Al ver las imágenes de cómo los hinchas de fútbol arrancaron las sillas del estadio Nemesio Camacho El Campín, siento que las discusiones distritales en torno al escenario de conciertos pecan de tanta ingenuidad o, en el peor de los casos, de abusar del protagonismo histórico que quieren demostrar. Hoy no tenemos un escenario para conciertos masivos, que debería ser el estadio como ocurre en el resto del planeta, porque en teoría de todas las administraciones, la grama siempre se va a dañar, pero sí se les permite a las hinchadas de fútbol un vandalismo semejante como el de arrancar las sillas… ¿Suena lógica semejante desproporción?
El escenario planeado para el Parque El Tunal quiere responder a esa necesidad. Tendrá una gran plataforma para el artista y las luces y sonido, y unas graderías especiales. Todo pinta muy bien hasta ahí, pero el asunto es que no se trata sólo de tarima y graderías… un escenario masivo de conciertos requiere toda una planeación de anillos perimetrales.
Un concierto masivo serio tiene varios anillos: el central, que es donde se desarrolla el concierto; el segundo, en el que están baños y comidas y demás espacios de descanso que tengan vías rápida de evacuación; un tercer nivel de desplazamiento, que tienen que recorrer quienes llegan al escenario desde la entrada; un cuarto nivel que es donde se están procesando las entradas, que debe tener un montón de líneas rápidas… la idea es que no haya congestión en ese punto. Por último, el quinto, que es donde quedan aquellas personas que no tenían boleta y que por alguna razón intentaban entrar a la fuerza.
El problema con el Simón Bolívar en los conciertos de Iron Maiden, Soda Stereo y otros tantos, fue principalmente que el cuarto y el quinto anillo son lo mismo, y que las líneas de entrada son muy pocas por localidad: suelen ser 4 o 5 y deberían ser más de 20. Es decir, no se trata de condenar exclusivamente a "inadaptados y violentos que vienen a sabotear", porque de esos siempre habrá en todas partes, sino que además el sistema debe estar preparado desde un comienzo para filtrar esas amenazas.
Todos estos requerimientos técnicos me los confirmó el organizador del festival Cosquín Rock, de Córdoba (Argentina) existente desde el 2001. Allá saben que si quieren evitarse una tragedia o en el menos complejo de los casos, una gran congestión, no pueden escatimar esfuerzos en estos anillos.
Un terrible absurdo es pensar que unos andamios cubiertos con lona de costal pueden detener a una multitud enfurecida, como ha pasado en eventos del Simón Bolívar. Si esos van a ser los cierres planeados para El Tunal, la crisis va a ser peor que en el parque del libertador, donde al menos en este hay una reja de cerramiento.
Los empresarios colombianos con los que he hablado insisten en liberar El Campín para conciertos. Afirman que El Tunal será otro Simón Bolívar. Si esas consideraciones son ciertas, el distrito debe tenerlas en cuenta.
¿Qué piensan ustedes?
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– Hoy me llegó la copia del disco de Bossa N’ Ramones, aquel del que despotricamos en un pasado post. Creo que en el menos malo de los panoramas, el disco lo puede disfrutar quien no conoce ni está interesado en conocer a los Ramones. Porque hablando de fanáticos, definitivamente es una patada: una línea que no debía cruzarse y que comercializa aquello que se suponía que no iba a ser así nunca.
Canciones como ‘I wanna be sedated’ o ‘The K.K.K. took my baby away’ quedan ridiculizadas, edulcoradas y, además, por la nueva estructura, son tan fácilmente olvidables que algún día parecerán solo un mal recuerdo del pasado. Qué mal.
* NOTA: en estos días, el blog Caja de Resonancia y otros varios de Eltiempo.com serán migrados a una nueva plataforma. Por ende, seguramente se presentarán algunos problemas de funcionamiento que advierto desde ya. Les pido un poco de paciencia: cuando quedemos montados en la nueva estructura, esto va a ser una nave.
Suerte y pulso.