Ciertamente, yo creía que este concierto iba a ser el catalizador de esta burbuja de compra imparable de boletería. Pues bien, no sólo llenó su presentación, sino que van a ser dos las veces que inundará el Palacio de los Deportes. Impresionante, sigue la ola. Por eso, lo mejor es gozarse el show sin remordimientos: La platica se recupera después, plata va y viene… Manu Chao, también, pero cada cinco años (se demora más que el mundial de fútbol).
Invitación: Quien quiera enviarme su reseña del concierto, es bienvenido para que la publiquemos. Si llegan varias, hago una selección.
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Cualquier homenaje póstumo siempre es y será un esfuerzo inútil por resumir en un minúsculo espacio lo bueno que representaba la presencia de alguien. Pero gigantes como este, que surgen tan lejos de nosotros, no necesitan un homenaje sino una primera presentación.
Por eso, les presento a Alí Farka Touré, considerado el "John Lee Hooker africano". Se trata de un campesino de Malí que alcanzó fama mundial cuando ya había cumplido 50 años. Vivió el apogeo de la "música del mundo" en los noventa. Pero su proceso artístico es muy diferente a cualquiera que hayamos conocido: este hombre tuvo un llamado celestial, ultraterreno, para hacer música. Tocó con Taj Mahal (Rockeros: ¿recuerdan al bluesero que aparece en el "rockandroll circus"? e hizo un tremendo disco con Ry Cooder (el hombre del buena vista social club) en 1995, titulado "Talking timbuktu" que mereció Grammy -en una de las categorías que sí valen la pena de los Grammy-.
Entre sus excelentes logros está el haber grabado con el prestigioso sello británico World Circuit y ser uno de sus artistas más vendedores. Como padrino del blues en tierras africanas, encontró seguidores fieles, como los famosos cieguitos Amadou & Mariam. Inspiró, por supuesto, aquel disco de Putumayo Records llamado "Mali to Memphis" (ahí no aparece él pero sí todos sus estudiantes).
El año pasado sacó el disco "In the Heart of the Moon". Mi recomendado de Alí Farka Touré es "The Source", de 1991.
* Agradezco la colaboración de Mauricio Duque, quien me compartió el enlace de la nota de El País.
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Hoy Aicardi está en la quiebra. Su diabetes y otros malestares consumieron sus riñones y los ahorros que obtuvo por su música. Pide a gritos un trasplante y además que no le quiten su casa, en Medellín, debido a los embargos. Recibe cada tres meses un cheque de $220.000 por concepto de regalías de sus canciones. OTRA GLORIA COLOMBIANA OLVIDADA Y POBRE. ¿Cuándo nos darán una explicación concreta y satisfactoria de esto Sayco y demás responsables de la industria discográfica nacional?
Su drama, hecho público por El Espectador, sale a la luz en medio de una intensa época electoral. Por eso, ahora retumba como premisa de campaña de algunos candidatos. Lo importante es que el asunto no se quede ahí (que las buenas intenciones no mueran después del 12 de marzo) y que "El insuperable" pueda, con ayuda de sus amigos y fanáticos, superar esta chancletada de la vida.
Suerte y pulso, amigos.