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Carta de la periodista y ciudadana a sus lectores,

En vista de que en las últimas semanas -durante la etapa final de la campaña presidencial en Colombia- he recibido algunos comentarios y mensajes (aclaro: no de colegas, sino de conocidos y amigos) que me preguntan -o me reclaman- sobre mi “objetividad” y mi “imparcialidad” a la hora de escribir en mis blogs y en mis espacios en redes sociales como Facebook y Twitter, me he visto obligada -como un deber con aquellos que siguen mi trabajo y que, de pronto, no conocen muy a fondo las aguas del periodismo y/o los derechos ciudadanos- a escribir y a publicar parcialmente la respuesta que le di a la última persona que me escribió.

Esta persona me pedía informar con objetividad, me decía que tratara de quitarme la venda que tenía en los ojos, que sabía que estos temas apasionantes lo podían hacer “perder el norte” a uno, que le encantaba mi trabajo pero que últimamente se sentía leyendo opiniones de una ciudadana cualquiera y no informaciones imparciales de una periodista, y me mencionaba como ejemplo a una reconocida columnista argumentando que ella sí hablaba de manera imparcial y sin dar su opinión (?) sobre lo que informaba. Me pregunté qué creerían los lectores que encontrarían en una columna de opinión.

Antes de que lean la respuesta, permítanme confesarles que me llamó bastante la atención y me dejó bastante sorprendida esta duda tan -ante mis ojos de periodista y ciudadana- absolutamente injustificada desde todo punto de vista de la que he sido objeto por parte de unas cuantas personas -muy pocas (cuatro), en realidad, pero suficientes para quererme pronunciar públicamente.
 
Y es que una cosa es que no les guste mi trabajo -o que no estén de acuerdo con mi opinión y eso les moleste sobremanera-, lo cual están en todo su derecho de pensar o sentir, y otra, bien diferente, que yo no lo esté haciendo de forma profesional o que esté incumpliendo con algún pilar del periodismo o de la ciudadanía digna.

A continuación transcribo la mayor parte de la respuesta que le di a la última persona que me escribió (añado algunas cosas y omito lo personal, lo que iba dirigido a esa persona específicamente; dejo algunas cosas que le dicen algo directamente a la persona pero que pueden ser entendidas como hablándole a todo aquel que esté de acuerdo con la opinión de quien me escribió que, imagino, debe ser más de uno):
 
Empiezo por partes porque tengo mucho que decir.
 
Antes que todo, lo que me parece fundamental es aclararte que recibo tus palabras de una forma totalmente positiva y con el mayor respeto que, ante mis ojos, merece alguien como tú, una persona que me ha demostrado ser inteligente y hablar con argumentos.
 
Segundo, te digo que lo que me dices en tu email es un gran ejemplo de cómo la comunicación directa definitivamente es tan importante para que dos personas lleguen a entenderse cuando sus puntos de vista son tan diferentes y cuando la visión de la una sobre la otra se aleja tanto de la realidad.
 
Te digo directa y sinceramente, también, antes de empezar, que lo único que no me gustó de tu email y que me pareció un poco salido de ese respeto con el que nos queremos hablar fue la parte de “trates de quitarte esa venda que tienes en los ojos” y de “perder el norte”. Yo no tengo ninguna venda en los ojos ni he perdido el norte; soy una persona inteligente, educada y con una gran formación profesional que me permiten formarme conceptos de la realidad y transmitirlos como profesional y como ciudadana de la manera en que yo desee sin transgredir los derechos de ningún otro ciudadano. (Aquí hago una aclaración: esa frasecita de la “venda en los ojos” fue utilizada en dos de los cuatro mensajes que he recibido y, además, la he visto como muy de moda en Facebook en los comentarios que les hacen unos a otros, específicamente los que están de acuerdo con un candidato y piensan que el otro es una locura. Considero de lo más absurdo e irrespetuoso que alguien utilice ese término como diciéndole al otro que el hecho de que no vea lo mismo que él ve quiere decir que no está viendo, que tiene los ojos tapados. Eso solo demuestra ganas de atacar, resentimiento, ganas de convencer al otro por la fuerza, de hacerle pensar que está loco, pero en ningún momento constituye un argumento ni nada constructivo.)
 
