– Colombia se asemeja a una cometa, Juan…
Ahí está en el aire, pero bajita. Y tambalea, se va de un lado a lado, y cada rato casi choca contra el suelo porque la pita esta toda enredada y amontonada. Y está llena de huecos y toda desajustada y desbaratada, y las tiras y la cola que la nivelan están todas desflecadas.
Pero Juan, las brisas que la elevan son las mejores… son brisas de verano que soplan desde el Océano Pacifico… si, Juan, de paz… y soplan por encima de todas las bellezas y las riquezas naturales y bondadosas de las alturas de las cordilleras y de los valles y de las selvas y de los cauces de los inmensos ríos y de las expansiones de las llanuras y desiertos hasta el mar Caribe y las Amazonas y los Llanos Orientales.
Y quienes sostienen la Cometa Colombia, son su gente, Juan… gente de corazón abierto, de bondad, de fraternidad, de empuje, de verraquera y de sabiduría.
Hay que bajar la Cometa Colombia, Juan, suavemente… hay que desenredar la pita, hay que tapar los huecos, hay que ajustarla y cuadrarla y rehacer las tiras niveladoras y la cola, Juan.
Y luego, Juan…luego hay que elevarla de nuevo, despacio y cuidadosamente, para que las fuertes brisas no se la lleven o la tumben, y así, poco a poco, llevarla a volar libre y dichosa en el alto asolado cielo azul Colombiano.
Ahí vamos charlando, Juan, a ver cómo bajamos la cometa, cómo la arreglamos y cómo la elevamos de nuevo… En el retiro y la paz de este hermosísimo alto campo Colombiano, Juan, encontraremos las repuestas, que allá en el bulloso mundo no pueden pensar con claridad y no ven a Colombia.
Hasta mañana Juan. Hasta que nazca un nuevo sol.
– Hasta mañana don Bruno.
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