La foto que presenta a Carlos Vives en la campaña de publicidad emprendida por el Éxito, como si fuera otro modelo de su portafolio de pantalones de pana y camisas de rayas en promoción, que transmite la sensación de un maniquí de plástico de dientes perfectos y brillo inmaculado en sus pupilas, describe claramente de qué se trata todo esto. Pero lejos de condenar al samario por eso, me gustaría hacer una reflexión de fondo acerca del negocio.
Y hoy, también, quiero compartirles un espectacular video musical de Carl Sagan… (¡¡¡¿¿¿What???!!! «acaso dijo ‘musical’?»)
Pantallazo de la página web de la campaña de Carlos Vives con el Éxito ADVERTENCIA: Esto no es un banner comercial.
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Carl Sagan es el dueño del loop
Este video de una pieza llamada ‘A Glorious Dawn’, que destacó Wired Magazine en su página web recientemente y llegó a mí por un usuario de Twitter, es una obra de arte hecha con fragmentos de los episodios del programa de televisíón ‘Cosmos’, de Carl Sagan. Su autor, un usuario en Youtube llamado Melody Sheep, es un maestro en el dominio de Auto-tune, un software que permite editar y alterar tempos y tonos y sincronizarlos con otras pistas.
Aunque musicalmente luce como una pieza maestra, también hay que anotar el logro con la letra: ¡tiene sentido! o al menos parece tenerlo desde un punto de vista artístico. Hay mucha poesía en cada reflexión del científico, por lo que esa visión del universo explota en nuevas formas. Me gustaría saber qué opinan ustedes, qué les pareció.
Otro juego de Melody Sheep con Auto-tune dio como fruto el siguiente video, bastante alocado pero menos impactante que el de Sagan:
¿Qué tal?
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La música, otro producto del carrito de compras
No sé si ya tuvieron esta experiencia que recomiendo vivir como una especie de tratamiento de electrochoques.
En estos días fui a hacer unas compras a un Éxito. Iba a comprar cualquier cosa, no recuerdo qué. El hecho es que no intuí que por estos días entrar al almacén significaba encontrarse de frente con el bombardeo de mensajes de Carlos Vives. Lo ves entre los espaguettis, o encabezando una vitrina de sábanas y tendidos, o entre los tampones, con esa foto tan perfecta que transmite un poco de miedo, y junto a él, uno de los eslogans más inteligentes y a la vez escabrosos que he visto: Vives con éxito. Inteligente, porque es un brillantemente corto juego de palabras y un poderoso mensaje de mercadeo; escabroso, porque ocasiona una opresión en el pecho, como si tuvieras que comprar todos estos utensilios de cocina y menjurjes para la cara para tener éxito en la vida.
Entre tanto, las canciones de Vives suenan en los altavoces en los que generalmente anunciaban el pan caliente o los vinos a mitad de precio. A veces, un fade out intruso permite la entrada de una voz que dice «esta es la canción Éxito de hoy… vives con Éxito, con Éxito vives’, o algo así. Y si ves a la gente, todos están hablando de Carlos Vives esto o aquello.
Los discos del samario están aparatosos al lado de la banda eléctrica de las cajas de pago, entre los chiclets y los cábanos. Su ubicación es estratégica: responde a las compras por impulso. Y los precios, asombrosamente atractivos: 14.900 para los viejos, 16.000 aprox para el disco nuevo, ‘Clásicos de la Provincia II’.
El resultado: tuve que salir corriendo, no pude aguantar tan abrumador bombardeo de mensajes monotemáticos.
Poco después leí esta facebook-columna de Alejandro Marín, en la que destaca algo que es cierto: se trata de una bofetada contundente a las casas discográficas grandes, que tienen que ver como Carlos Vives les demostró que 1) la gente sí compra discos, 2) Sí se pueden vender discos a mitad de precio, 3) Los canales de distribución no deben ser siempre los mismos. La lección es grande.
He sabido que algunas tiendas de discos están muy molestas con Vives por haber roto el modelo de negocio. Hablan incluso de un veto al cantante en sus estantes. Resulta que esta estrategia conjunta del Éxito, Gaira Musical y Cabeza de Ratón deja muy mal parados a aquellos que insisten en que los estrenos discográficos se deben vender por encima de los 30.000 pesos.
Yo no le veo nada malo a eso. Qué bueno que los precios de la música bajen. Esto demuestra que lo que nos están cobrando no es el derecho de autor, sino el prensaje y la justificación de una cadena de eslabones en la distribución musical que tal vez no son necesarios. Hace mucho tiempo la gente se cansó de pagar discos tan caros, y esto es la prueba.
Pero por otro lado, hay algo inerte en el concepto de ‘Clásicos de la Provincia II’ y toda su parafernalia. Desde el título, sabemos que es el retorno a sus clásicos de la provincia. Eso no está mal, es lo que mucha gente le pidió. Pero de repente nos encontramos con una carátula extraña, con una tipografía propia de folleto, un manejo gráfico insólitamente limpio que parece más de libro de «ser padres hoy» que del brillante retorno de un artista que estaba pendiente hace rato. ¿Es atractivo? ¿Dan ganas de comprarlo realmente? Yo, particularmente, siento repelencia. No se trata de comprar discos por el folleto o las fotos, pero tampoco de que uno sienta que lo que le están vendiendo es otro pan caliente.
Eso sería un argumento válido para darle palo a Carlos Vives por esta decisión, aunque también es cierto que la gente prefiere bajar música de Internet y por eso ya no piensa en los cuadernillos de los discos. Y sé que los lectores de este blog no son muy allegados al tema Vives. Pero no creo que la idea sea hacer de esto una caldera.
El Carlos Vives de hoy es uno que atravesó por uno de los momentos más jartos que puede vivir una estrella: cuando el público le hace el feo a la hora de innovar, y le restriega por la cara que otra gran estrella -en este caso, Juanes– es el nuevo acaparador de los efectos del público. Lo he visto: cuando Carlos Vives habla en ruedas de prensa, le preguntan qué opina de Juanes, por qué no canta con Juanes, por qué no va a los conciertos de Juanes, etc. El país le dijo en cierto momento «ya no eres la luz de nuestros afectos». Y eso duele.
Pasó luego de que sacó al mercado un disco que es completamente lo opuesto a este: ‘El rock de mi pueblo’, posiblemente el único disco que me gusta de Vives, y el único que conservo. Desde el empaque hasta las fotos -como la que está a la izquierda de este texto-, desde las letras y las capas de sonido hasta el concepto, ‘El rock de mi pueblo’ era toda una propuesta que yo encontré parecida a algunos discos de Rubén Blades. Experimentador -sea para bien o para mal-, buscador de nuevos sonidos, interesado en renovarse y dispuesto a abrir nuevos caminos. Y fue un fracaso, con solo una o dos canciones que pegaron, pero criticadísimo por sus fanáticos. La gente lo mandó al cuarto de los chécheres.
Ahora, Carlos Vives está haciendo lo que le pide el mercado. Y utilizó el esquema Wall-Mart / Fnac de otros países. Y le pegó a la piñata: producto barato que se desliza de las vitrinas al carrito de mercado. Más de 200.000 copias vendidas en tan poco tiempo y la idea de que la gente haga fila -así sea la del mercado- para comprar su disco es una prueba de ello.
Esa es la cruda realidad. Por eso, Carlos Vives luce ahora como modelo de folleto del Éxito y, en cierta forma, tiene todo su derecho… Pero la faceta mercantilista no es la más atractiva de un artista y ese precio puede aparecerle en un futuro en la factura de su carrera.
Suerte y pulso.