Escuchen fragmentos de dos canciones de Tumako Club: Candela y La Totuma. Además, fragmentos de la entrevista con Jorge Camacho, uno de los líderes de la propuesta.

¿Cómo hacer música electrónica en Colombia, interpretarla en Europa y no parecer que se está llevando "leña al monte"? Parece que el único camino es el más sensato: Explorar el interior de nuestra esencia propia, nuestra música.

Ese fue el reto que llevó en el año 2003 al dueto electrónico Club Beat, de Jorge Camacho y Mauricio Sotelo, a experimentar la fusión de sonidos del caribe y del pacífico colombiano con el tradicional house europeo.

Primero, tuvieron que enfrentar esa búsqueda de folklore: Cuenta Jorge, quien además es el productor, que emprendieron una cacería de talentos en Barranquilla y Cartagena. Sin embargo, se encontraron con que la tradición estaba algo extraviada, ya que sólo encontraban niñas dispuestas a cantar reggaeton y champeta. Pero luego dieron con la voz femenina y el proyecto se disparó. Entonces se convirtió en Tumako Club.

Desde entonces, esta propuesta house suena a gaitas, a tambora y a la tierrita. Es el llamado Latin House, cuyo término asusta ante tantas prostituciones chispunceras en el mercado, pero la oferta de esta agrupación parece más profunda, más dedicada.

Por supuesto, no es música abierta para todos los oídos, pues resulta difícil pensar en una especie de "Petrona Martínez remezclada", pero el asunto es manejado con respeto: La música colombiana puede -y talvez debe- modernizarse con las influencias sonoras de hoy, si se tiene en cuenta que casi toda nuestra historia musical parte de herencias africanas y europeas. Es el flujo normal de la cultura. Además, hace lo que no hace la política: Sacar a flote lo bueno que tenemos.

Tumako Club produce su música "sin ganas de dañar el folklore nato sino llevarlo a un contexto más internacional y más actual, pero valoramos mucho toda esa tradición y todos esos ritmos negros que nos trajeron", me contaba Jorge en una entrevista que le hice hace algunos meses: "Hay montones de ritmos muy desconocidos, y hay mucho con qué jugar en la música colombiana".

Jorge reconoce que Sidestepper marcó una senda en la exploración y redescubrimiento joven de los ritmos latinos, pero también insiste en que la propuesta es diferente. No menos agradecido se enseña con Carlos Vives: "nos mostró que tenemos que buscar en lo de nosotros y ponerlo a un nivel actual".

Sin embargo, con el temor de entrar al tejemaneje de la industria, Tumako Club no se ha jugado las cartas. Ellos decidieron permanecer en el ambiente privado de las fiestas tipo Teatrón (Allí abrieron el concierto de Bossacucanova) pero no se la juegan con un productor externo: En un celo por una piedra preciosa entre las manos, quieren que las mezclas sólo las hagan ellos mismos: "queremos una balanza, estamos en punto medio en donde no queremos que se vaya todo a la música electrónica o todo a la música colombiana".

La ironía de la vida es que cuando aceptaron la necesidad de un productor externo, entablaron contacto en Nueva York para conseguirse a un hombre muy duro, pero cuando hicieron la vuelta para la visa, se las negaron.

Guardan en la bolsa de la vida algunos logros interesantes: Compartieron escenario con Télépopmusik en Electrolux 2005 y se han presentado en algunos bares en Europa. Cuando conformaban Club Beat, abrieron el último concierto de Gustavo Cerati en Bogotá -no con Roken, sino como solista-. Una de las guaridas de Tumako Club fue la discoteca Miranda Latina, en la cra.15 de esta ciudad.

Todos los miércoles, una selección de buenas ofertas nacionales. Suerte y pulso, amigos.