Aclarado eso, paso a explicarte por qué es tan equivocado el concepto tuyo sobre mi visión y mi expresión de todo.
 
En primer lugar, así como tú me cuentas que estudiaste derecho y ciencias políticas, yo te cuento que estudié periodismo con énfasis en relaciones internacionales y que hice una práctica en CNN en la que aprendí de unos de los más importantes maestros y periodistas del mundo sobre la forma en la que funciona el periodismo y en la que se maneja la ética de esta profesión. En todos mis estudios y mis incontables lecturas desde que me adentré en el campo del periodismo me he encontrado, como en cualquier otra disciplina, con filósofos, intelectuales y expertos que abogan por diferentes teorías: existen los más radicales defensores de la objetividad, así como los más radicales detractores de ella que defienden el concepto de que la objetividad NO existe porque desde que el ojo humano mira cualquier hecho se crea el primer filtro. Entonces, te aclaro, esto no lo digo yo, lo dice la gente más que más ha estudiado sobre el tema en la historia de la humanidad. Yo, simplemente, primero como estudiante y ahora como profesional, he tomado lo que me gusta de las teorías con las que estoy de acuerdo, me he formado mis propios conceptos y los aplico a mi vida y a mi trabajo. El que tú te digas que la objetividad existe y punto es como si dijéramos que la verdad existe y punto. Jamás nadie podrá afirmarlo sin tener quienes digan lo contrario, ya que los más importantes filósofos de la historia se han pasado siglos y siglos discutiendo sobre si existe o no.
 
En segundo lugar, como no eres periodista, de pronto no tienes clara una división fundamental que, ante los ojos de cualquier periodista, no tendría lugar a las dudas que tú me presentas. Se trata de la diferencia entre información y opinión. Informan quienes trabajan, por ejemplo, en un periódico o en un noticiero en el que se presenta información, casi siempre escueta, o a veces en informes especiales más extensos y profundos, sobre hechos que se dan en la vida del ser humano. Esos periodistas se dedican a informar y tienen la muy difícil labor de hacer todo lo HUMANAMENTE posible por acercarse a ese famoso concepto de objetividad para tratar de que las personas que reciben la información obtengan datos muy cercanos a algo que sucedió sin que la mirada de quien cuenta los hechos haga parte de ellos. Por otra parte, existe el periodismo de opinión en el que caben los columnistas, los blogueros y todas esas personas que en este nuevo mundo de medios sociales expresan su visión de las cosas a través de espacios como Facebook o Twitter. Como podrás deducirlo, yo no trabajo para ningún medio de información actualmente. Efectivamente he sido editora de varias revistas, corresponsal de CNN Radio en Colombia y Corresponsal de La W en Medellín, en donde jamás en la vida se me hubiera pasado por la mente emitir un solo juicio. Allí mi labor se limitaba a la parte informativa del periodista en la que me fue muy bien y apliqué todos mis conocimientos. Actualmente, como te decía, no trabajo para ningún medio de esos y me dedico a escribir mis blogs y a comentar sobre la realidad en mis espacios personales como Facebook y Twitter, es decir, la mata de la opinión. Tengo absoluto derecho como periodista y como ciudadana a opinar sobre lo que quiera y a decirlo de la manera que quiera desde que no vulnere los derechos de otros ciudadanos, así como tú tienes todo el derecho, ni más faltaba, a dejar de leer lo que quieras y a decidir que algo no te gusta más. Nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo ni el trabajo del mejor hombre del mundo será, jamás, bien recibido por toda la humanidad. Como te venía diciendo, mi trabajo está absolutamente bien enmarcado dentro de las normas del periodismo. Para no ir más lejos, te cuento que tengo colegas periodistas millones de veces mejores y más exitosos que yo (bastante reconocidos) que desempeñan labores como la mía, y hasta mucho más agresivas. Será un campo del periodismo que de pronto no tienes muy claro o que no te gusta. No te engañes cuando piensas que la conocida periodista que me nombras (omito el nombre), es lo que tú llamas “imparcial”; ella es una columnista de opinión y, como sobra decirlo, lo que hace es opinar. Que algunos opinen de una forma que te gusta más o menos, o que sus opiniones sean expresadas de forma más apasionada o más informativa, es otro cuento en el que no me pienso extender.

