, una de sus más atrevidas experiencias, ya que intentará revivir las emociones de la película original muchos años después. Al fin y al cabo, eso es lo que logró con Star Wars.
Uno que no quiere a Juanes
Hace un tiempo, cuando la Caja de Resonancia abrió su poco codiciado Premio Calavera a lo más calavérico del entorno musical, muchos de ustedes insistieron en que el ganador debía ser el músico paisa. En ese entonces, el esperpento elegido fue RBD. Graciosamente, meses después un lector increpó a la Caja por no haber hecho mención del gran concierto de Juanes en Medellín. En los dos casos, la Caja guardó silencio… ¿Por qué?
No, no se trata de admiración por Juanes. Tampoco es desprecio. Hablar mal de Juanes es convertirse en un paria ante los ojos del excesivo patriotismo que nos caracteriza -cercano al oscurantismo-. Es como ir a España y hacer un chiste de las pereiranas o del café. Lo que pasa es que la óptica a través de la cual debe verse el fenómeno de Juanes es muy diferente a la de quienes apreciamos la elaboración musical. Talvez en eso se equivoca Escobar.
Juanes es un producto de las ventas. Si cocino empanadas no estoy pensando en que queden hechas con la mejor receta culinaria o los mejores nutrientes, sino en que se hagan empanadas en serie y que la gente las compre. Si mi primera tanda de empanadas se vendió rápidamente, seguramente generaré en mis clientes la costumbre de consumir mis empanadas. Talvez tengo la mejor cocina para hacer las mejores empanadas, pero opto por hacer lo más rentable. Juanes es lo más rentable.
Por eso, no podemos esperar que Juanes sea un producto óptimo. Para exportar, también tenemos a Totó La Momposina, a Petrona Martinez y a una gran cantidad de ensambles experimentales en música colombiana que hacen gala de academia, estructura musical, representación colombiana y sabiduría interpretativa.
Una paradoja de esto es que uno de los músicos de Juanes, Juan Pablo Villamizar, es un valioso intérprete y un avispado creador. He tenido oportunidad de verlo en escena haciendo su propia música y el tipo es excelente. De hecho, es una leyenda en la Facultad de Música de la Universidad Javeriana de Bogotá. Pero eso no impide que haga lo que hace con Juanes: Es su trabajo.
En lo que coincido con Escobar es en su visión acerca de Juanes como un narcótico: "Exportamos cocaína, heroína y la camisa negra", dice en su columna. Claro, como con los alcaloides, hay consumidores que abren el mercado, y productores dispuestos a suplir ese vicio aunque corroiga la mente de una generación.
Suerte y pulso.