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¿El mejor concierto internacional en la historia de Colombia? Roger Waters demostró que SÍ SE PUEDE… sí se puede poner a Bogotá como escenario mundial de buen rock, ya no somos los pequeños: Nos merecemos conciertos de esta calidad y mejores. Eso sí, con la melancolía que nos dejó no oír a Chucho Merchán.

Amigos, los invito a enviar sus fotos, videos, pinturas, audios a cajaderesonancia@gmail.com para ver si hacemos una memoria de este concierto que hizo historia. El post de hoy se basa en los videos que he encontrado en la red.

Sé que la experiencia que viví fue muy similar a la de todos los que tuvimos el privilegio de asistir al concierto del pasado viernes en el Simón Bolívar. Así que lo que escribiré a continuación, más allá de una reseña, se trata de una confesión personal que posiblemente compile lo que sintieron ustedes. Por favor, consignen en la cajita su vivencia.

La tarde arrancó bien. Tras atravezar la logística de la entrada, me recibió una tonada de Tom Petty, en los prolegómenos del concierto. Qué bueno. Y mejor cuando siguió Crosby Stills Nash and Young: Joder, era como estar en una comuna en San Francisco, genial. Gente de todas las edades daba vueltas por ahí, viviendo la fiebre pinkfloyesca, algo que nunca había imaginado. Un momento empañado sólo por la mala noticia de que no se iba a presentar Chucho Merchán…

El escenario me parecía simple. "Caray, está como chiquito", pensé. Pero claro, qué emoción más impactante ver esa mano gigante que cambiaba el dial y notar que, durante casi una hora, lo que había visto era la proyección más fina que había visto en mi vida.

Los gritos condujeron a un Waters rejuvenecido, contento, majestuoso, que salió al escenario. Gigante. Y de repente… arrancó ‘In the Flesh’. No pude evitar el chorro de lágrimas de niña berrinche. Los martillos impactaron con su paso firme alguna glándula que conecta mi aparato lacrimal con mis memorias de adolescente cautivo en los muros de Pink Floyd. Alcanzaba a oír lo bramidos de la gente que alzaba sus manos al aire, como si los estuviera convirtiendo un pastor. Lloré mucho por la belleza de lo que estaba escuchando. Lloré como una reacción en cadena. Lloré porque en cierta forma me sentí un tricitico responsable por lo que estaba ocurriendo: Roger Waters estaba en mi ciudad.

Mucha gente coincide en afirmar que el concierto del viernes 9 de marzo en el Simón Bolívar fue incluso mejor que los shows que Waters ha dado en su carrera en ciudades como Nueva York. El cerebro de Pink Floyd (Gilmour era el alma y Barrett, creo, algo así como la ‘locura necesaria’)

¿Han hecho la lista exacta del orden de los temas? Yo estaba haciendo la mía pero se me extravió de la emoción.

Qué impacto escuchar ‘Set the controls for the heart of the sun’. Primero, me impacta que Waters tocara una canción de un disco que no es tan popular en Colombia (facilmente pudo pensar "toquemos The Wall que eso es lo que les gusta allá") y que además fuera el comienzo de ese homenaje hermoso a Syd Barrett , con las fotos originales de las sesiones de The Piper at the gates of dawn, que continuó con ‘Shine On You Crazy Diamond’, en una versión maravillosa, impecable. Estaba ocurriendo en mi ciudad, joder, qué alegría.

La versión de Have a cigar fue muy urbana. Vean el videito que dejan en Youtube…

Los duros del paseo, junto a Waters: Qué tremendos guitarristas Dave Kilmister y Snow White. Dan la impresión de que no debíamos extrañar a Gilmour…

Insólito y gracioso que luego de que el artista sesentón interpretara enterito y sin pausas el Dark Side of The Moon nosotros tuviéramos la valentía de pedirle "otra, otra, otra"… Pero qué bueno que no se midió en gastos: Este Waters se entregó por completo y se mandó con casi medio The Wall. ¿Podría haber un momento más impactante?