También quiero aclararte algo: mi blog es parte de mi trabajo, es mi espacio personal en el que quiero y puedo contar historias como las ven mis ojos. Creo que el título -OJOSDELALMA- lo dice todo y no invita a aquellos que lo que deseen sea informarse como cuando leen las noticias de El Tiempo o El Espectador. Creo que es bastante claro. Pero, aparte de mi blog, me parece increíble que esperaras que Facebook fuera más parte de mi trabajo. No, yo sigo siendo un ser humano, una mujer de 25 años que puede tener sus espacios personales y hacer de ellos lo que quiera y lo que considere más apropiado. El hecho de que yo en mi Facebook comparta enlaces de mi blog y opine sobre temas que podrían parecer más cercanos a trabajo no quiere decir que estos sean sometidos a ninguna regla que espere nadie, ni mucho menos, ni que deban diferenciarse de los espacios de este tipo que utilizan otras personas. En lo que sí, definitivamente se diferenciarán siempre, es en que las informaciones compartidas en mis espacios siempre tendrán bases absolutamente sólidas, mucha información, estudio y análisis detrás. Además, aunque algunos no lo sientan así, siempre detrás de un texto mío habrá un sentimiento de amor por el ser humano, por mi país, por los más desprotegidos, por la naturaleza, por la vida. Lo que yo escriba tiene detrás objetivos claros que son el de dar a conocer historias que muevan el corazón de otras personas y el de opinar sobre temas de relevancia nacional o internacional para que otros conozcan lo que pasa, sepan lo que pienso y se formen sus propias opiniones.

Como cualquier periodista y como cualquier ciudadano, tengo TODO el derecho a elegir mi candidato, la opción que mejor considere para mi país, y a expresar públicamente todas mis opiniones sobre el o la elegida y sobre los demás candidatos. ¡Qué tal que no existieran el periodismo de opinión ni la posibilidad de que los ciudadanos conociéramos lo que piensan intelectuales, periodistas, analistas y otros líderes de opinión! ¡Qué tal que nos tuviéramos que conformar con la información general de los medios tradicionales! Es gracias a los columnistas de opinión, a los blogs y a los nuevos medios que los ciudadanos tenemos fuentes cada vez más ricas y numerosas de información y opinión que nos sirven como bases para formarnos nuestras propias visiones y opiniones del mundo a partir de los conocimientos de quienes se han tomado el trabajo de estudiar, leer, analizar, comparar y compartir sus conclusiones con los demás.

Al menos yo me siento absolutamente afortunada de poder saber lo que piensan los líderes de opinión que admiro y que influyen en mí; sus visiones de lo que sucede son para mí fundamentales.
Le doy gracias a la vida y al país en el que vivo porque tengo la posibilidad de leer tanto a los que me gustan como a los que no me gustan, a esos con los que estoy de acuerdo y a esos con los que no. Es parte esencial no solo de la democracia, sino de los derechos fundamentales de los seres humanos. El Derecho a la Información, el Derecho a la Libre Expresión, el Derecho a la Opinión…

Finalmente, te digo de todo corazón que sí, así como me lo dices, soy una persona supremamente positiva, apasionada y amante de la vida. Veo cada detalle de cada día con ilusión, con ganas de vivir, con esperanza, pero eso no quiere decir que mis derechos personales y profesionales a manifestarme sobre hechos negativos o sobre mis tristezas y desencantos puedan ser coartados. Compartiré con mis lectores mis alegrías, mis tristezas y mis rabias; mis sonrisas, mis lágrimas y mis desahogos. Por eso es tan maravilloso que la libertad de leerme sea exclusiva de cada uno de ustedes. Quien quiera compartir todo conmigo, bienvenido; quien quiera compartir solo mis sonrisas, bienvenido; quien quiera compartir solo mis lágrimas, bienvenido; quien quiera compartir solo mis desahogos, bienvenido; quien no quiera compartir nada, sencillamente, está en todo su derecho.

