Una gran mandíbula le ayuda al crítico musical a sostener esa sonrisa de adolescente eterno, pues es un melómano con el mejor trabajo que podría tener cualquier enfermo por el rock: Editor y columnista de la Rolling Stone Magazine. Comienza así una serie sobre historias de melómanos en la Caja de Resonancia.

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Acerca de rumores de grandes conciertos, no quiero contar nada hasta que estén totalmente confirmados, pues entendería su molestia si resultan no ser ciertos. Recientemente me encontré un insólito recuerdo del polvorín que encendió el alcalde Luis Garzón con su rumor de la venida de U2, hace unos meses, rumor que yo difundí: Una camiseta publicitaria de una reconocida marca de condones en cuya espalda reza el mensaje "Yo veré a U2 en Bogotá". Para que nadie vuelva a perder dinero imprimiendo camisetas, prefiero contarles lo que sea cuando ya esté todo confirmado.
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David Fricke vive feliz

Relator de la escena rock desde 1966 en revistas como Good Times o la respetadísima Circus, este tipo ha mantenido una columna en la revista Rolling Stone por años. Se titula David Fricke’ Picks. Su trabajo como crítico y como entrevistador ha encontrado capítulos interesantísimos. Por citar uno reciente, su crónica sobre el ensayo del reencuentro de The Police en el que estuvo y pudo presenciar las tensiones que siguen latentes en el trío, aunque diferentes.

Pero además, el flacucho ha estado en la cúspide como editor general de la revista e incluso luego se dio el lujo de decir "mmmm, volveré a ser sólo columnista, lo que me gusta hacer".

Fricke se ha emancipado en las introducciones para cuadernillos de algunos famosos álbumes…: la medio bobadita de la caja Peel Slowly and see, de The Velvet Undeground; la antología de los Ramones Hey Ho! Lets Go! y la edición de grandes éxitos de Nirvana del 2002.

Esta entrevista algo particular parece retratar un poco de su pensamiento independiente:

La revista realiza de vez en cuando foros abiertos con sus editores. Recientemente fue la oportunidad con Fricke. El tipo respondió preguntas muy interesantes de los lectores acerca de la independencia del crítico musical, de su día a día como escritor sobre música, de sus gustos y de por qué si él quiere tanto la buena música, permite que en la carátula de la mítica revista aparezca Jessica Simpson o Ben Afleck. Sus respuestas fueron muy sólidas.

Fricke cuenta su admiración por la espectacular banda japonesa Flower Travellin’ Band, de la cual tenemos que hablar aquí algún día, y por el primer álbum de Moby Grape. Además, detalla cuáles fueron los primeros cinco discos que compró, empezando por el de una banda que mereció una mejor participación en la historia del rock, Paul Revere and the Raiders. Aquí unas muestritas: Indian reservation y The Great Airplane strike.



Encantadora su respuesta acerca de su colección musical (la última de la lista de 9 respuestas): "No tengo idea de cuántos discos tengo. No los cuento: Los pongo a sonar". La melomanía no es una competencia numérica.

Fricke tiene un podcast pero su publicación ha sido muy irregular… de hecho, hay cinco años de diferencia entre el primer capítulo (2001) y el segundo (2006), y no ha hecho más, pero el material permanece en la red y creo que es muy valioso. Se titula ‘Out There’ y aquí se puede escuchar y descargar. Ojalá publicara más seguido.

Ah, y esta es una entrevista que Fricke le hizo a Morrisey el año pasado…

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MARTILLAZO DEL DÍA

La semana pasada le dí vueltas a un disco que tenía empolvado desde hacía mucho tiempo. No tengo idea por qué se me vino a la cabeza pero lo recordé y entonces lo saqué de su escondite para escucharlo: ‘Crystal Ball’, de Styx.

Esta es una banda complicada. Lo que uno suele escuchar de esta reunión de gatos aulladores es el supuesto clásico ‘Mr.Roboto’ (Si, esa que en el coro dice "domo arigato, mister roboto"), un sonsonete cansón que pegó como pegan todas las canciones horribles cuando se te quedan en la cabeza y contemplas la idea de sacártelas con un cuchillo de cocina.

El grupo de Chicago tiene además un terrible antecedente: Es el favorito del comediante Adam Sandler. Eso resulta imperdonable.

Pero pese a lo suave o cursi que pueda sonar la banda, esas baladas de tres pesos, en sus orígenes había una pequeña esencia de rock progresivo. Fue algo que se ratificó en el álbum de 1976, sin duda uno de los mejores de su historia como grupo de rock (como catálogo de peluquería, hay que ver los álbumes del 78 en adelante).

Lo duro del asunto es que esta banda estadounidense intentó entrar tarde en un mundillo que tenían conquistados los británicos. Cuando Styx ya estaba logrando calidad, el rock progresivo se volvió anticuado y los punks le declararon el desalojo. Entonces qué ocurrió, como con tantos músicos de entonces: tuvieron que buscar otra forma de vida, y el rock arena y la balada fueron los chances disponibles.

Esta es una muestrita de su corte principal, del mismo nombre, Crystal Ball, y la imagen de la carátula:

La voz de Dennis DeYoung que suele ser detestable en otras producciones de Styx resulta ser muy limpia y muy armónica en esta grabación. El trabajo de las guitarras es elegantísimo, por ejemplo en la canción ‘Jennifer‘. En otros cortes como ‘Put me on’ o ‘Clair de Lune/Ballerina’ -ay, qué títulos tan cursis- lo hecho en los teclados merece reconocimiento. De hecho, ‘Put me on’ es una pieza clave para escuchar y preguntarse "ve, y estos tipos por qué no siguieron haciendo estas vainas". En las vocales, destacable la que ya escuchamos y ‘Mademoiselle’. Recomendado de la semana, pero ojo, pueden odiarlo la primera vez que lo escuchen… talvez también la segunda… talvez también la tercera, cuarta, quinta y…

Suerte y pulso.