Obviamente, cuando el cerdo voló sobre nuestras cabezas, el asunto

Escenarios adecuados: Grito urgente

Juan Pablo Ospina, el tipo que está detrás de la traída de Waters a Colombia, es posiblemente el héroe del cuento. Vendió suficientes boletas para no irse a pérdidas y en tan sólo un mes. La logística fue casi perfecta. Pero claro, el escenario sigue siendo el reto, sigue siendo el problema.

El Simón Bolívar aceptó esta locura de dos megaconciertos, Waters y Petrobras -muuuuy diferentes uno del otro- en dos días seguidos, con escenarios paralelos. Eso es valiosísimo para demostrar que es un espacio con una gran fortaleza, pero…

Uno no puede pedirle a la gente que ha pagado 370.000 o 500.000 pesos por una silla que al emocionarse no se levante para aclamar a su artista favorito. Y ese fue un inconveniente: es un escenario plano, y si los de adelante van a tener sillas en donde pararse -un efecto dominó que creo que es inevitable-  van a tapar a los de atrás.

El concierto del viernes demostró que Bogotá sí se merece un escenario apto para semejantes espectáculos. No es desperdicio económico. La gente se lo merece, señor Alcalde.

El caso Merchán… nos quedamos con las ganas

Lo que ocurrió es desagradable, pues se trata del trabajo de un artista impresionante que iba a actuar como telonero por petición expresa de los organizadores, que tiene un disco con un objetivo social y que además la ley imponía que el artista nacional debía tocar y no se hizo. Se truncó su aporte y, como para variar, nuevamente la frustración de Chucho surge de relacionar los nombres "Colombia" y "Pink Floyd"…

¡Pues claro que está molesto!

Yo me sentí frustrado por no poder verlo, pero tenía miedo de que la gente lo tratara mal porque es la típica actitud reactiva del público hacia los artistas teloneros -ese término le queda muy pequeño a Chucho-. En efecto, cuando dijeron que no podía tocar, oí celebraciones. Y qué pena con mi gente linda, pero eso se llama ignorancia. Chucho es un gran músico y merecía tanto respeto como Waters.

Ahora, lo complicado: Sé que suena cruel, pero estas decisiones de sacrificar el show del telonero para salvar el del artista principal son muy comunes y, lastimosamente, son las más lógicas. Si la prueba de sonido del artista de apertura queda incompleta y cualquier cambio en micrófonos o conexiones va a afectar lo que llaman los gringos  "The main event", la decisión general es no alterar lo que ya se logró. Cruel, pero cierto, y Chucho debió verlo muchas veces durante su carrera.

Cuando el sonido es tan profesional y espectacular como el que puso Waters en ese espacio abierto, con el ambiente ‘envolvente’ y toda la parafernalia que ello requiere, son muchos los factores que tienen que vigilar los encargados del sonido… y muchos los que pueden fallar.

Sin embargo, eso no justifica lo que los rumores cuentan acerca de un trato injusto de Waters hacia Chucho. El ego es enemigo de la calidad, y si uno se da cuenta, este tema termina empantanando lo espectacular de la experiencia extraterrena que vivimos los fanáticos.

Atribuir el hecho a las amistades de Chucho con David Gilmour es caer en la especulación, ya que en el mundo del rock, todos son amigos de todos; Waters tendría entonces que vetar a 10.000 artistas para ser feliz.

Acabo de encontrar la entrevista de La W con Chucho, en la que señala que no tiene que ver con Gilmour sino con el asunto de que Waters no acepta teloneros. Escuchen este fragmento de la entrevista y este otro… Duro tema.

¡Muchachos, cuenten sus historias en la cajita!

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Acerca del encuentro resonante, le dedicaré tiempo el miércoles para hablar del tema, pues hoy estamos con Waters.
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Suerte y pulso.

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