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Caray, modifico el blog para meter este mensaje urgente porque acabo de enterarme de la muerte de Ray Barretto, maestro del latin jazz. Más información acá.
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Bueno, Perú, país hermano, con tradiciones similares a Colombia, con un arraigo por el folklore mucho más fuerte que nosotros, se trajo a una de las bandas más originales de los setenta y ochenta en el Reino Unido. Ciertamente, en Perú hay una gran comunidad de fanáticos del art-rock, pero tampoco es algo másivo. Ahora, para llorar: la banda de Ian Anderson dio CUATRO conciertos en México, y estuvo de gira por Costa Rica, El Salvador, Ecuador y Venezuela el año pasado.
Ahí es cuando uno se pregunta si se trata de un problema diferente, un problema de fondo.
El año pasado fue apoteósico en cuanto a la oferta de conciertos en Bogotá. Incubus, White Stripes, Bajofondo tango club, Alan Parsons Project, Slipknot, etc etc etc. Se suponía que uno de los más vendedores era el de Slipknot…. En cuanto a taquilla, fue un fracaso contundente. Se supone que en Colombia sí hay público para Slipknot. Pero no todos los muchachos de menos de 20 años tienen plata para pagar tres boletas en cinco meses.
Los empresarios tienen miedo: Da susto traer a U2. Da susto traer a los Rolling Stones. Es como el mercado accionario, si te arriesgas en una inversión dramática, puedes ganar mucho dinero o perderlo todo , pero si compras acciones estables, simplemente vas a seguro ganando muy poco. ¿Será que necesitamos empresarios más arriesgados?
Una disculpa que salta al aire en estos debates es la polémica en torno al Campín. Cuando se decidió que el estadio no se prestaba más para conciertos, los empresarios se aburrieron. Hubo una puja fuerte que generó mal clima en estos negocios.
Obviamente, el conflicto armado también influye. Por ir a un país de destino que representa más riesgo de seguridad hay que cobrar más caro. Eso influye… Otra razón particular: Colombia se ha convertido en buen escenario para el Metal, tanto, que creo que algunos empresarios piensan que eso es lo único que pega.
Pero hay esperanza: Dreamtheater, cuyas boletas oscilaban entre 68 y 135 mil pesos, agotó su taquilla desde la semana pasada. Jamiroquai parece ir por la misma senda exitosa. Entre mayor éxito tengan estos conciertos, más "grandes" van a ser los artistas que traigan.
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La noche tuvo una excelente apertura: El colectivo Tumako Club (primera foto) armó la rumba con un show muy bien montado. Hace una buena fusión electrónica con tamboras y gaitas de nuestro folklore. Tumako participó en el pasado Electrolux, aquí en Bogotá.
Adriana Calcanhotto, vocalista del conjunto brasileño, trajo consigo esa energía que uno espera en la batucada. DJ DaLua puso a la gente a gritar, y el saxofonista Celso Fonseca pone el talento. Moreira (teclados) y Menescal (bajo) son la base sólida que sostiene a todos. Un montaje muy agradable. Como suele ocurrir, el chaparrón de las fallas le cae a los de sonido, que se pifiaron en tres o cuatro canciones y pusieron a Fonseca a lidiar una batalla con su micrófono.
Algo que me pareció gracioso es que, entre canciones, siempre que terminaban una frase con la palabra samba, la gente gritaba.
La cita de Bossacucanova mañana es en Medellín, en el Jardín Botánico. Un picnic electrónico, qué sabroso.
Recibe el obsequio de la camiseta de Bossacucanova -cortesía de Melodie Lounge / Medellín- Darío Portilla, quien envío el primer correo del día miércoles. Llegó a mi buzón a las 9:12 a.m. (Ya recibió las coordenadas en correo de respuesta).
Si hubiese tenido más camisetas, habrían sido para Roberto León Gomez (9:38 a.m.), Gustavo Cabrera (9:55 a.m.) y Aku Ma (12:01 p.m.)
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Hoy es la segunda parte de la charla de Mario Galeano, Roberto Fiorilli y demás amigos del rock colombiano de los sesenta, en la Universidad Javeriana, Auditorio Pablo VI, 5 a 7 pm.
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Desahóguense sobre sus conciertos anhelados. Perdonen la demora de salida de esta publicación… Son las consecuencias de la noche. Suerte y pulso.