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Las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos de cara al desescalamiento del conflicto son una muestra que la negociación, para interpretación de muchos, va por buen camino. Bombardear es un verbo que se conjuga estratégicamente. Así que las operaciones continúan de manera más estratégica.
La orden de presidencia para suspender los bombardeos a las Farc durante un mes no significa el cese de las operaciones militares, al contrario. Es la estrategia formulada dándole la bienvenida a la post-violencia en donde las maniobras militares se transformarán en operaciones quirúrgicas y la inteligencia militar será la protagonista para la salvaguarda de la seguridad nacional. No debería asombrar tanto a la opinión pública la orden de Santos sobre los bombardeos, pues bien, las Farc no están en su totalidad en las zonas periféricas o reservas estratégicas. Las Farc están en los cascos urbanos donde las operaciones aéreas poco o nada pueden ser efectivas.

La estrategia militar general y operativa está en constante transformación. Es natural que lo esté, pues las estrategias funcionan de acuerdo a la evaluación, es decir, para que el Estado y sus operadores de seguridad cumplan su función constitucional, ellos deben adaptar los problemas y amenazas a los planeamientos estratégicos a la naturaleza de la mutación de las mismas. El cese de los bombardeos no es inconstitucional, es una forma clásica de voltear la ecuación en un conflicto asimétrico, pues en una guerra irregular al enemigo no se le derrota por la vía armada, se le minimiza más no se le elimina. Colombia por fin entendió que está en una guerra no convencional.
Finalmente, el reto ahora es para los órganos y operadores de seguridad que deben empezar a entender la guerra silenciosa, una mutación de la guerra de cuarta generación donde los métodos y usos convencionales de los arsenales militares deben ser redefinidos al centro de gravedad de los aparatos de inteligencia. La seguridad nacional ya no es un asunto exclusivo de las armas y su uso, es el de la asimilación de las amenazas y la estrategia en su minimización.
Profesor de la Facultad de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Santo Tomás y analista militar
@cesarnino4
Un camino apropiado es “bajarle” de intensidad al enfrentamiento y permitir que este tipo de acciones den confianza a las parte enfrentadas. Un paso necesidario a esta altura de la negociación y que esperamos que por lo menos permita avanzar a mayor velocidad.
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Está probado en todo el mundo que la aviación ha sido y sigue siendo decisiva para el éxito o fracaso de la guerra. Ayer y hoy. De tal manera señor Niño que hacerle el juego al enemigo que son las FARC, obedeciendole que los aviones no vuelen sino que se queden en tierra, es nada menos y nada más que dejar que los criminales y narcotraficantes de las FARC hagan lo que les de la gana. Eso es lo que querían y esa solicitud es generosamente atendida por el idiota de Santos.
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