Pequeña revisión al grupo australiano insignia del hard rock. Qué rico es volver a lo básico cuando se trata de una fórmula sin vacíos, pero a la vez, qué sabroso detectar ciertas influencias que llegan con los años, aún cuando se mantienen los pantalones cortos. Y hoy, además, alimentando a una bestia…
Iron Maiden, ‘Somewhere Back In Time’… ¡¡La venganza!! Con tanto amor que el planeta, y en particular Latinoamérica, le exhibió a la banda británica de heavy metal, es muy probable que Colombia vuelva a verla en otra ocasión que puede ocurrir después de marzo de 2009. Ha anunciado en su página oficial que ha decidido enprender una segunda vuelta de la gira, arrancando en Dubai el 13 de febrero y llegando a México el 25 de ese mes. En ese país dará tres toques… y luego bajaría a Suramérica nuevamente… «Marzo 2009, detalles próximamente», reza el mensaje, sin aclarar a cuáles países… Es claro que Colombia demostró que quería otro concierto de Iron Maiden, sobre todo la gente que se quedó por fuera del Parque Simón Bolívar… Y los que no querían pagar boleta y entrarse, a ver si ahora sí pagan.
Por cierto, algo muy irónico: algunas personas estaban demandando a Evenpro por el daño que significaba no haber entrado al concierto, y demandaban que les dieran a cada uno la colección completa de discos de la banda. Ahora, si vuelve, podría ser la oportunidad de enmendarles el daño.
Yo pienso que si un día me raptaran extraterrestres e intentaran hacerme alguna de esas porquerías que dicen los «raptados» que les han hecho, yo intentaría negociar: «hagamos algo, si me dejan tranquilo, les enseño qué es el Rock, para que se lo lleven a su planeta», y les pondría en primera instancia a dos grupos que creo, definen por antonomasia ese sonido: The Who y AC/DC. En un segundo nivel, Bruce Springsteen, Grand Funk Railroad y, por qué no, Metallica. Yo creo que con eso los convenzo y ‘mantengo el invicto’.
AC/DC representa una fiebre histórica. Yo ya lo tengo planeado: el ‘parche rockero’ de AC/DC que viene con el nuevo CD ‘Black Ice’, se lo voy a poner al maletín del portátil. Que me digan lo que quieran, que «se ve una boleta» o que estoy muy anticuado, que da pena sacarlo en una conferencia, no importa, creo que el portátil ganará estilo… ¡Black ICE! ¡¡¡¡Yeaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!!!!
Es que, por muy de vanguardia que uno se crea («uy si, ‘osea’, yo escucho TV On The Radio, MGMT, Prinzhorn Dance School, Gogol Bordello», diciéndolo así con tono bien gomelo), hay que reconocer que siempre es agradable volver al cliché rockero que sembró AC/DC. Ese de gritar ‘Yeahhhhh’ y hacer air guitar y toda esa parafernalia. Es que a AC/DC, uno le cree auténtico ese discurso… cosa que no pasa con muchos artistas del rock.
Hace un tiempo, cuando supe que iba a aparecer un nuevo disco de la banda australiana, y algunos amigos me preguntaban si ya había oído las canciones que ya habían aparecido por ahí, solía decir lo mismo: «Va a ser el mismo AC/DC de siempre, creo que es la única banda de la que uno espera que suene igualito siempre».
Pero no es necesariamente cierto. Todo eso no significa que el disco sea la repetición de la repetidera de la fórmula clásica de los australianos bebedores de cerveza. Aun cuando el sonido del grupo se mantiene de forma rigurosa, si uno se inmiscuye en la historia del grupo, sí detecta algunas puertas escasamente visibles hacia sonidos diversos y épocas. Y ‘Black Ice’ deja entrever algunas de ellas.