Espero que tú también recibas mis palabras con todo el respeto y de una forma positiva ya que las escribí de la misma manera y de todo corazón. Creo que si me tomé el trabajo de explicarte todo esto es porque te tengo en muy buen concepto y me importa que tengas clara mi visión de las cosas para que no haya tanta distorsión entre el concepto que tenemos la (el) una(o) de la (del) otra(o).

Con todo el cariño y desde el fondo de mi corazón,

Catalina Franco Restrepo, periodista y, ante todo, ser humano, persona, ciudadana.

P.D.: Al momento de publicar este texto, tres de las cuatro personas que me habían escrito y que habían recibido mis respuestas me habían manifestado ya de la manera más positiva y respetuosa su agradecimiento por la explicación y su satisfacción al comprender mejor muchas cosas que no sabían y que les dejaban claras sus dudas. Espero que la publicación de esta respuesta consiga lo mismo -aclararles las dudas- en la mayoría de quienes se sientan como aquellos que me buscaron para manifestarme su inconformidad.

www.catalinafrancor.com

 

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PERFIL
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Catalina Franco Restrepo, periodista y traductora colombiana, magíster en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, es una apasionada de la vida, los viajes, las palabras y las historias de lugares y personajes que va encontrando en sus recorridos y que la inspiran para escribir. Pasó un tiempo como practicante en CNN en Atlanta, ha colaborado con CNN en Español como corresponsal de radio en Colombia, con la W Radio como corresponsal en Medellín, ha sido editora de revistas en el Taller de Edición y actualmente colabora escribiendo para diferentes medios nacionales e internacionales, es traductora, y tiene el blog OJOSDELALMA www.catalinafrancor.com. En Twitter es @catalinafrancor

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5 Comentarios
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  1. Habría que aclarar que en un blog no se espera que la persona sea imparcial ni que no esté a favor de alguna posición. Así que defiendo lo que opina Catalina y su libertad total de expresarlo de manera respetuosa.

    Ya opinando del tema, por mi parte pienso que apoyar a Santos no es ni más ni menos, que legitimar los falsos positivos , la Yiddispolítica, las chuzadas del DAS, Arias Ingreso Seguro, la falta de respeto del ejecutivo por los otros poderes, el manzanillismo y lagartería de Rodrigo Rivera y Rodado Noriega. Pero tampoco de ninguna manera me parece que Mockus con sus ideas abstractas, con su falta de coherencia en aspectos claves del país, excepto en subir los impuestos sin siqueira revisar si esto es lo que se requiere y hay margen para ello, sea el mesías que todos sus seguidores creen. Les recuerdo que como alcalde tuvo buenos logros, pero también hizo gala de un autoritarismo sin igual, de querer imponer un impuesto tan injusto y retrogrado como el del alumbrado, de no respetar la vida tanto como el decía cuando un polícia ejecutó a una periodista en un peaje saliendo de Bogotá. Ninguna de las dos opciones me gusta, votaré en blanco.

  2. la sobredimensionada explicacion le da demasiado valor a la cuestion, creo que quien haya leido tus comentarios entiende tu posicion, la cual por ser bien definida perfila tu columna como una de opinion y no de informacion, aunque esto ultimo no implique que tenga visos periodisticos puros, halago tu forma de pensar pero creo que no deberias medir fuerzas con eprestitos arcaicos y tradicionales, “arbol que nace torcido, vota por continuidad! no quiere el cambio, le aterra, Gracias

  3. Catalina:

    Te pudiste haber ahorrado tantas palabras dejando en claro que la opinión “es personal e intrasferible” y hace parte del fuero interno de cada individuo. El hecho de ser periodista no necesariamente implica que tengas que quedarte sin opiniones en pro de la imparcialidad. Una cosa es una entrevista y otra distinta una columna de opinión. Felicitaciones pro tu columna. Un abrazo!

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