Los empresarios detrás del festival Estéreo Picnic revelaron este 13 de marzo, en plena crisis del coronavirus y apenas dos días después del anuncio gubernamental de cancelación de eventos masivos por dos meses, reprogramar el encuentro para los días 4, 5 y 6 de diciembre de 2020… con las mismas bandas principales. Eso suena imposible. Realmente imposible. Más aún, con el dólar por el techo. Y al parecer, lo lograron.

¿Cómo lo lograron?

Esto fue lo que publicó la sociedad de empresarios detrás del festival, a través de sus redes sociales:

En resumen, además de las fechas nuevas y de asegurar que quienes ya compraron boleta podrán asistir al mismo evento sin ningún sobrecosto, están anunciando que las cuatro cabezas de cartel se mantienen.

Esto suena a un completo despropósito: un artista como Guns N Roses no viene a Suramérica para una sola fecha, sino que tiene que asegurar mínimo tres fechas para justificar los gastos de desplazamiento de equipos y que sea algo rentable para todos, tanto organizadores de eventos como artista como toda la red que depende de ello. A grosso modo, por ejemplo, si un artista espera facturar no menos de, digamos, 3 millones de dólares por el brazo latinoamericano de la gira y al final le toca venir por una sola fecha, procederá a pedirle esos 3 millones al organizador de esa única fecha. Si tiene varias fechas, facturará 4 o 5 millones pero dividirá gastos de desplazamiento, agenda del artista, equipos, contratistas, etc, entre esas varias fechas.

Por eso, garantizar los cuatro cabeza de cartel o headliners solo sería posible garantizando más fechas.

El equipo detrás del Estéreo Picnic está articulado con los demás festivales de la región, debido a sus socios internacionales, que son los mismos detrás de Lollapalooza Chicago (la gente de Perry Farrell). ¿Qué lograron? Las fechas de los festivales Lollapalooza Chile y Lollapalooza Argentina también se moverían para alrededor del último fin de semana de noviembre de 2020. Los artistas completarían sus giras latinoamericanas con varias fechas, tranzándose, al parecer, sin sobrecostos.

«Hay un entendimiento de la situación y hay una hermandad en la gente de la música», me explicó Philipe Siegenthaler al preguntarle si los artistas están haciendo esto como un buen gesto o si los empresarios están dispuestos a pagarles los excedentes que representan las reprogramaciones de los artistas. Al parecer, los representantes de las cuatro bandas, tras reflexionarlo bastante, llegaron a la conclusión de que en esta situación inédita en la que estamos, un artista no puede simplemente no colaborar.

Cuesta creerlo, porque usualmente este negocio de los empresarios es muy complejo y hay mucha gente que orbita alrededor de los artistas en función de hacerlos muy rentables. Intentaré reducir el asunto a un cuadro muy simple  y es que esto funciona como cuando separas un lugar para una fiesta o cuando mandas a hacer una mesa: como prenda del trabajo y para ‘pisar el negocio’, hay que pagarles un 50% por adelantado y el resto al finalizar el trabajo. Es lo que permite que el equipo del artista diga «listo, aseguramos la fecha» (usualmente hay una puja entre empresarios por quién pisa el negocio, quién se lo queda); a esto habría que añadirle un montón de detalles, como los seguros, el tema de derechos de autor, etc etc etc (en algunos casos extremos, como los Rolling Stones, la banda también se queda con parte del negocio de merchandising y venta de alimentación en el «venue»). Y ya en camino -no sé exactamente cuán antes, o si es ya cuando están en Colombia- se les cancela el faltante.

¿Comenté que esto se negocia en dólares? Bueno, haga cuentas.

Cuando hay cancelaciones, usualmente si es por un incumplimiento del empresario, ese dinero invertido no se devuelve (ejemplo: concierto de Paul McCartney, al no garantizar público suficiente y cancelar el concierto, eso terminó arruinando a ese empresario). Si la causal es por el artista, en teoría hay una devolución. Pero sé de casos en los que aún siendo causal del artista, si es un nombre muy grande, sus representantes le dicen al empresario «venga, no discutamos, somos XXX International, aseguremos más adelante volver a hacer el evento… sigamos haciendo negocios…» y algunos empresarios optan por no dar la pelea porque estos representantes manejan muchos más artistas de un catálogo que quieren aprovechar más adelante. No romper la gallina de los huevos de oro.

Esto que está pasando es inédito. Al parecer, como ha pasado en otros episodios de la historia universal, en aquellos momentos de verdaderas crisis despiertan cosas buenas.

Si este cartel se mantiene lo más cercano posible a como era lo planeado para el primer fin de semana de abril (ya están hablando con los demás artistas nacionales e internacionales), y si la marea de los acontecimientos baja y el mundo logra salir de la crisis sanitaria y económica del coronavirus, lo que logran los organizadores del Estéreo Picnic es una obra maestra en el negocio de conciertos en Colombia.