Títulos de canciones como ‘Rock N Roll Dream’, ‘Rocking All The Way’ o ‘Rock N Roll Train’ [ video oficial ] suenan como un recurso clichetudo. Pero si uno se inmiscuye en canciones como ‘Anything goes’, que van a un voltaje muy diferente, se da cuenta de que el grupo no esconde que ya llegaron los años de la madurez (ojo, no es despectivo, la inmadurez es buenísima). Ahí hay guiños a un poco de todo, sonidos que bien ha explorado antes Sprinsgteen o Fleetwood Mac.
La influencia blues, en este caso particular del country blues, se nota en ‘Stormy May Day’:
Si se trata de letras -aunque con AC/DC nunca se ha tratado de eso-, supongo que las canciones más representativas son ‘War Machine’ [ letra ] y ‘Rock n Roll Dream’ [ letra ]. Esta última es claramente para un público adulto, no es para ese fanático joven que busca la explosividad rockera. No, esta es una canción para sentarse a escucharla, o hasta buena para carretera.
También es posible que esto responda al hecho de que el productor del disco fue Brendan O’Brien, ex tecladista de Bob Dylan y bien reconocido por ser el productor de trabajos de Stone Temple Pilots, Pearl Jam, Incubus y The Wallflowers, entre otras muchas bandas. AC/DC venía de autoproducirse en el 2000 (¡hace ocho años!) el álbum ‘Stiff Upper Lip’, que fue muy rockero, y tal vez el cambio de mentalidad era importante.
Miradas al pasado
Los que conocen muy bien la banda dicen que, pese a tanto encanto, AC/DC no es lo mismo desde ‘Back in Black’, el super álbum de 1980, que le había seguido a otro monstruoso, ‘Highway to hell’, de 1979. Carajo, es que debe ser muy difícil superar un álbum que contiene dos éxitos históricos como ‘Back in black‘ y ‘You shook me all night long’. Un álbum que además comenzaba con la fortaleza progresiva (no me refiero al subgénero sino a la aceleración rítmica) de ‘Hell Bells’, esa canción en la que el ritmo se va calentando y la gente se va encaramando al bus.
Y pues, más allá de cualquier plan, la fatídica pérdida de Bon Scott, la voz clásica de la banda que parecía inigualable, era posiblemente la situación más insalvable del grupo que se veía condenado a la desaparición. Cómo reemplazar a Scott. Mucha gente concluyó que hasta ahí iba el grupo.
Por eso, cuando eligieron como reemplazo a Brian Johnson, mucha gente no creyó que fuera a funcionar. Ciertamente, ninguno de los álbumes posteriores a ‘Back in black’ ha tenido la misma popularidad, pero el grupo siguió dando lata y hasta reinventarse el culto y aparecer en montones de películas. Recuerdo a Johnson bebiendo cerveza en la película ‘Goal’, haciéndole barra al New Castle en la barra de un bar. Me contaba un compañero de la oficina que en estos días el hijo de 10 años de uno de sus mejores amigos se la pasa hablando de AC/DC… ¿cómo es eso posible?
Yo soy defensor total de un disco que los muy fanáticos de la banda casi no quieren mucho: ‘Ballbreaker’, de 1995, que fue producido por el célebre Rick Rubin (Slayer, System of a Down, el reciente ‘Death Magnetic’ de Metallica, U2, Red Hot Chili Peppers, Rage Against The Machine… ¿sigo?).
En ese álbum, el grupo dejó entrever la influencia fuerte del blues. Tocó ‘Boogie Man’, arrancando con la voz de Brian Johnson varias escalas abajo de lo que suele hacer. Suena como cuando canta Keith Richards (Rolling Stones)… un sonido que no es armónico sino más bien oxidado, pero absolutamente encantador:
En conclusión, qué sabroso es todo este fenómeno revisionista de AC/DC. Uno se imagina al fanático sacudiendo la cabeza y diciendo «¡Yeahhhhh!» con voz gutural. Y en eso, bueno, la cultura rock tiene como adicional todo un montón de códigos. Es como cuando en Rock al Parque uno ve que el vocalista de una banda nacional acude, entre canción y canción, a hablarle al público y terminar las frases con un grito o un ‘hijueputazo’ y todo el público se conecta. Hacen parte de ese ADN rockero.
Suerte y pulso.